El sol resplandece en Rjukan


Comenzaba a caminar PLANETA VITAL cuando registró que la luz había llegado a Rjukan, un pueblecito en el Telemark noruego, haciendo realidad el proyecto de un emprendedor que a principios del siglo anterior fundó el gigante energético Norsk Hydro para producir fertilizantes químicos con el auxilio de una cascada torrentosa.
Era el otoño de 2013 y el proyecto a un costo de 600 mil euros se llamó SOLSPEIL (espejo solar, en noruego), calcado de la experiencia en la municipalidad piamontesa de Viganella, cercana a Turín; uno de las muchos que legó el visionario Sam Eyde como respuesta a las deprimentes temporadas de oscuridad en el interminable invierno escandinavo: un enorme tríptico heliostático de 52 metros cuadrados, computerizado para capturar el fulgor y enfocarlo a la plaza central del villorrio de tres mil habitantes, que ya en 1928 habían intentado solucionar el problema izándose en una góndola a la cumbre de la montaña para disfrutar de los tímidos reflejos del astro-rey.
Poco más tarde, la importancia estratégica en la producción de agua pesada convertiría a Rujkan en campo de resistencia al ocupante nazi, con el lógico daño a instalaciones que, una vez recuperada la paz, fueron restauradas y sirven ahora de atractivo turístico, junto a un entorno natural de particular belleza donde destaca el emblemático monte Gaustatoppen.
Y, desde hace doce años, por supuesto, las espléndidas instalaciones solares que, en haciendo la vida más placentera, consolidaron la unión de los lugareños, nacida en el combate por la realización de la estructura.
Todo ello condensado en el Día del Patrimonio, que cada vez atrae un mayor número de visitantes para ver exposiciones de artesanía y escuchar música folklórica y danzas regionales, con énfasis en el compromiso con la sostenibilidad y el medio ambiente, cuya máxima expresión es un Festival Internacional de Cine de la Naturaleza.
Varsovia, noviembre de 2025.

