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Alejandro Werner: “La economía de Venezuela tiende a la hiperinflación”

Alejandro Werner, jefe del FMI en el Hemisferio Occidental

El director del Fondo Monetario Internacional (FMI) para el Hemisferio Occidental, Alejandro Werner, visitó Madrid para presentar en la Fundación Ramón Areces, el informe Las Américas: Historia de dos ajustes. Este economista mexicano, de ascendencia argentina, se muestra confiado en las sólidas bases de la recuperación de la economía mundial, pero advierte de algunas vulnerabilidades, entre otras, la Administración de Donald Trump.

¿Cómo valora la política monetaria llevada a cabo por la Fed durante la crisis?

Es importante pensar qué habría pasado sin una actuación tan expansiva de la Reserva Federal. La recesión habría sido más profunda, también los problemas en la banca. Esto habría generado mayores cicatrices sociales. La acción de la Fed fue tremendamente efectiva para coadyuvar a la recuperación. Es verdad que se pueden generar incentivos perversos por los tipos bajos durante mucho tiempo, que lleven a un exceso de endeudamiento en el sector privado. Esto también ocurre en otros países.

¿Les preocupa el precio del petróleo?

El modelo económico estadounidense ha lidiado muy bien con la caída del precio del crudo. El apalancamiento de las empresas del sector de petróleo, gas y energía, se ha solucionado de manera normal en un régimen capitalista, a través de reestructuraciones por más de 50.000 millones de dólares, y con fusiones y adquisiciones. Pero no ha habido un problema sistémico. Así arregla los problemas una economía de mercado.

Muy diferente a lo ocurrido en Venezuela…

Su economía ya presentaba problemas muy agudos antes de que el precio del barril de petróleo bajara de 100 a 45 dólares. Obviamente, esta caída ha representado una pérdida de ingresos petroleros, que ha intensificado la crisis. Pero a la hora de asignar responsabilidades, tiene mucha más responsabilidad los desequilibrios de la política doméstica que los factores externos. Desde luego, la situación es crítica, con una economía que se contrajo un 18% en 2016, con una inflación del 300%, tendiendo hacia la hiperinflación. Esto acompañado con un deterioro de los indicadores de pobreza, homicidios, acceso a la sanidad… El deterioro de las condiciones de vida y la crisis que se está viviendo genera mucha preocupación.

¿Qué desequilibrios venían de antes?

La inflación ya se movía entre el 50% y el 100%. El déficit público era de dos dígitos y la economía había dejado de crecer. Pero obviamente, la caída de los ingresos petroleros fue un choque negativo muy importante. Sus importaciones cayeron en picado.

¿Hay alguna posibilidad de que el Fondo tenga alguna misión en Venezuela?

Llevamos más de 10 años sin ninguna misión allí, y no tenemos interacción con el Gobierno. Aún así, estamos dispuestos a ayudar si las autoridades lo requieren.

¿Esta crisis afectará a otros países?

En el plano económico ya ha repercutido. Los países de la zona han notado la caída de las importaciones venezolanas. También se ha descontado el efecto en los mercados financieros, con el desplome del valor de los bonos emitidos por su compañía estatal de petróleo. Lo que nos tememos en los próximos meses es una salida de migrantes de Venezuela hacia países vecinos.

¿Qué perspectivas tienen para Brasil?

Ha dejado atrás la recesión, pero su crecimiento es plano, y su PIB se ha contraído un 7% en dos años. Su gran desafío es transformar una economía que tradicionalmente ha invertido poco y ha estado muy cerrada. Necesita un mayor nivel de apertura que atraiga inversión internacional. Al mismo tiempo, la economía necesita una estabilización fiscal, que será de más del 4% del PIB. La noticia positiva es que pese a la falta de legitimidad del sistema político, se ha mantenido el ritmo de reformas.

¿Cuáles son las perspectivas para la economía mundial en los próximos años?

La situación de la economía mundial es relativamente saludable. Esperamos un crecimiento en 2017 del 2% en Estados Unidos y en la zona euro, y de un 6,5% en China. Además, las recesiones de algunos mercados emergentes, como Rusia y Brasil, están acabando, y el fantasma de la deflación, que acechó a Japón y a Europa amaina. Paradójicamente, este escenario central está sujeto a un nivel de incertidumbre mayor que en el pasado. Sobre todo, por el replanteamiento de ciertas políticas de Estados Unidos.

¿Les preocupa la actitud proteccionista de Donald Trump?

Si degenerara una guerra tarifaria, tal y como han sugerido algunos analistas, sí que tendría consecuencias negativas para el crecimiento de la economía mundial.

¿También la reforma tributaria?

En el caso de una bajada de impuestos en Estados Unidos podría tener un efecto positivo, en el corto plazo. Aunque también podría generar dislocaciones si se responde como cambios en las tasas de impuestos efectivas en las grandes economías.

¿Y la política internacional de Trump?

Sí, la geopolítica es un factor de incertidumbre, como la crisis con Corea del Norte.

¿Las cifras macroeconómicas de China son fiables?

China está propiciando un cambio de modelo productivo para pasar de una economía de inversión y manufactura pesada a otra de mayor consumo, sector servicios y manufactura ligera. Esto se está logrando gradualmente, pero también cambia los patrones de comportamiento de la economía china, como la caída de las importaciones. Esto generó ciertas dudas en las estadísticas, pero la mayor parte se han resuelto. Solo persisten algunas incertidumbres sobre el sector financiero.

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