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Adiós, ‘procés’, adiós

De las muchas lecturas del 12M, la única exenta de matices es que la sociedad catalana ha dado la espalda al proyecto independentista con su peor resultado de la historia

Las elecciones catalanas han sido un clamor: ya está bien de ‘procés’, por muchos motivos: el principal, porque la Cataluña que los independentistas llevan décadas diseñando no es real, no es cierta, no existe. La sociedad catalana ha dicho basta. Y, entrando en detalle, porque la suma de Junts y ERC supone su peor resultado de la historia de nuestra democracia en Cataluña; porque el chantaje de Carles Puigdemont le ha generado una subida relevante pero absolutamente insuficiente para gobernar; porque ERC ha cosechado un resultado terrible, a la altura de su gestión; porque el PSC se convierte en la fuerza central en Cataluña con un resultado espectacular; y porque la mejora de los socialistas no sólo no ha perjudicado al PP y a Vox, sino que Alejandro Fernández consigue recuperar a su partido sin que eso haya mermado a Ignacio Garriga (aunque sí a Ciudadanos). Conclusión: adiós al ‘procés’, adiós a la estrategia independentista que han arrastrado a Cataluña a la fractura no sólo política, sino social.

¿Y adiós a Puigdemont? Si hubiese cumplido su palabra, este domingo debería haber abandonado la política, porque estos resultados imposibilitan que sea elegido presidente de la Generalitat. Sin embargo, este domingo compareció sonriente como si nada hubiera pasado y se mostró dispuesto a intentar ser ‘president’. Puigdemont se quiso atornillar a la política en un impresionante ejercicio de funambulismo. Es verdad que vuelve a ser el referente del independentismo, y lo es en gran medida gracias al impulso que le dieron las necesidades aritméticas de Pedro Sánchez en Madrid al rehabilitarlo para la política y convertirlo en interlocutor. El nuevo posicionamiento de Puigdemont encarece el precio de su apoyo a Pedro Sánchez en Madrid, y todo con el desenlace final de la amnistía en las próximas semanas.

¿Y Pere Aragonès? Hace semanas que en ERC hay sectores muy descontentos con él, especialmente el sector liderado por Oriol Junqueras. El resultado es un fracaso absoluto, con el agravante de que fue el ‘president’ quien decidió adelantar las elecciones. Ahora, ERC debe decidir si permite gobernar a Salvador Illa en una fórmula que en el Parlamento se apoye en ellos y en los comunes. Ayer dijo que no, y se situó en la oposición. ¿También en Madrid?

Salvador Illa consiguió este domingo un resultado histórico y derrotó al independentismo en votos y en escaños. Un éxito rotundo. De modo que el tripartito de izquierdas junto a ERC y Comunes es la única opción razonable de formar Gobierno. No sería la primera vez.

Sin embargo, la derrota del independentismo en su conjunto ha llevado a Junts y a ERC a posicionarse en clave Madrid. Esta es la peor noticia para el Gobierno de Sánchez, que ayer recibió una excelente noticia (la victoria de Illa), pero que no tiene la felicidad completa porque el PP ha conseguido un excelente resultado y porque sus socios catalanes ya le están mostrando los dientes.

La derecha española consigue un resultado también espectacular. El PP se recupera con un incremento de 12 escaños, hasta 15, pero esto no supone un desgaste para Vox, que también mejora. Como era de esperar, Ciudadanos desaparece, porque hace ya mucho tiempo los catalanes y los españoles les dieron la espalda, aunque no se hayan querido enterar. El resultado, además, va acompañado de un PSC fortísimo, lo cual revela una de las conclusiones de esta jornada electoral: hay un desplazamiento a la derecha y al constitucionalismo. O dicho de otro modo: en el eje identitario el PSC ha conseguido pescar votos de independentistas desencantados con la deriva del ‘procés’.

Es la primera vez desde 1980 que el independentismo no es mayoritario en Cataluña. Aunque Puigdemont es imprevisible, y ayer lo volvió a demostrar. Una vez finalizado el escrutinio, en el independentismo comienza la noche de los cuchillos largos. Empieza una nueva etapa, veremos sus repercusiones en España. Adiós, ‘procés’, adiós.

 

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