Rajoy se afianza, pero el PP ve más difícil el pacto con Rivera si no gana votos
El balance popular del debate: «Un zombi, un veleta y Heidi con coleta».
El PP está satisfecho con el resultado del debate a cuatro. En el equipo de campaña el objetivo que se habían fijado era consolidar voto, sin arriesgar. Asentar la idea de que en estas elecciones se elige entre la «continuidad, la estabilidad y la moderación», con lo que identifican a Mariano Rajoy, y un Gobierno de «izquierda extrema», controlado por Pablo Iglesias. Y su análisis es que los objetivos se cumplieron y que Rajoy salió «más seguro de lo que entró». El apartado de la corrupción lo daban por perdido, pero aspiraban a que no contaminara al resto de bloques. Y eso también lo dan por conseguido.
Que Albert Rivera aguantara tan bien es lo que no entraba del todo en sus planes, pero está por ver, precisan, cómo se traslada esto en la valoración demoscópica.
Por tanto, el PP cree que el debate no limita sus posibilidades de aprovechar lo que queda de campaña para intentar que se mantenga su tendencia al alza en intención de voto, y que esto, finalmente, se traduzca en una subida en escaños en el reparto de los restos.
La satisfacción que compartían ayer en las filas populares es compatible con que el debate haya servido también para asentar la idea de que Rajoy puede tener que enfrentarse a un escenario «complicado» aunque gane las elecciones si no mejora en intención de voto y en escaños, y si Rivera aguanta. Todo dependerá de cómo quede el reparto de votos, pero la «fiereza» hacia Rajoy con la que el líder de Ciudadanos busca asegurarse un espacio en el debate sorprendió en las filas populares. Por supuesto que esperaban a un Rivera combativo, pero no que éste fuera «casi más lejos» de lo que llegó Pedro Sánchez en el «cara a cara» de las elecciones de diciembre.
En campaña vale casi todo, y después los partidos se encuentran legitimados para poder rectificar también casi todo. De hecho, Rivera ya lo hizo con respecto a la posición que había fijado en diciembre respecto a sus pactos poselectorales. Pero en el PP asumen que es muy difícil que el líder de la formación naranja acabe atándose a Rajoy, salvo porque le fuercen los resultados electorales: ellos suban, y Ciudadanos caiga. De no ser así, en medios populares juegan con la hipótesis de que Rivera se una al PSOE para presionar a Rajoy para que dé un paso atrás como condición en la negociación postelectoral. Rajoy tiene la intención de resistir a esas posibles presiones, aunque sean más intensas que en diciembre. Pero las urnas medirán su capacidad de resistencia.
De momento, Génova se movilizó ayer para apuntalar un balance a su favor del debate. Los expertos sostienen que tan importante como el debate es el posdebate, y la capacidad de que se genere un clima de opinión. Y en ello se emplearon. Rajoy optó el lunes por plantar cara a sus rivales sin despegarse del tono moderado, pero ayer el PP sacó toda su artillería para barrer hacia casa.
El presidente del Gobierno en funciones reivindicó su victoria sin salirse de su perfil de campaña, más institucional y pedagógico que bronco. «Quedó claro que en España hay un proyecto en marcha, consolidar la recuperación y, enfrente, mucho ruido. No veo un proyecto claro. Sólo gente empeñada en contarnos lo mal que ven las cosas. No se puede construir nada siendo un cenizo», sentenció. Pero en un planificado reparto de papeles, al tiempo otros portavoces de su partido, como el cabeza de lista por Almería, Rafael Hernando, cargaron sin clemencia contra los adversarios. Pedro Sánchez, «un zombi»; Pablo Iglesias, «el de la piel de cordero que en elecciones se transforma, y ahora parece Heidi con coleta», y Albert Rivera, «una veleta», que «ha mentido a todos los españoles».
Rajoy, por su parte, también reivindicó su experiencia como gestor al frente del Gobierno, como ya hizo durante su duelo televisivo. «Para tener recursos hay que saber gobernar. Aquí la frivolidad, las cosas que estamos oyendo, los inventos de última hora y las palabras que suenan bien pero no significan nada no son útiles para atender las necesidades de los ciudadanos».
El resultado del debate ha servido para que la dirección popular afiance su estrategia de campaña, dirigida a contraponer su programa frente a lo que representa Unidos Podemos.