A escobazos, el paraíso
Bali, la exótica isla indonesia, aspira recuperar la condición de paraíso turístico, perdida por la degradación ambiental, con la movilización extraordinaria de millares de voluntarios que barrerán sus playas, bosques y ríos.
Una isla, una voz es, según el GUARDIAN londinense, el lema de la campaña para crear una Bali más verde y más prístina, lanzada por las autoridades de aquel territorio minúsculo que a duras penas logra gerenciar el boom hotelero de millones de visitantes que visitan cada año sus playas de ensueño, dejando en promedio cinco mil metros cúbicos de basura, y apuesta ahora al auxilio foráneo para restaurar su belleza natural.
Indonesia es el segundo mayor contaminador de plástico en el mundo, después de China, con unas doscientas mil toneladas de desechos que llegan cada año a los océanos a través de sus ríos y corrientes.
En Bali existen apenas cinco botaderos oficiales, capaces de absorber la cuarta parte de los desechos, mientras el resto se deposita alegremente a lo largo de los caminos, en los ríos, las montañas y el océano o se elimina en quemaderos de alta toxicidad
Durante meses, las costas se han visto ahora sepultadas por insólitas montañas de basura – plástica en buena parte- llegadas de la vecina Java en la temporada lluviosa; lo último que un turista desea tropezar mientras disfruta de sus vacaciones o su luna de miel.
Y precisamente en estos días en Youtube, el video del submarinista británico Rich Horner ha mostrado imágenes impactantes de las aguas costeras de Manta Point, donde sólo ocasionalmente un infeliz pececito tropical logra escabullirse entre la masa de inmundicias.
La iniciativa incluye a grupos como Bye Bye Plastic Bags, fundada por las hermanas Melati e Isabel Wijsen, inspiradas por una lección sobre Nelson Mandela que recibieron en su escuela, que aspiran liberar a la isla del fantasma de las bolsas de polietileno.
Es una iniciativa que imita las de otros movimientos ecologistas a través del mundo, por ejemplo en Mumbai en la India y grupos locales como Devizes en Inglaterra y Lodwar en Kenya, y prevé acarrear las toneladas de porquería a centros de triaje para ser convertidas en ladrillos.
Niños del kindergarten y muchachos del bachillerato de la Green School se movilizarán con sus padres y maestros, haciendo de la operación un evento comunitario, al ritmo del himno Una isla, una voz, compuesto para la ocasión por músicos locales e internacionales, que exhorta a dejar la isla “exactamente en la forma en que fue hallada”.
No se trata solo de una operación de limpieza sino de una oportunidad de despertar conciencia y comprensión de la magnitud del problema, porque una o dos horas de labor son suficientes para transformar el enfoque de las gentes y convencerlas de que los plásticos dan a las comunidades más dolores de cabeza que beneficios.
Como afirman sus animadores, es apenas una forma de congregar a la gente e involucrarla en el problema, para comenzar a procurarle solución.