Sadio Garavini di Turno: Brasil y Venezuela
Brasil y Venezuela atraviesan una grave crisis económica y política. Sin embargo, la crisis brasileña no es comparable a la tragedia venezolana. Brasil con una inflación del 10% y una recesión del 3.8% sufre la peor crisis económica desde 1930, pero en Venezuela estamos al borde del colapso de la economía. Según el FMI, la inflación alcanzará 700% en el 2016, la más alta del mundo y en el 2017 llegará a 2200%. La caída del PNB en el 2015 fue del 8%. A esto habría que agregar la escasez de bienes de primera necesidad y el desastre de los servicios públicos, en particular el eléctrico, el cierre de miles de empresas y una delincuencia desatada, que pone a Venezuela entre los tres países más violentos del orbe.
Tampoco la gravedad de la crisis política en los dos países es comparable. En Brasil, el Estado de Derecho y la Constitución son respetados. La independencia de los poderes del Estado es evidente. Un Poder Judicial que logra enjuiciar a decenas de políticos de diferentes partidos, particularmente a los miembros del partido de gobierno, incluyendo al expresidente Lula, a algunos de los empresarios más importantes del país, como Marcelo Odebrecht y al principal asesor electoral del PT, Joao Santana, produce una sana envidia. El enjuiciamiento de la presidenta Rousseff puede ser discutible políticamente, pero sigue escrupulosamente el proceso previsto en la Constitución. En Venezuela, en cambio, la Constitución es violada descaradamente por el Gobierno, respaldado por un Tribunal Supremo de Justicia, nombrado inconstitucionalmente el 23 de diciembre, después de la abrumadora derrota electoral del gobierno, en las elecciones parlamentarias, por una Asamblea Nacional ya “moribunda” y sin legitimidad democrática, por vía “express”, sin respetar el procedimiento legal y sin tener buena parte de los magistrados los requisitos del cargo. Este Tribunal ilegítimo ha declarado inconstitucionales todas las leyes que la nueva Asamblea Nacional ha aprobado, incluso aquellas, como la Ley del Banco Central de Venezuela, que es solo una réplica de la ley vigente hasta el 2014 y por tanto aplicada durante el gobierno chavista. El Poder Judicial venezolano en general se ha convertido en un simple instrumento del Poder Ejecutivo, utilizado además para perseguir y encarcelar a líderes de la oposición democrática, como Leopoldo López y Antonio Ledezma, el alcalde de Caracas.
En América Latina, a finales de los años ’90 e inicios del siglo sopló un “viento de cambio” a partir de la elección de Hugo Chávez en Venezuela, seguida por la llegada al poder de los gobiernos de Lula, los Kirchner, Correa, Ortega y Morales, entre otros. Con sus diferencias, la izquierda populista, más o menos radical, surgió como una ola en la región. A partir del final del 2015, un nuevo “viento de cambio” está soplando en el continente. La elección del gobierno Macri y el debilitamiento del peronismo radical en Argentina, la derrota de Evo Morales en el reciente referéndum en Bolivia, la pérdida, después de 12 años, de la alcaldía de Bogotá por parte de la izquierda, la renuncia de Rafael Correa a participar en la próxima contienda presidencial en Ecuador, la abultada derrota electoral del “chavomadurismo” en Venezuela y la apertura de las relaciones diplomáticas entre EEUU y Cuba, con sus lentas, pero previsibles, consecuencias económicas y políticas, a mediano plazo, representan evidentes síntomas de un cambio de rumbo político en América Latina. Pero el final del gobierno de Dilma Rousseff en Brasil sería un verdadero terremoto político continental.
El próximo 11 de mayo bastará que, por lo menos 41 de los 81 senadores, voten a favor del “impeachment”, para que el vicepresidente Michel Temer asuma la Presidencia provisionalmente hasta completar el juicio en el Senado. Ya 50 senadores han afirmado que votarán a favor del enjuiciamiento y Temer ya tiene listos varios candidatos a los ministerios más relevantes. El político de centro derecha y excandidato presidencial José Serra probablemente será el próximo canciller. Por un corto tiempo, la crisis política brasileña distrajo la atención internacional de la crisis venezolana, pero para el gobierno Maduro la salida de Rousseff y del PT del Gobierno, conjuntamente con el considerable deterioro de la imagen del ex Presidente Lula y el previsible cambio de rumbo de la política exterior del Brasil significarían una verdadera “catástrofe” política. Recordemos que los gobiernos de Lula y Rousseff han sido los aliados fundamentales del chavismo. El decidido apoyo del gobierno brasileño, en conjunción con el de los Kirchner en Argentina, ha sido el escudo fundamental para “esquivar” las críticas de la comunidad internacional democrática por las violaciones a los derechos humanos y la conducta crecientemente antidemocrática del gobierno venezolano. El apoyo continental a Maduro se reduciría a los debilitados Morales y Correa, al impresentable Ortega, a Cuba y algunos países insulares del Caribe, dependientes del decreciente financiamiento venezolano de la factura petrolera. El “viento de cambio” sopla fuerte en Venezuela.
@sadiocaracas