¿A dónde vas España?
NOTA PUBLICADA EN: https://encuentrohumanista.org/2023/11/30/a-donde-vas-espana/
-La Península Ibérica siempre ha sido un bocado apetecible para los invasores expansionistas desde hace más de 2.000 años.
-Sólo con claridad y firmeza se podrá detener lo que al final podría resultar la gran hecatombe hispana de los nuevos tiempos. Esta vez, con el “Piolín” no basta.
Los albores del Siglo XXI han traído a España un proceso revisionista de su modelo de Estado, que se viene gestando hace un buen tiempo. La corriente revisionista se hace llamar “progre”, pero no son otros que los mismos comunistas que en el pasado, hace más de 80 años, lograron poner en jaque la vida de los españoles.
Y cuando estas cosas ocurren es conveniente descartar las casualidades y pensar en profundidad en los procesos pasados de la vida política de los pueblos, por muy remotos que parezcan, porque son inmutables las causas y razones que por la singularidad de este país, su gente y su territorio, conduzcan a que estos hechos se produzcan y repitan una y otra vez en el tiempo.
La Península Ibérica siempre ha sido un bocado apetecible para los invasores expansionistas desde hace más de 2.000 años. La razón es muy sencilla, en aquellos tiempos y todavía ahora, para los pueblos europeos hay un centro de su vida geopolítica, que no es otro que ese maravilloso Mar Mediterráneo, lago interior que une y separa al mismo tiempo, pero cuyo control es estratégicamente clave si quieres dominar Europa.
-Los Fenicios, comerciantes y especialmente grandes navegantes, venidos desde las orillas más orientales del Mediterráneo dominaron la entrada a este Mar y la salida al Atlántico, y sus herederos cartagineses libraron las Guerras Púnicas con Roma para tratar de conservar el control de sus importantes posesiones.
-Los romanos que ocuparon la Hispania se asentaron en estas tierras con vocación de permanencia, ya que aportaba al Imperio muchas riquezas e inestimables ventajas estratégicas. No ocurrió lo mismo con la Bretaña, en la que los romanos se desgastaron en duros enfrentamientos, sin que hubiera una auténtica compensación a su esfuerzo.
-Los árabes en el 711 también lo tuvieron claro y se conformaron con la invasión y dominación de este espacio por más de 700 años, sin importarles el resto de Europa. Trataron de ir más allá, pero tan tímidamente, que Carlos Martell los detuvo en Poitier en el 732, y nunca más volvieron a intentarlo.
-Otro que pretendió apoderarse de España fue Napoleón Bonaparte, que llegó a instalar en la corona española a su hermano José, cuya permanencia en el trono fue tan intensa como efímera, y supuso al final, con las Batallas de Bailén y Vitoria, la derrota que señalaría el inicio del fin del Emperador francés.
-Luego fue Adolfo Hitler quien pretendió el control de la península, pero encontró en Francisco Franco un hábil aliado, que supo evitar que España entrara en la II Guerra Mundial, librando a este país de las consecuencias que hubiera sufrido si en su territorio se hubiera combatido como en el resto de Europa. No obstante, España por haber sido aliada del Eje, no pudo evitar muchos años de aislamiento, hambre y miseria.
Todos estos acontecimientos históricos tienen un elemento geopolítico común, que no es otro que el dominio de la península y con ello, la puerta de acceso al Mar Mediterráneo. Y esto, por muy remoto que parezca, sigue teniendo vigencia hoy en la Europa de los 27. Los objetivos que gobiernan la geopolítica tienen carácter permanente, aunque en estos tiempos sean otros los medios y caminos para alcanzarlos.
Por ello, la posibilidad de una Cataluña independiente, manejada por algún país poderoso no es ninguna quimera, como tampoco lo es que las diferentes tendencias internas, tengan entre sus planes el fin de la Monarquía Parlamentaria actual, que abra las puertas a una España republicana, que reviva los trasnochos del social-comunismo del 34-36, con las mismas alianzas internacionales de entonces.
Hoy se han conjuntado los intereses de comunistas, independentistas, separatistas y republicanos para tratar de convertir ese sueño en realidad, dando al traste con lo que han sido más de 40 años de estabilidad política, y particularmente, con el fin de la presencia de las bases de la OTAN en territorio español, lo que sería muy bien visto desde Moscú, Pekín y Teherán.
Entonces estaríamos ante la eventual vuelta a tiempos de odio, crimen, persecución y muerte, pasando por la instalación del marxismo-leninismo atávico, o la pretensión de otros de extender la influencia musulmana en Europa, que pasa necesariamente entre otras cosas por la ensoñación de Al Ándalus.
¿Podríamos pensar que detrás de Pedro Sánchez y sus cómplices no están Rusia, China, Irán, o Marruecos, país con el que mantiene sospechosas relaciones y contactos? Si, pero también podríamos estar pecando de ingenuos.
No es necesario pensar lo mismo con los aliados del Socialismo del Siglo XXI (Venezuela, Cuba, Nicaragua, etc.) porque ellos ya forman parte del gobierno español, donde ocupan vicepresidencias y ministerios, con José Luis Rodríguez Zapatero como muñidor de nexos, apoyos y ayudas.
Todo este cocktail de despropósitos le da unas características especiales al actual momento político, en el que una Ley de Amnistía abre caminos a la impunidad, y con ella, a cualquier actuación ilícita y criminal de los interesados.
Se pretende descomponer la estructura del Estado español, acabar con su democracia, su Constitución y, particularmente, con el principio de separación de poderes y el Estado de Derecho, como arietes para separar a Cataluña y por qué no, al País Vasco, mediante sendos referéndums, y finalmente acabar con la monarquía.
Existe un sector institucional que está tratando de evitar que la gran traición pueda materializarse, habida cuenta de que la amenaza va mucho más allá de lo que nos imaginamos. Pero esto no es suficiente. Hace falta una gran movilización social, que dé legitimidad a las difíciles decisiones que deben tomarse para frenar la deriva rupturista.
No es baladí lo que enfrentamos; pero también habría que advertir seriamente a quienes impulsan este derrotero que persigue cambiar la actual estructura del poder nacional, y otros fines inconfesables, los graves riesgos a que también ellos se exponen, ya que dicha conducta los podría colocar frente al Tribunal Supremo como autores, coautores, cómplices o colaboradores de delitos contra la independencia y seguridad del Estado.
Sólo con claridad y firmeza se podrá detener lo que al final podría resultar la gran hecatombe hispana de los nuevos tiempos. Esta vez, con el “Piolín” no basta.
Madrid, noviembre 2023
William Cárdenas Rubio
CONSULTORES CÁRDENAS
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