¡…..A nadar…..!

Porque nunca faltan aguafiestas, la escogencia del 5 de julio como fecha para el restablecimiento de los baños en el Sena fue criticada como una provocación por un sector de la comunidad argelina en Francia, pues en ese día de la Fiesta Nacional de su país recuerdan la muerte de decenas de compatriotas ahogados en el río durante la sangrienta represión policial del 17 de octubre de 1961.
Hilando, tal vez demasiado fino y con bastante mala leche, se rechazó el goce de millares de despreocupados bañistas en tres playas específicas como ofensivo a la memoria de aquellos mártires de la independencia, cubriendo de oprobio a la infeliz alcaldesa –¡ella misma hija de emigrados!- por una iniciativa que pretendió graciosa y casi se convirtió en morisqueta.
Que comenzó con la apertura de los recientes Juegos Olímpicos, donde el rio resultó actor fundamental con un abigarrado desfile de barcazas y albergó después algunas competencias, que no fueron del todo exitosas. Porque una nadadora belga fue hospitalizada debido a una infección bacteriana y la prueba del triatlón masculino estuvo en suspenso varios días, después que el aguacero inaugural desbordó peligrosamente el nivel de contaminación.
Pero, en balance, la capital francesa pudo justificar el millardo y medio de euros gastados en el saneamiento y revertir un deterioro de larga data porque, pese a las fallas, funcionó el esfuerzo de las depuradoras contra las aguas residuales de treinta mil hogares y la polución causada por el tráfico de 260 barcos de turismo y transporte de mercancías.
En Suiza, por ejemplo, famosa por los quesos, la opacidad bancaria y las aguas que corrían hacia el Mediterráneo rebosantes de desechos urbanos e industriales, que exhibe ahora a bañistas en el lago Leman, borrando los recuerdos del auxilio militar forzado por la epidemia de fiebre tifoidea que golpeó a Zermatt en 1963 y elevando a la Confederación al líderazgo mundial en la purificación de micro-contaminantes, con 37 plantas de tratamiento que serán 140 a la vuelta de quince años.
En Alemania, el Spree capitalino ha recuperado vitalidad después de un siglo de veda, gracias al pertinaz cabildeo de la Ong Flussbad Berlín que incrementó en 90% los días hábiles entre mayo y septiembre para una reconfortante zambullida, a pesar del riesgo siempre vigente de las municiones sepultadas en los días finales de la Segunda Guerra Mundial.
La playa tiene 150 metros de longitud y coincide exactamente con la que existió hasta 1925 frente al boulevard de la emblemática Unter den Linden, y equivale para los berlineses a recuperar un espacio monopolizado hasta ahora por los turistas invasores.
En Oslo cosechan los esfuerzos iniciados con el siglo contra los efectos de la industrialización, al dragar el material contaminante del puerto y financiar una vasta limpieza de las aguas hasta transformar el área en un maravilloso paraíso veraniego donde no falta la institución nacional de las saunas.
En este caso, son 27 instalaciones flotantes en siete lugares con una membrecía de 18 mil personas que copan las instalaciones desde el amanecer hasta la avanzada noche desde abril hasta bien entrado el otoño.
Un fervor con que los escandinavos se entregan al brevísimo respiro que proveen sus estíos y comparten desde luego con sus rubicundos vecinos daneses, que desafían en Copenhaguen la frialdad del mar en sus propias saunas.
Y en Ámsterdam, el parque Somerlust sobre el río Amstel y los muelles del Marineterrein, en los antiguos terrenos de la marina holandesa, son ideales para nadar y compiten en popularidad con los navegantes de los canales y los visitantes a sus espléndidos museos, hasta culminar en septiembre con una suerte de fiesta local en que miles de nadadores bracearán desde la Keizersgrach hasta la rada del puerto.
Al final del día, son manifestaciones más bien simbólicas, frente a la constatación de la Agencia Ambiental Europea de que se halla todavía muy distante el nivel de neutralidad climática fijado para el año 2050m porque sólo el 37% de la superficie acuática puede exhibir niveles buenos o altos y será necesario una completa transformación de sistemas claves en la producción y consumo de alimentos, la gerencia de las ciudades, el incremento de la resiliencia natural y la preparación para el impacto del cambio climático.
Pero son sin duda refrescantes esos chapuzones en aguas que languidecían putrefactas y parecieran recuperar con las risas juveniles el protagonismo en épocas de mayor esplendor.
Varsovia, agosto de 2025.