«Alejarme de Cuba habría sido traumático para mí», confiesa Leonardo Padura
El autor habla de "obediencia exigida y programada", que fundamenta en el poco margen que tuvo su generación para protestar
Como polvo en el viento, la última novela de Leonardo Padura, está entre los libros más vendidos de la editorial Tusquets del español Grupo Planeta. Ha vendido 40.000 copias y va por su sexta edición, pero sus lectores en Cuba no se pueden contar. La novela, que relata a través de un grupo de exiliados el drama de la diáspora cubana, ha circulado de manera ilegal en la Isla. «Muchísima gente la ha leído incluso en las pantallas de sus teléfonos. Eso es alentador. ¡Te reconcilia incluso con la piratería!», ha contado el escritor vivo más internacional de Cuba en una entrevista con el diario español El Mundo.
«En Cuba mis libros circulan poco y mal (en comparación con otros países), pues solo se distribuyen las ediciones cubanas, que son de 3.000 y 4.000 ejemplares y con raras reediciones. Además, desde hace años estoy limitado en los medios oficiales, lo cual quiere decir que se me menciona muy raramente y se me entrevista más raramente. Ni sé cuántos años hace que no me invitan a la televisión cubana», relata desde La Habana a través de correo electrónico.
El autor está convencido de que la Isla está repleta de historias que contar y solo basta con estar atento para seguir haciéndolo. En este caso, se ha centrado en quienes ya no están en ella, el exilio, un tema que, asegura, ni ha postergado deliberadamente ni ha llegado a él por presiones externas, sino porque, a su juicio, el escritor no siempre hace lo que quiere sino lo que puede.
«En aquellos años de la década de 1990 la sociedad sufrió tanto que se transformó, y mucha gente, para empezar, ya no piensa como pensaba antes»
La diáspora como leitmotiv le ha obligado a responder, por enésima vez, a una pregunta que le llevan haciendo toda su vida: por qué él no se ha marchado. «Lo lógico, creo, es que uno se quede en el sitio al que pertenece. Y más si eres un escritor, que perteneces a una cultura, una lengua, una manera de ver la vida (…) Alejarme de este sitio habría sido traumático para mí. Creo que mi vida habría sido otra, quizás mejor, aunque en lo esencial, en lo decisivo, no me quejo de la vida que he tenido. Cuba es una forma de estar en el mundo, es una forma de ser».
Padura introduce en su libro el concepto «obediencia exigida y programada», unas palabras que fundamenta en el poco margen que tuvo su generación para protestar. «La obediencia vino programada. Y, por supuesto, engendramos un sueño. En algún momento ese futuro luminoso se apagó del todo. Yo he tenido la suerte, a diferencia de Clara», dice el autor en referencia a una de las protagonistas de su novela y a la vez que confiesa que ha pasado momentos difíciles, pero se siente un afortunado.
En la entrevista, el escritor también hace balance de lo que ha cambiado en la Isla en los últimos años, que a veces, sostiene, parece que es nada. Sin embargo, señala algunas diferencias. «En aquellos años de la década de 1990 la sociedad sufrió tanto que se transformó, y mucha gente, para empezar, ya no piensa como pensaba antes. Hoy, con un mayor acceso a internet, con la posibilidad de viajar, con ciertos cambios en la propiedad de los negocios menores, con la presencia de turistas, se han producido muchos movimientos en el interior de esa sociedad y en sus escalas. Hoy Cuba es más diversa, menos igualitaria».
La difícil actualidad también se cuela en unas palabras de Padura en las que los lectores pueden constatar que la escasez puede no ser tan grave como en el Período Especial, pero sí es alarmante.
«Yo comí picadillo de cáscaras de naranja adobado como si fuera carne molida [en los 90]… En los últimos 20 años las cosas mejoraron en muchos aspectos. Hoy, ahora mismo, sin embargo, volvemos a vivir en ‘tensión alimentaria’. Los mercados están muy desabastecidos», confirma.
Sin embargo, el escritor se resiste a ceder al pesimismo. «Siempre está esa relación de contrarios porque creo que la vida suele ser así. Los cubanos hemos sufrido grandes desencantos pero no hemos perdido todas las ilusiones».