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África se solivianta

Intento de golpe de Estado militar en Gabón tras anuncio de reelección de  Ali Bongo

Golpe de Estado en Gabón

 

África, lentamente, continuaba su camino hacia la estabilización política de sus naciones, aunque fuese difícil, tortuoso y lleno de contratiempos. La inestabilidad política es uno de los factores recurrentes que entorpecen dicho tránsito. Nueve golpes de Estado han tenido lugar en el continente africano en los últimos 30 meses, hechos que dan marcha atrás a la consolidación de la democracia. La situación política y social en África es un tema importante en la comunidad internacional.

Palabras propias del lenguaje médico como epidemia, contagio, hablan de angustia y desconcierto. Y es que la sucesión de golpes de Estado deja confusos a los analistas. El golpe de Estado en Gabón del pasado 30 de agosto es el noveno que se produce en África en los últimos tres años. En la lista aparecen también Burkina Faso y Mali, con dos levantamientos cada uno, Chad, Guinea-Conakri, Sudán y Níger, entre otros. A ellos se suman también otros intentos frustrados en Guinea-Bissau, Santo Tomé y Príncipe, República Centroafricana, Níger y Sudán. (La información se extrae de la base de datos Coup d’État Project, elaborada por el Cline Center for Advanced Social Research de la Universidad de Illinois). 

¿Cómo ha de interpretarse semejante encadenamiento? En el caso maliense y el burkinés, la expansión del terrorismo y tensiones políticas agazapadas llevaron a sus respectivos ejércitos a actuar. Pero en Níger, el número de ataques yihadistas se había reducido perceptiblemente a lo largo de los últimos meses. Y Conakri no se enfrenta directamente a la amenaza islamista; los soldados rebeldes destituyeron a Alpha Condé, que había acaparado de forma anticonstitucional un tercer mandato.

El estudio Golpes africanos en la era COVID-19: una historia actual, que vio la luz en marzo de 2023, defiende que los países africanos que han sufrido golpes de Estado en los últimos años “son desproporcionadamente pobres, tienen una historia reciente de golpes de Estado y enfrentan dilemas continuos de consolidación democrática”. Además, afirma que “las insurgencias islamistas en curso pueden haber contribuido a precipitar las recientes insurgencias en África occidental, pero no en otros lugares”.

El primero de los recientes golpes de Estado se presentó en Mali en agosto del 2020 cuando el Ejército tomó el poder tras unas polémicas elecciones parlamentarias. Mali es un caso particular porque en nueve meses se realizaron dos golpes. En marzo del 2021 hubo un intento fallido de golpe en Níger; un mes después, en abril del 2021, en Chad, el presidente que llevaba 30 años en el poder murió y se produjo un inusual golpe de Estado. Poco después, en septiembre del mismo año, un oficial de alto rango derrocó al mandatario en Guinea, que pasó a ser otra de las naciones en esta lista.

 En octubre, los militares de Sudán incumplieron un acuerdo de balance de poderes de un Gobierno de transición para encaminar al país hacia unas elecciones libres, las primeras en décadas, y protagonizaron otro golpe de Estado en el continente. En las primeras semanas del 2022, una junta militar tomó el poder en Burkina Faso y recientemente un intento fallido de golpe de Estado tuvo lugar en Guinea Bissau, excolonia portuguesa en África Occidental.

El pasado 30 de agosto el panorama político en Gabón cambió drásticamente. Poco después de que las autoridades electorales gabonesas proclamasen la victoria de Ali Bongo, delfín político de la familia -en el poder desde el 2009, cuando murió su padre- en los últimos comicios presidenciales, los militares perpetraron el derrocamiento cuando iba a iniciar su tercer período en la presidencia siguiendo el camino de su padre. Las fuerzas militares decidieron tomar el poder tras unas impopulares elecciones presidenciales celebradas el pasado 26 de agosto. 

El ejército gabonés asestó un golpe de Estado contra Ali Bongo, miembro de una familia que gobierna al país desde hace más de 50 años, tras las denuncias de fraude durante los comicios en los que resultó reelecto. Se produjo días después de la celebración de las elecciones en las que el presidente fue ratificado por la comisión electoral con el 64% de los votos; mientras que su principal rival Ondo Ossa obtuvo casi el 31%. Bajo caudal electoral toda vez que su padre Ali Bongo obtenía mayor apoyo ante una escuálida oposición perseguida por el gobierno. Podemos observar un cansancio en la población gabonesa por los más de sesenta años de gobierno de la familia Bongo.

