Alberto Barrera: “Chávez produjo un hechizo y los venezolanos nos enganchamos con él”
Para Chávez sin Uniforme: una historia personal (Debate), trabajado a cuatro manos con su esposa, la periodista Cristina Marcano, el escritor Alberto Barrera Tyszka (Caracas, 1960) emprendió en 2003 un ejercicio quizás prematuro por biografiar al caudillo que, como entonces apenas se intuía, iba a marcar el comienzo del siglo XXI venezolano. Ahora, en clave de ficción, más de una década más tarde, en las que parecen ser las postrimerías de la marchita utopía bolivariana, Barrera entrega Patria o muerte, que el martes pasado se convirtió en la ganadora del Premio Tusquets de Novela 2015.
“A mí me pareció importante contar la historia humana de gente común y corriente en ese momento tan difícil de nuestra historia, como lo fue la agonía y muerte de Chávez. La novela transcurre en ese lapso, desde que Chávez anuncia su enfermedad hasta que muere”, cuenta Barrera desde Santiago de Chile, donde supo del galardón y donde se encontraba de gira como parte del elenco de escritores de la itinerante Feria Internacional del Libro de Buenos Aires (Filba). “La enfermedad es una forma de injusticia, y el cáncer más todavía. Y este hombre, Chávez, que había construido un proyecto y organizado un país alrededor de su figura de una manera casi narcisista, de repente se encuentra con esa respuesta inesperada de la naturaleza. Todo se prestaba mucho, desde el punto de vista dramático, para hacer una novela”.
Esa sinopsis podría conducir a la idea equivocada de que Patria o muerte se afilia a la novela de dictador, un subgénero típico de América Latina. Pero no lo es. Ni siquiera se insinúa como un comentario político o parte de un presunto empeño de Barrera —reconocido crítico del régimen chavista en Venezuela— por notariar la última palabra acerca del más reciente proyecto criollo de revolución. “Lo que quiero es contar, con la honestidad posible, la historia de unos personajes, algunos de los cuales son chavistas, situándome en sus zapatos, y no para prescribir un modelo, para hacer proselitismo, sino para contar su historia. En ese sentido está mucho más cerca de una narración que de un debate político donde se quiera tomar partido para convencer al otro. Hay un intento mayor por registrar lo que somos, que es muy diverso y muy complejo, que por entregar conclusiones sobre el país”, cuenta el autor.
Barrera ya es un veterano en estas lides de los concursos literarios. En 2006 su novela La Enfermedad obtuvo el premio Herralde, que lo llevó a publicar en Anagrama no solo ese libro sino también en 2011 su tercera novela, Rating, a la que trasvasó mucho del bagaje que ha recaudado durante su experiencia como libretista de telenovelas en Venezuela y México, país donde tiene su segunda residencia. Forma parte, junto a nombres como los de Leonardo Padrón, Ibsen Martínez y César Miguel Rondón, de una generación de escritores venezolanos que no le hicieron ascos a la cultura pop: la publicidad, la televisión o el periodismo, por igual, siguen contando con sus talentos. Barrera, que ha colaborado con EL PAÍS, mantiene una columna dominical en el diario El Nacional de Caracas, quizás la última cabecera independiente que resiste los embates del chavismo contra la prensa.
“Mis columnas y mis novelas son dos espacios muy diferentes”, explica roles diversos en la escritura. “En mis columnas hay una cosa como de crónica e intento de análisis, que mantiene siempre un pacto con la actualidad y con la verosimilitud totalmente distinto al pacto que se establece en la ficción. Pero hay cosas que pueden de repente colarse de un lado a otro, supongo yo. Por ejemplo, cuando estábamos en medio del proceso de enfermedad de Chávez, en una de mis columnas escribí que el país se había convertido en una sala de espera. Ahora no recuerdo dónde escribí eso primero, si en la novela o en la columna, pero estoy seguro de que está en los dos lugares”.
“La valentía de contar”
Empezó a escribir la novela en 2011, poco después de que el comandante anunciara la enfermedad que, a la postre, lo mataría en marzo de 2013. Barrera puso punto final al borrador en diciembre de 2014. Apenas nueve meses después, el jurado presidido por Juan Marsé, con Almudena Grandes, Juan Gabriel Vásquez y Juan Trejo como otros integrantes, reconoció en el texto la “valentía de contar, desde las vivencias cotidianas de un grupo de personajes, la realidad venezolana de un modo poco complaciente”.
El premio comporta unos 20.000 dólares como anticipo de derechos de autor y un empujón promocional al próximo lanzamiento de la novela al mercado. Pero Barrera señala que a la larga lo que prevalecerá será el “registro de este tiempo” desde el asombro y desde una cierta mirada sobre el carisma: “No solo como una manera de entender quién era Chávez sino también de revelarnos quiénes somos los venezolanos: Chávez produjo este hechizo y fuimos los venezolanos quienes nos enganchamos, en favor o en contra, con él”.