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Raúl Fernández Rivero: “De una u otra forma, la calidad de vida en Cuba va a mejorar”

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Raúl Fernández Rivero es un cubano que llegó a Venezuela exiliado del régimen castrista pero hoy, si no abre la boca, es venezolano por los cuatro costados. Fue formado por los escolapios en la escuela católica que regentaban en la habanera zona de La Víbora, con la venia de su padre, un romántico libertario, masón grado 33, que había dejado todo por ir a pelear  España cuando la guerra de Franco. Un catire de ojos azules que peleó en Cuba del lado de los negros. Era secretario de la Comisión de Historia del Municipio de La Habana. El rector del colegio, Antonio María Entralgo, un cubano ilustre, era hijo de un ex comandante del Ejército Rebelde, es decir, el propio mambí. Ese sacerdote, honesto a carta cabal, admirado por todos, fue su mentor. Por eso asegura que si hoy es una persona decente, se lo debe al Padre Entralgo. Se confiesa producto de la mezcla entre aquél sacerdote católico y el masón que era su padre, cuyas relaciones eran cordiales. Tenía 14 años cuando Batista llegó al poder…. 

Una revolución se hace para cambiar las estructuras sociales, políticas y económicas de una nación en función de progresar. Si no es para progresar no es revolución.

 ¿Qué pensaban de un dictador como Batista?

Papá lo detestaba, lo llamaba “el sargento ese”. Sostenía que los militares debían estar en los cuarteles. El mismo día en que llegó al poder, el P. Entralgo descartó el tema que tocaba tratar en el aula, cerró los libros y dijo a sus alumnos: “Hoy hablaremos de otra cosa. Ustedes son jóvenes, el futuro del país y no pueden permitir esto para Cuba”. Allí comencé a repartir propaganda clandestina con el Directorio del Movimiento 26 de Julio. Ya en la universidad comencé a trabajar con Ricardo Alarcón, quien fue ministro de Relaciones Exteriores y Presidente de la Asamblea Nacional. Fuimos muy amigos. Hasta se casó con uno de mis trajes pues era un muchacho muy pobre. Se lo regalé. Margarita su esposa era también muy amiga mía.

 

Cuál fue su primera gran responsabilidad política como estudiante opuesto a Batista?

Organicé, junto a otro compañero, la primera gran huelga de las escuelas privadas que ocurrió en América Latina. Fue la famosa huelga del 9 de abril de 1958. Después de eso, me quedé con el Movimiento 26 de Julio, encargado de la sección provincial estudiantil. La policía comenzó a buscarme y tuve que irme a la Sierra Maestra.   

¿Qué pasó al llegar la revolución comandada por Fidel?

Yo tenía bien claro que una revolución se hace para cambiar las estructuras sociales, políticas y económicas de una nación en función de progresar. Si no es para progresar no es revolución. De pronto, nos dimos cuenta de que estábamos retrocediendo. Un punto de inflexión, para mí, fue cuando hacen preso a Huber Matos…¡tan sólo por haber dado su opinión! Eso no tenía ningún sentido. Era contrario a todo lo que habíamos hablado y acordado. Comencé a conspirar. Planifican un atentado contra Fidel y detienen a una dama –imagínate una mujer presa en Cuba, las presiones que puede sufrir que no se las aplican a un hombre- con tan buena memoria que recordaba hasta la placa de mi automóvil. Yo era el secretario estudiantil del MRP, Movimiento Revolucionario del Pueblo, integrado básicamente por gente progresista que se había opuesto a Batista. Caigo preso. Me abren tres causas y me condenan a 20 años por una causa, a 30 por otra  y a 20 en otra.

¿¡70 años!?

Después el gobierno resolvió que la pena máxima sería de 30 años. A los 17 de prisión me pusieron en libertad pues tuve la suerte de que me habían trasladado a la prisión de La Cabaña y allí llegó Sergio del Valle, un prominente hombre del gobierno con quien tuve cercanía. Al verme allí envió un tipo a buscar “al católico de la Sierra”. Ese era yo, así me conocían entre ellos. La conversación empezó muy mal pero terminó bien. Ese encuentro fue en septiembre y en diciembre llegó la decisión de ponerme en libertad condicional.

¿Conoció bien a Raúl Castro?

