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La personalidad de PPK: manual para entender a tu presidente

base_imagePedro Pablo Kuczynski Godard es bastante especial: es asertivo, simpático y brillante en lo suyo; pero también provoca confusiones. (Fotos: El Comercio)

No sería presidente si no fuese complicado entenderlo. Es la prerrogativa de los personajes especiales y Pedro Pablo Kuczynski (PPK) es bastante especial: es asertivo, simpático y brillante en lo suyo; pero también provoca confusiones, jaladas de pelos en su entorno y, con sus tremendas risotadas a guisa de rectificación, nos hace saltar cuando el suelo está parejo. Tanto verlo en la campaña, creemos que lo conocemos al revés y al derecho, pero aún nos guarda sorpresas. Aquí, un manual para ayudar a tenerle paciencia en aras de la futura gobernabilidad.

 —La verdad innecesaria— 

Es un asunto ético y filosófico, pero Pedro Pablo Kuczynski tiene una personalidad especial que va a marcar, con tensiones y risas distendidas, el quinquenio que se nos viene. La verdad es una virtud, pero no siempre hay que deletrearla y gritarla. Sobre todo si nadie preguntó por ella y cantarla va contra tus propósitos. Alejandro Toledo nos sorprendió mintiendo gratuitamente sobre su vida y obra. Ahora tendremos un presidente que nos alterará los nervios con precisiones innecesarias sobre la verdad de la milanesa. Por ejemplo: Le preguntaron por un tuit suyo sobre el amor gay y dijo que no lo había escrito, pero que estaba de acuerdo con el contenido. O sea, escogió un tema polémico, para decir a los cuatro vientos que, como muchos políticos, tiene un CM (community manager) que escribe por él. Y, claro, se armó un inútil jaleo. Un amigo suyo experto en campañas contó que en su reciente encuentro con empresarios chilenos en Puerto Varas les dijo que “ganó por un pelito”. ¡Claro que no tenía que decirlo! Sin embargo, este mismo amigo señala que ese lado “políticamente incorrecto e imprevisible” de PPK desconcierta y a la vez “lo hace simpático, pues la gente percibe allí algo genuino”, distinto al cálculo con el que identifican a otros políticos tradicionales. 

—Posición adelantada— 

Si la campaña fuera un partido de fútbol, a PPK le paraban el juego por posición adelantada. Y hasta le anulaban algún ataque que él creyó gol pero no podía serlo porque la maniobra no tenía contrarios, no servía para nada. Por ejemplo, anunciar que Alfredo Thorne iba a ser su ministro de Economía tan temprano como en CADE de diciembre del 2015 le quitó sorpresa y nervio político –o sea, humana disposición a la negociación– a sus meses venideros. Anunciar que bajará el IGV, por más teóricamente respetable que ello suene, mientras los rivales hablan de sus planes de recaudación tributaria, también sonó a posición adelantada. Ya electo, ha hecho jugadas adelantadas voceando ministros a destiempo y pedidos de facultades legislativas ante un Congreso ni siquiera instalado. Lo de Doe Run también parece posición adelantada y, esta vez, con riesgo de sanción. Su amigo experto cree que, en efecto, PPK hace anuncios muy prematuros, pero tal vez le importa mandar señales a entornos particulares. Y hace este apunte: “PPK es reilón y simpático, pero no expresa las grandes emociones que convocan otros políticos en sus discursos, tampoco da grandes muestras de afecto, otros lo hacen en lugar de él”. Volveremos sobre este aspecto ‘delegativo’ de su personalidad política. 

—¿No les da risa? ¡Qué pena!— 
Vaya que PPK tiene sentido del humor. Celebra sus chistes como si fueran buenísimos, con carcajadas que son su marca cuando de remedarlo se trata. Es de esas personas tan seguras de sí mismas que ni sus chistes malos escapan al autohomenaje. En buena hora por su autoestima. Los rigores de la segunda vuelta congelaron la risa, pero ha reaparecido campante y estruendosa. El psicólogo Jorge Bruce dice que PPK “está utilizando la risa para desdramatizar situaciones, para cambiar la polaridad”. Y, aunque observa que “hay un toque de extrañeza que no te invita a reír con tranquilidad”, destaca que “nunca lo he visto reír con intención dañina hacia otra persona; no se ríe de otro ni invita a su corte a que lo haga, como hacen otros políticos”. El amigo experto reconoce que, en muchas ocasiones, la risa “cae mal a cierto grupo de limeños y peruanos”, pero tiene dudas sobre su efecto en otros sectores: “El peruano es reilón, la risa desinflama, descongestiona”. ¿Y cuando la risa ocupa el lugar de una esperada definición? “La risa es ajena a eso, no debe reemplazar a eso”.

 

—¿Lo digo o no lo digo? ¡Lo digo!—

 
La franqueza es prima hermana de la imprudencia. Una se aplaude, la otra se lamenta; ambas juntas se atenúan hasta anularse. Eso pasó varias veces en esta campaña. Por ejemplo, habló de la “perra vida” de Verónika Mendoza, justo cuando disputaba con ella el pase a la segunda vuelta. Cuando dijo “hijo de ratero, ratero”, sonó ofensivo no solo a su contendiente Keiko, sino a unos cuantos millones de peruanos. En ese momento, los asesores pensarían que su asesorado era su peor enemigo. Ajustémonos los cinturones porque es muy probable que en el quinquenio que viene pasemos turbulencias originadas en una palabra o una carcajada de más. 

 

—No me gusta la política, pero soy político—

 
PPK es político a tiempo completo porque es lo que manda nuestro presidencialismo de campañas extenuantes. Se reúne y conversa, con pacto y sin pacto, todos los días. Pero el acto esencial de la comunicación política, que es convocar mediante el discurso la emoción del ciudadano para comunicarle con énfasis la decisión tomada, o rodearse de un grupo humano –partido o portátil– para hacerlo, no es su fuerte. Lo suyo es el alto management, la gran gestión ilustrada. Su amigo recuerda que por eso mismo, en el 2011, recurrió al impulsador Miguel Cornejo para que hablara por él. En el 2016 tuvo que afrontar este imponderable de la política, y de ahí que se haya escudado en el humor, la franqueza, la posición adelantada y la delegación de temas cruciales en sus voceros. 

 

—La edad cuenta—

 
Para evitar prejuicios sobre la edad, que hable el psicólogo Bruce: “Es cierto que con la edad no solo los músculos, sino la mente se vuelve más rígida y uno se vuelve más testarudo; pero también es cierto que la experiencia y la sabiduría juegan a favor. Ojalá ese sea el caso”. Valgan estas claves para tomar con calma al singular presidencialismo que ocupará nuestras angustias y esperanzas ciudadanas.

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