Agapito Maestre: ¡Talento socialista!
Abundan los gritos y la descalificaciones entre los candidatos a la Secretaría General del PSOE. El espectáculo no es demasiado edificante, pero tampoco nos alarmemos. La sangre no llegará al río. Este país todo lo perdona, incluida la carencia de inteligencia y buena educación. Da igual el candidato que gane y cómo lo haga. Lo aplaudirán solo por haber ganado. Los triunfadores, aunque conduzcan al país al despeñadero, siempre son aplaudidos. El bullanguero pueblo español y su alta burguesía siempre van de la mano al precipicio. En esto España no se parece mucho a Francia. Allí tengo la sensación de que la política es otra cosa. Por ejemplo, comparo a los socialistas franceses con los españoles y noto grandísimas diferencias. Para empezar la inteligencia media de los dirigentes socialistas del país vecino es muy parecida a la de sus intelectuales orgánicos. Comparten profundas experiencias vitales, honda sabiduría y elocuencia a raudales. Todos han reconocido: el PSF ha muerto.Lo pregonan sin pudor y, además, se ponen a trabajar, o sea, a inventar otra forma de hacer política. Y en ello están Hollande, Valls y otros muchos socialistas que aquí serían tildados de traidores. Tratan de colaborar con el propio Macron para que nazca algo nuevo. Lo hacen con una cierta alegría y, sobre todo, con inteligencia. Eso es política: buscar nuevos vínculos para resolver problemas.
No digo yo que los socialistas españoles imiten a sus correligionarios franceses en eso de hacer política, porque nunca creyeron demasiado en ella, o sea, los socialistas españoles antes hablan de planes económicos, venganzas históricas y medidas estatistas para premiar a una parte de la población y maltratar a la otra, que de acuerdos políticos con los adversarios; pero, al menos, podrían ponerse de acuerdo con sus intelectuales de cabecera para reconstruir o, por el contrario, terminar, con el actual PSOE. Ya sé, ya sé, amigos, que no es fácil descubrir a esos intelectuales y menos todavía, cuando alguno saca la cabeza en sus múltiples medios de comunicación, oírles decir algo sensato sobre el futuro del socialismo en una España de la que se quieren ir no sé cuántos millones de ciudadanos. Las mentes del socialismo de Cataluña, por ejemplo, son casi todas separatistas, pero la señora Díaz no creo que se haya hecho cargo del significado que eso tiene para su elección. O quizá se haya percatado del asunto, pero ya es demasiado tarde para remediarlo. Por mucho que vaya por Cataluña, de aquí hasta el 21 de mayo, no creo que resuelva el poco apoyo que ha recibido de esa comunidad para presentarse a la Secretaría General del PSOE.
¿Qué intelectuales de cabecera asesoran a Susana Díaz? ¡Quién sabe! Tampoco conozco los sesudos filósofos, politólogos y científicos que aconsejan a Pedro Sánchez y Patxi López. Quizás ni siquiera necesiten asesores. Ellos se bastan y se sobran para sembrar de gritos y coces los medios de comunicación a favor de sus respectivas candidaturas. Muerto el «intelectual orgánico» que, alguna vez, fue el diario El País, para el PSOE, el futuro de este partido es más que triste. Obscuro. Eso no significa que no se mantenga durante mucho tiempo en el actual estado de bronca permanente. Los paquidermos mueren, pero se mantienen de pie sobre sus enormes patas. El espectáculo que está ofreciendo el PSOE es peor que lamentable. Es vacío. Nada. El griterío de Díaz, la obstinación de Sánchez y lo melifluo de López son las peores consecuencias de la absoluta desvinculación que existe en este partido entre la inteligencia y la acción política. Todo ha quedado reducido a una bronca tabernaria y chabacana. No hay ni una sola propuesta política digna de este nombre. Impulsividad, turbulencia, histrionismo, imprecisión, pobreza de intimidad, dureza de piel, son las condiciones orgánicas elementales, según nos enseñara Ortega y Gasset, de un buen político, pero esto no es suficiente sin genio. El talento es condición sine qua non del político. ¿Cuáles son esos talentos políticos que atesoran Díaz, Sánchez y López? Los desconozco. Y lo digo, de verdad, con profunda tristeza. Los socialistas españoles gritan por alcanzar la Secretaría General del PSOE, pero no aportan ningún tipo de argumento que los haga creíbles.