
Para Gabriel, beisbolista
Especial para Ideas de Babel. Se puede observar mucho sólo con mirar, como yo hago siempre al despertar de mis dos horas de siesta de 1 a 4, aunque por acá suele hacerse tarde más temprano; porque conviene saber hacia dónde vamos a riesgo de llegar a cualquier otro sitio y el futuro ya no es lo que solía ser y deberíamos preocuparnos por ir a los entierros para evitar que los difuntos no vayan al nuestro.
En la vida como en el beisbol hay que dar el cien por ciento en la primera mitad del juego y, si no es suficiente, entregar lo restante en la segunda, y hay que ser anfibio y golpear desde ambos lados del home sin olvidar que el beisbol es 90% mental y sólo física la otra mitad y que, como le sucede incluso a los grandes jugadores, es imposible batear y pensar al mismo tiempo.
Hay que disipar ideas rancias, que son como esos discos viejos que duran hasta que se rompen, aunque algunos aficionados son tan torpes que no pueden distinguir si es un hombre o una mujer que se lanza desnudo al campo porque llevan la cabeza envuelta en un saco.
Y no debemos flagelarnos. Si no puedo batear le echo la culpa al bate y sigo adelante, sin enfadarme conmigo mismo, porque, en cualquier caso, es una discusión antigua, como un dejá vu que se repite, y al llegar a una encrucijada en el camino debemos seguir por ella, simplemente porque el juego no se acaba hasta que se acaba.
Nueva Jersey, septiembre de 1973.