Yo no estuve en el 2do Frente, pero hubo un momento en que se requirió a los universitarios para los distritos militares -los campesinos no calzaban los puntos- y a mí me designan para uno de ellos en virtud de mis méritos en la lucha contra Batista. Es allí donde entré en contacto con Raúl Castro. Desde un principio, él se metía mucho en los asuntos que tenían que ver con la policía. Yo especulo que desconfiaba de quienes estaban al frente pues, a pesar de que era gente que había tenido un rol importante y había sido valiente, tenían otros problemas y por ello estaba muy preocupado. Él, personalmente, me hizo escoger entre ser médico o soldado. Preferí lo primero y me dijo: “Dedícate a eso porque soldados hay de sobra aquí”. Así que, muy jovencito, capitán, me dieron un cargo en el Ministerio de Relaciones Interiores. 

¿Una vez que Huber Matos cae preso, sigue la actividad con el MRP?

Directamente comencé a conspirar. Después de esos 17 años preso, al salir en libertad escogí trabajar en la Construcción.  

¿Cómo logra salir de Cuba?

Después de un diálogo entre la comunidad cubana del exilio y el gobierno. Intervinieron varias personalidades, entre ellas el escritor García Márquez. También Carlos Andrés Pérez a quien nadie podrá discutir su mérito en esto, su personal compromiso con la causa de la libertad; y luego Luis Herrera Campíns, quien nos recibió con todo el cariño, pero ambos de manera decisiva. Un día llegó el G-2 a mi casa –mi hermana casi se muere del susto- me tomaron una foto, mis huellas digitales y de una vez me dieron un pasaporte, un papelito de los antiguos con sello seco. Me informaron que al día siguiente debía estar a las 8 de la mañana en el aeropuerto para salir a Venezuela. Pregunté la razón de ir a ese país y me dijeron que la alternativa era volver a la cárcel. Así que vine a Venezuela. Mi preocupación era no tener a nadie aquí pero, al llegar a Maiquetía, había un montón de cubanos esperándome, muchos de ellos conocidos. Comencé de cero en este país.

¿Qué piensa de la distensión con Estados Unidos que se adelanta en estos momentos?

Los expertos en Calidad Total recomiendan: “Si usted sigue haciendo lo mismo todos los años, obtendrá los mismos resultados”. Si no nos sentamos cada cierto tiempo a analizar lo que estamos haciendo y los resultados, nuestra empresa terminará quebrando. Hace más de 50 años que con respecto a Cuba se hace lo mismo. Pero es muy difícil cambiar. El embargo –aunque en Cuba se le sigue diciendo bloqueo- tiene la culpa de todo. En medio siglo sólo ha servido al régimen para decir que por culpa de los Estados Unidos no hay alimentos ni medicinas.

LA PRESIÓN  

¿Visualiza cambios positivos en Cuba que mejoren la calidad de vida de todos los cubanos?

Creo que sí. En Cuba hay más presión pues hay más protesta. Antes te llevaban preso por nada. Un tipo estuvo preso conmigo por decir: “¡Mira, Fidel se está fumando un tabaco por televisión mientras yo tengo tres meses que no consigo!”…por eso le echaron tres años. Ahora les caen a palos a las Mujeres de Blanco pero las sueltan el mismo día. En La Habana hay muchísima gente con teléfono que toman fotos y envían testimonios al exterior. Hace poco, no se sabe cómo, entraron al Ministerio del Interior y sacaron información confidencial. Impensable antes.

¿Signos de que cede la coraza del régimen?

¡Sí, señor! De una u otra forma, la calidad de vida de los cubanos va a mejorar. Mucha gente  va a invertir en Cuba y eso va a incidir en el mejoramiento de la vida del pueblo cubano.

¿Cómo visualiza una transición política?

Mira: el Comité Central del Partido no se puede dar el lujo de permitir que uno de los “héroes” de la Sierra Maestra, esos que son generales y coroneles, que aún están vivos  como Fidel, que  tiene 90 años, está en silla de ruedas y parece un extraterrestre; o como Raúl Castro que ya tiene 80 y pico de años y en cualquier momento se muere también,  presencien un cambio radical. Allí no puede haber ciertos cambios hasta que esa gente se muera.

¿Quiere decir que es cierto lo que una vez me dijo un ex preso político, que en Cuba las cosas las decidirá la biología?

Exactamente. Eso es una cuestión de la biología. Hasta que no se mueran, hasta que no exista la más mínima posibilidad de que esa gente vaya a la Corte Penal Internacional o los juzguen en la propia Cuba,  esa gente no suelta el poder. 