Gabón pasó a formar parte de la ola de crisis política que vive el centro-oeste de África. Antes, Guinea, Chad y Níger también sufrieron reveses democráticos. Además de dos en Mali y Burkina Faso desde 2020. Las tomas de poder se producen en una región donde la inseguridad y la pobreza generalizada han debilitado a los gobiernos electos, generalmente aliados a las potencias internacionales y a sus potencias coloniales con intereses estratégicos.

Lo ocurrido en Gabón se desencadena aproximadamente un mes después de la caída de Mohammed Bazoum en Níger. A diferencia de Níger y los vecinos Burkina Faso y Mali, que han tenido dos golpes de Estado cada uno desde 2020 y están siendo invadidos por la violencia extremista, Gabón fue visto como relativamente estable, su disminuida producción petrolera hacía ver improbable un derrocamiento militar. 

La familia Bongo está en el poder en Gabón desde 1967. El depuesto presidente permanece bajo arresto domiciliario por “alta traición a las instituciones del Estado” y “malversación masiva de fondos públicos”. Desde su residencia, Ali Bongo ha instado a la comunidad internacional a que lo apoye para recuperar el mando del país. La cabeza del golpe gabonés es el general Brice Oligui Nguema, comandante de la Guardia Republicana, unidad de élite de las Fuerzas Armadas, y primo del depuesto mandatario, quien ha sido proclamado como jefe de la junta. Las tropas de Nguema aseguran haber tomado esta decisión en respuesta a las denuncias de fraude electoral realizadas por la oposición.

En su comunicado, los militares anunciaron la anulación de las elecciones y la disolución de “todas las instituciones” de este país en el centro-oeste de África. Tras advertir que un “deterioro continuo de la cohesión social” amenaza con “llevar al país al caos”, los militares indicaron que han “decidido defender la paz poniendo fin al régimen actual”. “A tal efecto, quedan anuladas las elecciones del 26 de agosto y los resultados manipulados”, anunció uno de los militares que habló en nombre del grupo. “Todas las instituciones de la República han sido disueltas: el gobierno, el Senado, la Asamblea Nacional y el Tribunal Constitucional”, agregaron.

A nivel regional, la Unión Africana suspendió a Gabón como miembro de la organización hasta que se restaure el orden democrático. La Comunidad Económica de Estados de África Central, cuya presidencia temporal la ocupa desde febrero el propio Bongo, también condenó el derrocamiento. El Consejo de Paz y Seguridad de la Unión Africana exigió que los militares se abstengan de cualquier interferencia en el proceso político y pidió elecciones justas y transparentes. Agregó que impondrá sanciones a los golpistas si no regresan a los cuarteles y restablecen el orden constitucional.

A nivel internacional, el secretario general de la ONU, António Guterres, reconoció las irregularidades que sufrió la elección, pero condenó el accionar militar y recordó que no es el camino hacia la paz. Postura similar fue la que mostró el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, rechazando el golpe, pero enfatizando en que fue precedido de una elección fraudulenta.

Especial atención acaparó el ambiguo pronunciamiento de Francia sobre su antigua colonia. El portavoz del gobierno, Olivier Véran, pidió el miércoles último que se respeten los resultados electorales “cuando se conozcan”. Desde 1960 el país galo mantiene presencia militar en Gabón, en los años de mi servicio diplomático en Libreville era muy notable. Además, posee grandes intereses económicos por las riquezas en minería e hidrocarburos que posee la nación africana. La presencia de dos gigantes en ambos rubros, Eramet y TotalEnergies, desde hace décadas así lo confirma. Hasta este golpe de Estado, el rico país petrolero de África central estaba dirigido desde hace más de 55 años por la familia Bongo.

Algunos en África celebran los golpes de Estado, muchos de ellos hartos y desesperados por un cambio. Tras el alzamiento en Gabón, los derrocamientos de gobiernos por parte de los militares podrían continuar en África. El resurgimiento de las insurrecciones podría tener que ver, más que con actores internacionales como Rusia, Francia o Estados Unidos, con problemas locales y regionales, como la pobreza y la falta de esfuerzos democráticos.

La evolución política del período posindependencia en África está marcada por el uso de golpes de Estado como instrumentos para acceder al poder, para subsanar diferencias tribales y por lo tanto, para cambiar el gobierno. En efecto, después del idilio de la liberación – en el que la mayor parte de los países tuvo un sistema multipartidista que permitió la creación de las primeras instituciones mediante la competencia política y elecciones democráticas – este sistema multipartidista desapareció tan rápido como había aparecido, dando lugar a la solución del partido único, confundido con el Estado.

 

 

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