La Máquina del Tiempo
A propósito del VII Congreso del PCC, la TV cubana hace alusiones constantes a viejas intervenciones de Fidel Castro en los años 60, 70 y 80, como si estuviéramos viviendo aquellos tiempos, como si de entonces a acá nada hubiera cambiado.
Como si la URSS y el «campo socialista» siguieran ahí, subsidiando el país, no hubiéramos tenido un desastroso «Periodo Especial», y como si para todo el mundo no estuviera más que claro el fracaso político-económico y social del estatalismo asalariado paternalista y autoritario que se nos ha querido imponer por socialismo y que obligó al propio PCC a intentar una «actualización» del modelo económico que reconocía al cuentapropismo, al cooperativismo y a la inversión extranjera papeles básicos para tratar de mantener a flote la economía del país.
Es como si se nos quisiera hacer olvidar que la actual economía del país y de miles de cubanos se sustenta en los casi 5.000 millones de dólares en remesas y otros 5.000 millones más enviados como medicinas, ropas, zapatos, artículos de primera necesidad y electrodomésticos que llegan a Cuba gracias a «la escoria», los «traidores», a esos miles de cubanos que arriesgaron sus vidas en el estrecho de la Florida y a esos millones que dejaron todo atrás para ayudar a sus familias en Cuba y, encima de todo, ignorando olímpicamente el restablecimiento de relaciones con EEUU con todas sus implicaciones.
Como si estuviéramos metidos en una máquina del tiempo que solo tiene marcha atrás, nos quieren trasladar a un pasado de glorias militares y batallas políticas que caben en medio grano de maíz, no alimenta por tanto el presente y nada dice a la gran mayoría de la población, nacida hace apenas 30 años y que empezó a tener conciencia con el nuevo siglo, marcado no por el discurso de la Guerra Fría, sino por internet y las nuevas tecnologías informativas.
Se nos sigue hablando como si el «imperialismo»estuviera amenazándonos con invadir nuestro país, financiando acciones terroristas y buscando apoderarse de nuestra tierra, vida y derechos; como si no pertenecieran hace medio siglo al Gobierno todo poseedor y todo decisor; como si los cubanos no nos diéramos cuenta que detrás de todas esa parafernalia hay un interés específico de la cúpula gobernante: muy probablemente preparar a la opinión pública nacional e internacional para que el VII Congreso del PCC deje todo como está, sin cambios esenciales, si acaso algún nombramiento de un burócrata más joven, menos blanco, o de sexo no masculino, para dar imagen de renovación y respeto a la diversidad étnica y sexual.
Pareciera que los líderes históricos quieren retirarse sin haber realizado cambios importantes en el esquema burocrático que impusieron a la sociedad cubana. Para ellos lo más importante sería haber llegado al final de sus vidas sin haber hecho ninguna «concesión en sus principios socialistas». Pero, ¿cuál socialismo? ¿Ese que nadie sabe cómo hacerlo, según propia confesión del líder? ¿Cuánto les ha importado el precio que por ello ha tenido que pagar el pueblo cubano, y especialmente quienes se echaron sobre sus hombros mil batallas de todo tipo y, hoy viejos, la jubilación ni les alcanza para comer?
El partido que creó Fidel Castro está a punto de celebrar su VII Congreso en medio del más alto nivel de desaprobación de su gestión, incluida su militancia de base. Él y sus más fieles seguidores se acercan a los 90 años. Raúl ha hecho un esfuerzo por prolongar el entuerto, eliminándole algunas de sus aristas más absurdas y abriéndole algún espacio a los encargados de superarlo: el trabajo libre de cuentapropistas y cooperativistas, junto a las inversiones directas y mixtas de capital extranjero. Este será su mérito, junto al haber restablecido las relaciones con EEUU.
En este congreso secreto, de número cabalístico, mil personas aprobarán, cómo los de más arriba creen que deberemos vivir 14 millones de cubanos (11 millones dentro y tres afuera), con los que no se ha contado hasta ahora para esa definición. ¡Vaya ejemplo de «democracia socialista»!
Irremediablemente, los hombres, los políticos, los partidos, las ideas que generaron y sus acciones trascienden por los buenos resultados de sus gestiones, y no por sus intenciones y menos por sus caprichos y, desaparecen si dejan de responder a los intereses generales de los nuevos tiempos.
Si al PCC, en su VII Congreso, lo que le interesa es seguir aferrado a los viejos esquemas fracasados y al modelo demostradamente inservible «ni para nosotros mismos», difícilmente este partido podrá transcender estos tiempos.