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Venezuela en el caos; incluso los jesuitas están divididos

VI-ES-ART-33981-venezuela_reutersEl último número de “Popoli” documenta las divisiones políticas entre “bolivarianos” y opositores que afectan también a la Iglesia y también a la misma Compañía
Si hace algunas semanas incluso Papa Francisco tuvo que intervenir en la crisis venezolana, con una carta abierta al presidente Nicolás Maduro y a la oposición, es porque la tensión no da muestras de disminuir. En las últimas horas se han repetido los enfrentamientos entre manifestantes y las fuerzas del orden en la capital Caracas y en otras ciudades. Meses de protestas violentas han provocado, por el momento, más de 700 heridos y la muerte de 41 personas. Y no parece haber nada bueno en el horizonte.

Incluso dentro de la Iglesia católica se respiran disputas nunca resueltas entre quienes apoyan la revolución bolivariana (inaugurada por Hugo Chávez y ahora guiada por su mucho menos carismático heredero) y los que la consideran como la causa del malestar del país.

El número de mayo de la revista internacional de los jesuitas italianos, “Popoli”, documenta, gracias a un detallado análisis de Mauro Castagnaro en la entrevista que lleva la firma del director Stefano Femminis, esta alarmante situación. Y, con valentía, demuestra que los jesuitas mismos tienen posturas muy diferentes, tal vez porque (y esta es interpretación nuestra) cada uno de los juicios refleja los humores de los diferentes estratos sociales en los que los religiosos están sumergidos: algunos en el mundo académico, otros en contacto con la clase media, otros más, en cambio, al lado de las franjas más marginadas de la población.

Toda esta situación parece indicar que el Secretario de Estado, Pietro Parolin (que desde hace tiempo anunció su intervención autorizada, pues fue hasta el año pasado el nuncio apostólico en Caracas), tendrá que sudar las proverbiales siete camisas para encontrar un acuerdo entre las partes.

Uno de los que más critican al gobierno es el padre Jesús María Aguirre, director del Centro Gumilla, prestigioso instituto de estudio y acción social de la Compañía de Jesús. Según Aguirre, tanto la situación económica como la dirección política de la actual Venezuela no son correctas. Su análisis es durísimo: las recientes protestas estudiantiles tienen que ver con el creciente disgusto y con la desesperación de la clase media, que ha sido empobrecida por una inflación superior al 50% y por el fracaso de muchas pequeñas y medianas empresas. A estos factores habría que añadir, además, el condimento político, puesto que la mayoría de los venezolanos rechaza el modelo cubano y, a pesar de la derrota de los cambios a la Constitución de carácter sustancialmente comunista que propuso Chávez en 2007, el gobierno trata de imponer este modelo con leyes menores.

Acentos menos severos, pero también críticos, explica “Popoli”, fueron pronunciados por el padre Luis Ugalde, ex-rector de la Universidad Católica Andrés Bello; sostiene que el enfoque económico equivocado de Chávez no ha sido cambiado y produce efectos negativos: la inflación ha llegado al 56%, el déficit del Estado se encuentra en el 14%, la deuda (tanto interior como exterior) ha aumentado considerablemente, se importan demasiados bienes debido a la falta de producción interna, ha disminuido la producción de crudo, faltan bienes de primera necesidad y todo esto genera un gran malestar entre la gente.

La conclusión de Ugalde es lapidaria: en esta crisis el que debe hacer un examen de consciencia es el gobierno, cuyas políticas equivocadas y anticonstitucionales han llevado al país al abismo y a la violencia. También Pedro Trigo, teólogo de la liberación, denunció la irresponsable política del ejecutivo que no sabe afrontar las necesidades de la economía y que, por el contrario, está produciendo una proletarización rampante de la clase media, misma que habría visto disminuirse su poder adquisitivo hasta el punto de no poder satisfacer sus necesidades esenciales.

Pero otros jesuitas no comparten estas opiniones. Es más, piensan de forma diametralmente opuesta. Entre otros, “Popoli” cita al padre Jesús Gazo, capellán de la Universidad Católica de Táchira. Admitiendo que Maduro no es Chávez, en cuanto a carisma y autoridad, Gazo denunció maniobras oscuras en contra del gobierno entre los miembros de la oposición. Y se plantea preguntas como: ¿por qué se protesta en Venezuela, si el 42% del presupuesto del Estado está destinado al gasto social; por qué se protesta si ha sido aniquilado el analfabetismo? Cinco millones de personas, indicó, han salido de la pobreza.

En un contexto tan delicado, indicó “Popoli”, el provincial de los jesuitas, Arturo Peraza, llamó a sus hermanos a «salir de la polarización». El cardenal Parolin también llama al buen sentido y a la buena voluntad de las partes en conflicto: «El proceso de paz es una grande responsabilidad ante el pueblo de Venezuela y es una gran ocasión que no debe ser desperdiciada», escribió en una carta.

Lo que se espera es que tanto dentro de la Iglesia como en la sociedad civil prevalezcan las razones del diálogo y de la paz por encima de las ideologías y del odio por los adversarios políticos. 

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