¿Hay alguna manera de que esos cambios sean viables antes?

Es preciso entender que el Presidente de Cuba es también Presidente del Consejo de Estado  y es, automáticamente, Secretario General del Partido Comunista que tiene 700 mil miembros, menos del 10% de la población. Ese señor es el que manda pues la Constitución dice que manda el Partido como órgano superior de la sociedad. El Partido escoge al Presidente del Consejo de Estado, a sus miembros y a los miembros del Buró Político. Esos son los que mandan y los selecciona el Partido. Mientras ese partido sea leal a la jefatura histórica allí no habrá transición. Es el Partido, sus militantes y militares jóvenes, quienes tendrán la palabra cuando no permitan que los hijos, nietos o  yernos  de Fidel o Raúl sean los que tomen el relevo. Es del mismo grupo de privilegiados, ese que va los domingos a almorzar en la casa del Raúl, de las bases del partido, de los mandos altos y medios del ejército, de donde saldrá la transición en Cuba.

Raúl Castro ha dicho que se va. ¿Si eso ocurre qué pasa?

Nombran a Díaz Canel, actual Ministro de Economía y Planificación, como Presidente del Consejo de Estado. Y Raúl seguirá siendo el 1er. Secretario General del Partido. Y ese es el que manda en Cuba.

¿Y qué pasa si Raúl se retira del Partido?

Allí está Bruno Rodríguez, hijo de Carlos Rafael Rodríguez, comunista histórico. De ese echarán mano.

Y VENEZUELA ¿Seguirá influyendo esta situación en el desarrollo político venezolano?

Ya no. Ahora Cuba está focalizada en sus intereses. Venezuela no es más el interés de Cuba.

¿Podría traer consecuencias negativas para el régimen imperante en Venezuela?

Definitivamente. Concretamente, Venezuela dejó de ser la chequera del Alba. El Alba se desarma. Ya vemos lo que pasó en Argentina, llegó Macri con una posición completamente contraria; Evo no puede volver a postularse; Correa está en una crisis tan evidente que incluso la muy censurada prensa de Ecuador dice que está “muy nervioso”; a Dilma puede que no le hagan un impeachment pero se acabó el PT, desaparece, a Lula lo hacen a un lado, no ganarán las próximas elecciones y  Brasil se enfrenta a una crisis de regresión en su crecimiento. El Alba se desmorona porque a Cuba ya no le quita el sueño generar guerrillas, ni desordenes, ni disturbios de ninguna clase. Anda facilitando la paz en Colombia, bregando porque las Farc se disuelvan, trabajando por conversaciones con el ELN. También lo hizo en Guatemala y El Salvador porque eso ya no es el problema de ellos. 

 ¿Facilitarán también la salida de Maduro aquí?

Estoy convencido de que así será. Podría asegurar que no están dispuestos a ser el asilo de Maduro. Estarán buscando una opción en otro lado, tanto para Maduro como para cierta gente de importancia que ellos deseen proteger, que no son todos, por cierto. No están interesados, para nada, en protegerlos a todos.  

¿Por qué hay tantos cubanos, fuera de Cuba, que no apuestan por los cambios?

De nuevo, es difícil cambiar. Quedan muchos cubanos que se sacrificaron. También hay un montón de descarados allí. Pero muchos dieron sus vidas por luchar contra Fidel Castro, apostaron todo por su patria y tienen tremendo mérito. Hay que comprender que esa gente no puede aceptar que se converse con esos asesinos. No pueden hacerlo.

Así como la revolución ha sido un gran negocio, ¿para algunos no lo ha sido el exilio también?

Sin duda hay quienes se benefician de los dólares que organizaciones pro DDHH y de promoción de la democracia otorgan como ayuda. Pero igualmente conozco gente sumamente honesta que lucha denodadamente y muchas veces casi sin apoyo. Podría mencionar a muchos que han dedicado su vida a esta lucha, poniendo el dinero de su bolsillo. Pero, sin duda, hay gente que ha mantenido negocios, ha ejercido cargos y ha vivido a costa de ser radical. Que van a la radio o a la televisión a decir lo que la gente quiere oír, gente que jamás se planteó coger un fusil e ir a Cuba, pero viven del discurso extremista. Es la apuesta de quién es más radical. No han resuelto nada en medio siglo.-

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