Disidentes cubanos: los grandes olvidados
Varios líderes de grupos disidentes cubanos peregrinan estos días por Europa tratando de que los dirigentes del Viejo Continente no se olviden de la lucha que vienen manteniendo desde hace décadas para que se respeten los Derechos Humanos en Cuba.
Desde que la Administración Obama dio el paso para poner fin al deshielo en las relaciones con el régimen de los Hermanos Castro, parece haberse corrido un oscuro velo sobre los sufrimientos que padecen los hombre y mujeres que en la isla tratan de recuperar la democracia. En realidad, algunos Gobiernos habían comenzado antes a dar señales de que les importaba más estar en buena posición para sacar rendimientos de los cambios que se apuntaban en Cuba, aunque fueran excesivamente tibios.
Antes de que Washington buscara abiertamente la reconciliación, ya se eludía cuando se viajaba al país caribeño mantener encuentros con los disidentes. En el caso español, se argumentaba que, gracias a la incipiente apertura del régimen, a esos disidentes se les podía ver en Madrid. De paso, se evitaba irritar a Raúl Castro, aunque ni siquiera eso sirvió para que el presidente cubano recibiera al ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo en su primer viaje a La Habana en noviembre de 2014. (En su viaje más reciente, de hace sólo un mes, sí hubo encuentro).
Ahora, una decena de disidentes, entre los que están algunos tan destacados como José Daniel Ferrer o el periodista Guillermo Fariñas, acaban de estar en Suiza, donde han firmado el ‘Petitorio de Ginebra’, en el que plantean “que la exigencia del respeto a los Derechos Humanos de los ciudadanos cubanos sea prioritaria en los diferentes procesos de negociación política económica y diplomática”, tanto a nivel bilateral como multilateral.
Tras su paso por Ginebra, algunos de esos disidentes han estado en Madrid, donde se han reunido con la directora de la Oficina de la Comisión Europea en Madrid, Aránzazu Beristain, para exponerle sus temores a que las negociaciones comunitarias en marcha con las autoridades cubanas no hagan especial hincapié en el respeto de los Derechos Humanos
Durante sus estancia en Madrid también han acudido al Ministerio de Asuntos Exteriores, donde sus interlocutores no han querido airear en exceso la reunión. Un breve saludo con el secretario de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica, Jesús Gracia, y una reunión con la subdirectora general de Centroamérica y Caribe, Mar Fernández-Palacios. Casi un encuentro en semiclandestinidad, porque ahora la prioridad es evitar los roces con el régimen para no perjudicar la ofensiva que trata de que España, ante la llegada de nuevos actores exteriores a Cuba, no pierda la posición que alcanzó la isla en los momentos más duros.
Desde el punto de vista de la defensa de los intereses empresariales españoles se puede entender ese deseo de no molestar a las autoridades cubanas e incluso de ayudarles en el proceso de apertura, pero eso no debería ser incompatible con apoyar a quienes buscan la democratización de Cuba y con hacerlo de manera visible. Si se reclama la liberación de los presos políticos en Venezuela no se puede callar que, como ha denunciado el propio Fariñas, en lo que va de año, se han producido alrededor de 6.000 detenciones “arbitrarias” en Cuba, donde la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN) ha elaborado una lista de 89 presos políticos, después de que Raúl Castro, en presencia de Barack Obama, negara su existencia.
Es algo que se les debe a miles de cubanos han pasado gran parte de sus vidas encarcelados sólo por pensar de manera diferente o que, como el fallecido Oswaldo Payá, dedicaron su existencia a luchar por las libertades en su país.