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Muere Madeleine LeBeau, la última superviviente del reparto de «Casablanca» en Estepona

madeleine-lebeau-bogart--620x349Madeleine LeBeau y Leonid Kinskey en «Casablanca» – ABC

 

Ella aparece una de las más famosas escenas de «Casablanca»: La Marsellesa.

Madeleine LeBeau, actriz recordada por su papel en «Casablanca» (Michael Curtiz, 1942) y por su agitada biografía, falleció el 1 de mayo en la ciudad española donde residía desde hace décadas, Estepona. La intérprete que dio vida a Yvonne, la joven que grita «Vive la France! Vive la liberté!» para desafiar al nazismo en una de las escenas más recordadas del filme, habló con ABC hace unos meses.

En la mediterránea y andaluza Estepona. En un ático de la urbanización Puerto Alto, desde cuya terraza se puede divisar la parte del puerto de la localidad donde los pescadores preparan sus aperos para salir a la mar. En la paz de un enclave urbano y tranquilo vive Madeleine LeBeau. Quien pasará a la historia por su papel de Yvonne en «Casablanca» y que es la única superviviente del reparto del mítico largometraje de Michael Curtiz que encabezaran Humphrey Bogart e Ingrid Bergman.

Un casting al que llegó porque se iba a contratar a su marido, Marcel Dalio, y que acabó con LeBeau como una de las protagonistas del largometraje. Cuenta ya con 92 años, aunque afirma que «las hadas no cumplen edad». Una frase de Tullio Pinelli -su último marido- que ha hecho suya y que suele decir cuando surge la incómoda pregunta que invita a contar primaveras. Entre las anécdotas de rodaje está aquella vez cuando se quitó los tacones para ponerse a la altura de Bogart y éste le dijo que se los volviera a poner porque para corregir eso estaban los cámaras.

 Vive retirada de todo, pasando las horas al sol en la terraza de su casa, donde le acompaña un limonero y un mandarino que su hija, María Duhour, se trajo del ático en Roma en el que vivió hasta 2012. La edad le ha pasado factura, pero conserva los recuerdos principales de una vida de película en la que su participación en «Casablanca» fue un paso más en su aventura. Un viaje marcado por un gran carácter y una vida llena de avatares provocados por la propia historia del momento.

La vida de LeBeau tiene todos los ingredientes para ser uno de los «films» que protagonizó. De hecho, guarda ciertas similitudes con la trama de «Casablanca». Estaba casada desde los 17 años con Marcel Dalio, que era un actor judío muy conocido en Francia. Vendieron todo y se fueron huyendo de la invasión nazi con un visado para Estados Unidos, que en realidad era para Perú. Tras dar vueltas por toda la costa americana llegaron a Nueva York, donde se inventan una epidemia de escarlatina en el barco para poder salir, ya que no podían desembarcar al estar en cuarentena. LeBeau recuerda a los «hombres de la maleta negra». «Cuando descubren que está lleno de judíos huidos de Francia deciden autorizar el desembarco y les recibe Charles Boyer», asegura María Duhour.

Mi vecino «Boogie»

Después de tres meses haciendo teatro en Canadá, volvió a Estados Unidos para vivir en Los Ángeles. En la casa de al lado vivía Bogart, al que llamaban de forma cariñosa «Boogie». Empieza su carrera como actriz de cine, cambia de residencia a Nueva York y durante seis años hace «el servicio militar» como actriz. En su casa una foto recuerda la Liberación de París en 1945. La imagen muestra a LeBeau cantando «La Marsellesa». «Es muy patriota», asegura su hija María. Al acabar la guerra se dispone a volver, pero llega un papel protagonista en Broadway y prolonga la estancia. Al final vuelve a Francia, donde tiene su época dorada como actriz y deja atrás un país del que recuerda dos cosas sobre el resto: la segregación racial y las «tournet» que hacía con famosos para las tropas.

En Francia desarrolló su carrera como estrella. «Solía incluir en los contratos una cláusula para no ir a Alemania de promoción», recuerda su hija María, que es fruto de su amor con el guionista Clement Duhour. Unos años en los que incluso se acercó a hacer cine a España y participó con Carmen Sevilla en «La pícara molinera». Una aventura que le granjeó una buena amistad con Paco Rabal. Esta fue la época en la que se atrevió con todo: teatro, cine, televisión.

Lejos de los focos

Pese a su carrera, siempre ha estado alejada de los medios. «Nunca hemos sido una familia que estuviera en el foco mediático», relata María, quien asegura que entre las grandes amistades de su madre estuvo Michelle Monroe, que vivía en la casa de Los Ángeles que luego pasaría a la historia por ser el escenario en el que el clan de Charles Manson mató a Sharon Tate.

Vivió en Francia hasta 1966 y se marchó a Roma para compartir su vida con Tullio Pinelli, guionista de Federico Fellini, y con él compartió vida y retiro en la capital italiana durante más de 40 años. La familia recuerda cómo Fellini tenía «una cafetera para el expresso en casa» y cómo se subía a la parte superior del ático junto a Pinelli para pasar horas y horas escribiendo películas. De aquel ático salió, por ejemplo, el guión de «La Strada» y de «Ocho y medio». La vida en Roma ya no era la de una gran actriz, sino la de «una señora normal» al lado de un intelectual como Pinelli.

Pero Madeleine LeBeau conserva grandes pasiones. Su familia dice que el 70 por ciento de su tiempo es tenis y que es una apasionada de Rafa Nadal. «Le fascina», dice su hija, quien cuenta que la devoción es tal que cuando vivían en Roma le mandaba telegramas a los torneos como el de Shanghái dándole ánimo y luego al final firmaba: «Victoria». Ahora LeBeau reconoce que su admirado no está en el mejor de los momentos y dice que «está mal porque está lleno de lesiones».

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