Villasmil: Chile, regresa la derecha

Hace algunas décadas Chile tenía un sistema de partidos razonablemente estable.
A la llegada de la democracia post-Pinochet (a partir de 1990) el sistema se caracterizaba por estar dominado por dos grandes coaliciones que representaban a la centroizquierda y a la derecha, configurando un sistema con una fuerte bipolaridad.
El eje central del sistema político de la transición a la democracia fue la formación de dos grandes bloques:
- La Concertación de Partidos por la Democracia (Centroizquierda)
Esta coalición fue la fuerza política mayoritaria y gobernó Chile durante los primeros cuatro periodos presidenciales consecutivos (1990-2010).
Partidos principales: Partido Demócrata Cristiano (PDC), Partido Socialista de Chile (PS), Partido por la Democracia (PPD) -partido pragmático y de izquierda renovada-.
- La Derecha (Oposición)
Inicialmente se presentó bajo pactos como «Democracia y Progreso» y luego como «Alianza por Chile», y fue la principal fuerza de oposición.
Partidos principales: Unión Demócrata Independiente (UDI): Derecha conservadora, vinculada históricamente a sectores del régimen militar. Renovación Nacional (RN): Derecha liberal-conservadora.
A pesar de haber apoyado al régimen militar, se rearticularon bajo las reglas democráticas, logrando cohesionarse como la alternativa de derecha.
- 3. La Izquierda Extracoalición
El Partido Comunista de Chile (PCCh) y otras fuerzas de izquierda más radicales generalmente se mantuvieron fuera de la Concertación izquierdista durante los primeros años.
Pero desde 2014 (segundo Gobierno de Michelle Bachelet) el Partido Comunista regresó al Gobierno -había formado parte del Gobierno de La Unidad Popular, en la presidencia de Salvador Allende- como parte de una nueva coalición de centroizquierda.
Sin duda, la presencia de los comunistas en el gobierno de Bachelet (y luego en el de Boric) fue un factor contaminador y perturbador.
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Hace un siglo (en 1925) el intelectual Vicente Huidobro exclamó lo siguiente en un ensayo: “No hay derecho para llegar a la decadencia sin haber tenido apogeo”.
Una vez más, Chile se encuentra en un dilema cruel: posible camino de bienestar (hacia el apogeo) o profundización de la decadencia, de la mediocridad.
Desde hace algún tiempo Chile abandonó la senda que lo había llevado a convertirse en líder en la región, alcanzando niveles de desarrollo económico y progreso social impensables a mediados del siglo XX. El nuevo siglo trajo aires optimistas, porque Chile avanzaba bajo un régimen democrático. El país logró ingresar a la OCDE, con alto grado de desarrollo humano en el índice del PNUD. Pero luego la situación empeoró, y la desviación del camino se ha pagado con dolor.
Para colmo, hubo dos intentos fallidos de reforma constitucional, desencadenados por el estallido social promovido fundamentalmente por la izquierda, en 2019, que resultaron en un gran fracaso de sus proponentes, derrotados por votación popular el 4 de septiembre de 2022 y luego de nuevo el 17 de diciembre de 2023.
Chile tiene un problema de diagnóstico, de orientación, de determinación de urgencias, de combate a la corrupción, y de liderazgos, y mientras ello no se resuelva es muy probable que se extenderá la fase de decadencia y mediocridad y permanecerá lejana la hora de la recuperación y del desarrollo.
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En cada sector (derecha e izquierda) desde hace años predominan peleas por la hegemonía entre diversos proyectos políticos.
Desde la izquierda, el Frente Amplio nació con el objetivo de reemplazar a la histórica Concertación. La unión de la izquierda hizo una primaria y presentó como candidata este 2025 a la dirigente comunista Jeannette Jara.
Desde la derecha, Republicanos (liderado por José Antonio Kast) ha aparecido como alternativa para sustituir a la derecha tradicional de Chile Vamos, que llegó a La Moneda dos veces bajo el liderazgo del fallecido expresidente Sebastián Piñera.
Dos datos sobresalen: para estas elecciones se hizo obligatorio el voto. Ello generaba una incertidumbre adicional al proceso electoral.
Además, esta primera vuelta electoral en realidad era una suerte de “elección primaria” entre los diversos candidatos de derecha. Con un total de ocho candidatos, los que contaban eran los de derecha (Kast, Matthei, Kaiser, Parisi -a su muy peculiar y populista manera-) y la izquierdista Jara.
¿Sorpresas? El tercer lugar de Parisi – que nadie, ni las encuestadoras pronosticaron (así como la caída de Matthei), y que Jara no lograra el 30% de los votos.
Como nadie sacó la mitad más uno de los votos este 16 de noviembre, habrá una segunda vuelta, a realizarse el 14 de diciembre. En ella participarán Jeanette Jara (izquierda, como ya se dijo, militante del Partido Comunista), y José Antonio Kast (Republicanos, derecha).
Ahora se entra en el mes de espera de la segunda vuelta, con los candidatos Jara y Kast repartiendo promesas de todo tipo, sonrisas de forma generosa, la presunta belleza de sus almas, mensajes de optimismo sin rival. La estatista y el defensor del libre mercado, la comunista y el conservador.
Lo más probable es que los votos de Kaiser y Matthei pasen casi íntegramente a Kast, lo cual lo convierte en un claro favorito.
El ex canciller Roberto Ampuero ha alertado sobre el peligro de analizar a los candidatos en función de su simpatía, “hay que ir a lo que los ha marcado en su vida, lo que los ha definido, lo que han hecho en su vida y lo que son sus convicciones políticas” (…) “Si a los socialdemócratas chilenos les costó tanto poner en orden el desastre que había iniciado Gabriel Boric en su gobierno inicialmente, imagínese usted lo que le va a costar a esa socialdemocracia chilena hoy dividida, debilitada y golpeada, poder dominar a una candidata comunista que cuenta con la asesoría de un partido estructurado, con ideología, con filosofía, con planteamientos y con mucha gente muy bien formada, como es el Partido Comunista”.
La señora Jara ha hecho todo tipo de señalamientos para intentar alejarse del partido Comunista; el problema es que dejar de ser totalitario y convertirse de lobo en oveja no es como cambiarse de camisa, de maquillaje o de sonrisa.
Mientras, el pasaje de José Antonio Kast al balotaje presidencial de Chile ha revivido una cuestión trascendental: ¿qué tipo de derecha representa exactamente su figura?
Lo cierto es que Kast ha mostrado siempre diferencias con la derecha «tradicional» (la de Sebastián Piñera, por ejemplo), y se ha ubicado «más a la derecha».
Por otra parte, es muy significativo que la suma de los resultados de las derechas de Kast, Matthei y Kaiser les da una keve mayoría en el Senado y en diputados.
Para el analista Patricio Navia «esta votación claramente no es buena para Jara y la izquierda, es una derrota para el Gobierno. Es un rechazo a la gestión del presidente Boric. Es una clara señal de que los chilenos quieren cambiar de dirección«.
La Chile de 2025, luego de años de confrontaciones, necesita reconstruir su economía, sin duda; el entramado de políticas públicas, empezando por su justicia; las políticas de seguridad. Pero sobre todo su ciudadanía, su sentido de comunidad, una visión de futuro común.
Sólo así se retornará a la senda de prosperidad que hace un siglo reclamaba Huidobro.
