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The Economist: ¿Por qué las aerolíneas abandonan Venezuela?

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En la década de los setenta la riqueza petrolera de Venezuela atrajo a viajeros de negocios de todo el mundo. Un Concorde de Air France volaba entre París y Caracas una vez a la semana. Sin embargo, para las compañías aéreas, el boom supersónico ha dado paso a un descenso frustrante. El 28 de mayo de Lufthansa anunció que suspendía sus vuelos tres veces por semana desde Frankfurt a Caracas a partir del 18 de junio. Dos días más tarde LATAM, el grupo aéreo más grande de América Latina, declaró que iba a interrumpir todos sus servicios al país después del 1 de agosto. En los últimos años, Air Canada, American Airlines, Alitalia y Gol han reducido o suspendido sus operaciones en Venezuela. ¿Por qué tantas compañías aéreas están eliminando al país de sus itinerarios?

Una caída en picada del precio del petróleo, agravada por años de mala administración de Hugo Chávez, y su sucesor, Nicolás Maduro, ha destrozado la economía de Venezuela. Este año, el FMI prevé que el PIB del país se contraerá un 8% y la inflación se elevará en torno al 500%. La escasez de alimentos y medicinas, exacerbada por el saqueo generalizado, hacen que la vida diaria sea una desgracia. En respuesta a la creciente inquietud social el gobierno ha tomado medidas enérgicas contra la protesta pública y la oposición política. Luis Almagro, secretario general de la Organización de los Estados Americanos, ha pedido una reunión de emergencia que tendrá lugar a finales de junio para discutir si el gobierno del Sr. Maduro ha violado los principios democráticos establecidos en la Carta de la organización. Un irritable Sr. Maduro le dijo que «se la introdujera por donde le cupiera«.

Desesperado por evitar una cesación de pagos, lo que imposibilitaría el crédito a la industria petrolera en crisis, el gobierno ha endurecido los controles de cambio introducidos por Chávez en 2003. Las restricciones hacen que sea casi imposible para las empresas convertir bolívares a dólares. Esto ha hecho que sea difícil para las compañías aéreas internacionales, que suelen cobrar a los clientes en moneda local, repatriar sus beneficios. Lufthansa ha dado a pérdida los más de $ 100 millones que dice que se le debe; LATAM dice que se le deben $ 3m. La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), organismo comercial que engloba a las compañías aéreas, estima que el gobierno de Venezuela retiene cerca de $ 3.8 mil millones de dólares correspondientes a los ingresos de las aerolíneas. 

Just a handful of foreign airlines remain. Air France, United Airlines and Iberia have all said they will maintain their flights for the time being. But it might not be long before they, too, fly away.

La demanda de vuelos a Venezuela, en todo caso, ha caído en los últimos años ante un menor número de viajeros de negocios que visitan el país. LATAM dice que los vuelos a Caracas representan menos del 1% de su negocio. El aeropuerto de Caracas está a menudo desierto. Pero la marcha de los transportistas son un golpe simbólico al gobierno y agravan el aislamiento de Venezuela del resto del mundo. Sólo un puñado de compañías aéreas extranjeras permanecen todavía. Air France, United Airlines e Iberia han dicho que van a mantener sus vuelos por el momento. Pero puede que no pase mucho tiempo antes de que ellas también alcen vuelo. 

Traducción: Marcos Villasmil

 


ORIGINAL INGLÉS:

THE ECONOMIST

J.R.A.

The Economist explains: 

Why airlines are abandoning Venezuela

IN THE 1970s Venezuela’s oil wealth attracted business travellers from all over the world. An Air France Concorde flew between Paris and Caracas once a week. But for airlines the supersonic boom has given way to a frustrating bust. On May 28th Lufthansa announced that it was suspending its thrice-weekly flights from Frankfurt to Caracas as of June 18th. Two days later LATAM, Latin America’s largest airline group, declared that it would cut all its services to the country after August 1st. In recent years Air Canada, American Airlines, Alitalia and Gol have all scaled back or suspended their Venezuelan operations. Why are so many airlines crossing the country off their schedules?

A nosedive in the price of oil, compounded by years of mismanagement by Hugo Chávez and his successor, Nicolás Maduro, have left Venezuela’s economy in tatters. This year the IMF forecasts the country’s GDP will shrink by 8% and inflation rise to around 500%. Shortages of food and medicine, exacerbated by widespread looting, make daily life a misery. In response to increasing social unrest the government has cracked down on public protest and political opposition. Luis Almagro, secretary-general of the Organisation of American States, has called an emergency meeting to be held later in June to discuss whether Mr Maduro’s government has violated the democratic principles set out in the organisation’s charter. A testy Mr Maduro told him to “shove it wherever it fits”.

Desperate to avert a sovereign default, which would cut off credit to the ailing oil industry, the government has tightened currency controls introduced by Mr Chávez in 2003. The restrictions make it almost impossible for companies to convert local bolívares into dollars. This has made it difficult for international airlines, who typically charge customers in local currencies, to repatriate their profits. Lufthansa has written off the more than $100m it says it is owed; LATAM says it is due $3m. The International Air Transport Association (IATA), the airlines’ trade body, estimates that Venezuela’s government is withholding $3.8 billion of airline revenues. 

Demand for flights to Venezuela has, in any case, fallen in recent years as fewer business travellers visit the country. LATAM says that flights to Caracas make up less than 1% of its business. Caracas’s airport is often deserted. But the carriers’ departures are a symbolic blow to the government and exacerbate Venezuela’s isolation from the rest of the world. Just a handful of foreign airlines remain. Air France, United Airlines and Iberia have all said they will maintain their flights for the time being. But it might not be long before they, too, fly away. 

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