Democracia y PolíticaLibrosPeriodismo

Alberto Salcedo Ramos: La banda que escribía torcido

14527753375493Hay muchas maneras de leer La banda que escribía torcido, el extraordinario libro de Marc Weingarten publicado por Libros del KO. Puede leerse, en principio, como «una historia del Nuevo Periodismo». Así lo propone el autor en el subtítulo. El libro explora los orígenes y la evolución de esta modalidad: las publicaciones que lo impulsaron, los autores y editores que protagonizaron el fenómeno, las piezas emblemáticas del género. El rastreo de antecedentes es notable. Weingarten traspone las fronteras de Estados Unidos y se remonta a escritores del siglo XIX (Jack London, Charles Dickens) que fueron definitivos en la transición del dato escueto a la narración.

En esta recreación del contexto histórico hay una investigación diligente y una mirada perspicaz. Lo primero le permite al autor encontrar caminos de luz en las hemerotecas. Así descubre eslabones perdidos entre los reporteros ortodoxos como Carr Van Anda y Charles Danah y los periodistas narrativos como Jimmy Breslin y Joan Didion. Lo segundo le permite dar a sus hallazgos una interpretación lúcida.

Weingarten argumenta de manera brillante su tesis central: el periodismo narrativo surgió por una necesidad histórica. Los datos convencionales se quedaban cortos a la hora de cubrir cambios culturales y sociales (guerras, luchas raciales, rock, hippismo…). «¿Cómo podría un reportero tradicional, que se ajustaba tan sólo a los hechos, proporcionar un orden claro y simétrico a semejante caos?», se pregunta. Al informar a través de relatos era posible traducir el significado profundo de la realidad y alcanzar eso que Weingarten llama «una mayor verdad filosófica dotada de contenido emotivo».

La banda que escribía torcido puede leerse, también, como un tratado excepcional sobre el oficio de contar historias de no ficción. Aquí se cuenta cómo fue el trabajo de carpintería de los grandes reportajes del siglo XX, desde la idea original hasta el texto definitivo, pasando por la investigación, la estructuración narrativa y la edición. En este terreno hay revelaciones importantes. Por ejemplo, John Hersey tomó el célebre patrón narrativo que utilizó en Hiroshima -contar la historia a través de seis sobrevivientes- de la novela El puente de San Luis Rey, de Thornton Wilder, que reconstruye el derrumbe de un puente colgante en Perú.

A diferencia de otros libros sobre el mismo tema, enfocados estrictamente en el punto de vista de los cronistas, éste tiene en cuenta a los editores. Aquí los aportes son valiosísimos: se nos habla de la famosa hoja de dudas que circula por The New Yorker antes de publicar una pieza, de los 200 cambios -¡200!- queWilliam Shawn y Harold Ross sugirieron hacerle a Hiroshima, de los debates internos en torno de algunas historias que generaban inquietudes, como A sangre fría.

Los grandes editores saben encontrar el matrimonio perfecto entre el tema y el reportero; los grandes cronistas saben trabajar de la mano con sus editores para que sus historias alcancen la máxima calidad.

Al leer La banda que escribía torcido renovamos nuestra fe en el oficio: sin un buen periodismo las sociedades jamás lograrían entenderse a sí mismas.

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba