Democracia y Política

Juancho Armas y la isla que es el mundo

MADRID– El escritor Juan Jesús Marcelo Armas (Las Palmas de Gran Canaria, 1946) le dijo un día a Luis del Olmo que se sentía canario por los cinco costados. Cuando el gran periodista español le preguntó por la esencia de ese quinto flanco, el prosista respondió que era el alma. Y en ese imperio vaporoso, sensible y sin compromisos con la geografía es donde Marcelo Armas gestiona la intensidad de su amor y su respeto por Cuba y por la libertad de los cubanos.

Con su obra como novelista, editor y periodista se ha ganado el renombre que tiene en Europa y en América Latina y desde sus primeros libros – El camaleón sobre la alfombra (1974), Estado de coma (1976) y Calima (1978), la críica y los lectores de su país vieron llegar a un intelectual pleno, conocedor y dueño de un idioma que maneja con destrezas de poeta bisiesto.

Marcelo Armas, tanto el columnista como el narrador, ha entrado con lucidez y, a veces, con rabia o melancolía, en temas tan diversos como la presencia canaria en América, la obra y la vida de Mario Vargas Llosa, el fútbol, el amor y el desarrollo de la democracia en España. Es un autor universal que deja las islas sólo para el afecto y las memorias.

Sus 20 libros, las traducciones de sus obras y los premios que colman las repisas de sus casas en Madrid y en la Sierra de Guadarrama, le permiten, con la complicidad de su querido Jorge Edwards, negarse a ser un escritor canario o español.

Jota Jota o Juancho, los seudónimos que usa para vivir, está seguro de que “lo importante en la vida de un escritor es llegar a ser escritor, a secas, sea de donde sea o venga de donde venga. Que tenga tal o cual nacionalidad no importa nada al lado de su obra”.

Por todo ello es absolutamente arbitrario y surrealista que la dictadura de Cuba y sus guatacas voluntarios o destacados en el extranjero traten a J.J. Marcelo Armas como a un escritor cubano exiliado, como alguien que asume la lejanía con la entereza de sus amigos Guillermo Cabrera Infante o de Heberto Padilla.

Lo que ha hecho Marcelo Armas es escribir una trilogía de novelas sobre Cuba – El niño de luto y el cocinero del Papa (2002), Así en la Habana como en el cielo (2007) y Réquiem habanero por Fidel, un éxito editorial que acaba de publicar Alfaguara. Los ha hecho con talento, honestidad, conocimiento de un país que ha visitado 26 veces en los últimos años y sin temor a molestar a los figurones del régimen.

Esta semana el castrismo le organizó un mitin de repudio en la Feria del Libro en Panamá durante la presentación de su novela Réquiem habanero por Fidel, donde se mueven en un mismo escenario personajes reales y de ficción. Marcelo Armas narra con ironía y oficio las agonías de la dictadura, los desencantos y los derrumbes, pero también expresa su admiración por los hombres y mujeres sencillos de aquel país.

Para el grupo de poder en la isla, esos diosecillos del platanal de Bartolo, Marcelo Armas se ha comportado como un traidor. No saben que J.J. es un escritor a secas, leal sólo a la palabra y a la libertad.

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