Abascal apuntala su discurso y deja vía libre al PP para ocupar el centro derecha
El dirigente vasco reclama el final del estado autonómico, la ilegalización de partidos, cuestiona al TC y ataca el actual proyecto común europeo
La moderación y la prudencia que Vox prometió el martes se quedó en el volumen de voz que su presidente, Santiago Abascal, utilizó para defender la moción de censura. Mientras fuera del Congreso miles de españoles luchaban por su vida, la continuidad de su trabajo o de sus negocios, el dirigente vasco defendía en el hemiciclo una batería de propuestas de corte populista para desalojar al Gobierno «criminal» de Pedro Sánchez. Desde la liquidación del estado de las autonomías, hasta la ilegalización de los partidos que defienden el secesionismo, pasando por el abandono de los organismos internacionales, el cuestionamiento del proyecto europeo o de la independencia del Tribunal Constitucional.
Refuerzo para Sánchez
Abascal disparó contra todo y contra todos para justificar la necesidad y urgencia de una moción que nació aritméticamente fracasada, pero su estrategia acabó obteniendo el efecto contrario. Según extremaba y avanzaba su discurso, menos pertinente parecía la iniciativa y más oxígeno recibían el líder de la oposición, Pablo Casado —verdadero blanco de la moción— y Sánchez. Hoy el Congreso rechazará la quinta moción de censura de la democracia otorgando al Gobierno el mejor resultado obtenido nunca en este trance. Y no por valía propia sino por el rechazo a la alternativa planteada. A Abascal le llovieron las críticas por usar el Congreso buscando su propio beneficio. «Se aprovecha de las reglas de la democracia para utilizar el Parlamento como un gran plató de televisión, para su lucimiento», le acusó el jefe del Gobierno. Una idea en la que recalaron prácticamente la mayoría de portavoces, incluyendo grupos conservadores como Ciudadanos, Foro o Navara Suma. El Congreso tiene una ingente cantidad de tareas pendientes y la moción ha ocupado dos de los tres días de actividad plenaria de la semana.
Elecciones ya
Las propuestas del líder de Vox fueron muchas y variadas. Pero ninguna dirigida a resolver los problemas que los españoles tienen en este momento, empezando por la propia pandemia. Y aquí residió su principal contradicción y así perdió la oportunidad de asfixiar a un PP al que hoy resultará más fácil defender su abstención o voto en contra, a una moción de censura que Abascal intentó justificar prometiendo elecciones «inmediatas» al tiempo que lanzaba propuestas imposibles de cumplir en dos meses.
La UE, sueño de Hitler
Su primera intervención arrancó con fuerza con esta idea de devolver la voz a los españoles, con un diagnóstico correcto sobre la grave situación por la que atraviesa el país, repasando los errores de gestión cometidos por el Gobierno y denunciando las «cacicadas» cometidas. «Que a través del voto, puedan juzgar estos meses de caos y ruina y para que puedan elegir representantes que les respeten y les digan la verdad», reclamó, buscando arrinconar al PP. «Están en peligro la salud, el pan, la libertad, el futuro y la patria», aseveró.
Abascal también incluyó guiños inteligentes a los votantes conservadores, como la lectura de los nombres de todas las víctimas de ETA, dentro de una estrategia que hubiera puesto en apuros al PP si no se hubiera perdido en un discurso extremado plagado de descalificativos y ataques sin porqué. La mayoría completamente ajenos a la moción de censura como el lanzado contra las instituciones europeas que ayudan a España frente a la pandemia.
Abascal redujo la Unión a «un megaestado federal que se parece demasiado a la República Popular China, a la Unión Soviética y o incluso a la Europa soñada por Hitler». Desde esta visión, se regocijó ante el crecimiento de la ultraderecha en el continente. «Por suerte en Europa están creciendo movimientos patrióticos que no se quedarán de brazos cruzados mientras unas oligarquías degeneradas convierten las naciones en estercoleros multiculturales».
Los pecados europeos son, a su juicio, una «burocracia que tiene vida propia» y una imposición de «planes de control e injerencias en la vida de las naciones». Todo ello convierte a Bruselas en una «maquinaria despótica» que tiene a España «encadenada por el cuello». Recurrir a la idea de «más Europa» es solo un mantra «acomplejado» y un «recurso fácil», según Abascal. Sin embargo, dio pleno valor a las teorías conspirativas aludiendo reiteramente al «virus chino» o atribuyendo al especulador George Soros influencia sobre el Gobierno socialista.
Presión a Casado
La moción de censura dio lugar a varios cara a cara entre Abascal y Sánchez. El jefe del Gobierno optó por un tono calmado y a ratos burlesco negando al líder de Vox la categoría de líder de la oposición que esperaba conquistar de forma «moral». Le acusó de haber «medido mal sus fuerzas» y de no tener en cuenta «la fuerza de la democracia». «Esta Cámara representa a la España real tal y como es, no como usted quiere que fuese», le advirtió en alusión a la sonora derrota que encajará este jueves. Uno y otro se acusaron de mentir compulsivamente, de fomentar el odio entre españoles y de ser antipatriotas, mientras Casado observaba la escena con tranquilidad desde su escaño.
El líder socialista intentó romper esta comodidad y colocar al líder en el centro de refriega. «Corte con la ultraderecha» le exigió de cara a la votación de hoy. Génova mantuvo la incógnita y su posición no se revelará hasta este jueves cuando se espera que Casado suba a la tribuna de oradores. El PP tiene el camino libre para ocupar el espacio del centro-derecha.