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Alemania entra en parálisis tras la pérdida de confianza en Scholz

Esto allana el camino a las elecciones anticipadas, en las que el canciller se presenta como candidato del SPD

German conservative leader Friedrich Merz says he will run for chancellor

 

El Bundestag ha retirado su confianza al canciller Olaf Scholz, tras una tensa sesión de afiladas y feroces intervenciones entre los grandes partidos democráticos alemanes. 207 diputados han votado a favor y 394 en contra, además de las 116 abstenciones. Paradójicamente, varios parlamentarios de Alternativa para Alemania (AfD) han votado por Scholz, como Christina Baum, que justificó su apoyo mencionando su determinación de no proporcionar a Ucrania los misiles de crucero Taurus. «Con Merz, Ucrania recibirá los Taurus y sería peor», ha alegado, añadiendo un último y doloroso latigazo al canciller acorralado, el hecho de haber sido apoyado por de extrema derecha prorrusa.

Scholz llegó al Bundestag acompañado por su mujer, la también solcialdemócrata Britta Ernst, como apoyo moral. No habló en su despacho con nadie del partido ni se vio con ninguno de los socios de la ‘coalición semáforo’ hasta llegar a la sala de plenos. Una vez en la tarima, leyó el discurso que llevaba escrito. Comenzó acusando de «inmadurez moral» a sus hasta hace unas semanas socios de Gobierno, especialmente a los liberales del FDP, a los que responsabilizó de «sabotaje» en el buque gubernamental. Pasó después a hacer un breve repaso de los logros de esta controvertida legislatura, básicamente reducidos al aumento del salario mínimo hasta los 12 euros y al bautizado como ‘punto de inflexión’, en materia de Defensa.

Finalmente, dedicó la mayor parte de su turno de palabra de media hora a un discurso de campaña, centrado en su intención de apuntalar el Estado social a base de más deuda y sin entrar a matar en los dos grandes asuntos que planeaban sobre la cúpula de Reichstag: qué ha pasado para que tres partidos democráticos sujetos a un acuerdo de coalición no hayan sido capaces de seguir gobernando, según lo firmado; y el hecho de que en las elecciones anticipadas que fuerza esta moción de confianza uno de cada cuatro votos vaya a ir a parar a dos partidos antieuropeos, prorrusos y en buena medida antisistema: Alternativa para Alemania (AfD) y Alianza Sahra Wagencknecht (BSW), uno de extrema derecha y otro de extrema izquierda, que se frotan las manos ante el naufragio político y que no han sido el centro de los ataques verbales, por cierto.

Además de las consabidas palabras de «futuro», «pensiones» y «confianza en nuestro país», colgadas a lo largo de su discurso a modo de guirnaldas navideñas, apenas logró el todavía canciller alemán definir propuestas electorales concretas, que el líder de la oposición conservadora, Friedrich Merz, se encargó de desmotar una por una en el turno de respuesta. «¡Bravo!, va usted a rebajar el IVA de los alimentos del actual 7% al 5%. Si no me equivoco eso son 6 céntimos en media libra de mantequilla y no es una gran ayuda para las familias alemanas», se burló de la promesa electoral. «De ese ‘punto de inflexión’ del que habla no hay nada, todo sigue igual. Nosotros queremos un ejército operativo porque queremos poder defendernos para no vernos obligados a defendernos», criticó la lentitud del rearme. «En su discurso, y esto es inaudito en la situación en la que estamos, usted no ha mencionado ni una sóla vez la palabra competitividad», reprochó en una intervención sin papeles, en la que respondió enérgicamente a cada punto del discurso de Scholz y que concluyó diciendo: «¡Es usted la cara de la crisis de Alemania!».

El socialdemócrata se había cuidado mucho de no lanzar flechas envenenadas a la Unión Cristianodemócrata (CDU), porque parte importante del plan de Scholz es remontar cuanto pueda en las encuestas hasta el 23 de febrero y después tender a Merz la mano hacia otra gran coalición, pero el conservador señaló líneas rojas. «Habla de subir los impuestos a los ricos, sin reparar que los ricos en Alemania son familias que tienen invertida su riqueza en activos operativos, el tejido empresarial que sostiene esta economía. Mucha suerte en su camino, para usted y para sus socios, que evidentemente no seremos nosotros, no con esa política económica», respondió a la invitación a «compromisos juntos, entre los partidos democráticos». Y no tuvo reparos el líder de la oposición en lanzar algún que otro golpe bajo. «Se llena usted la boca hablando de Europa. Mire, le voy a ahorrar lo que ahora mismo opina el resto de líderes de Europa de usted. Le recordaré solamente una reciente reunión de jefes de Gobierno en la que se discutían importantes asuntos internacionales y en la que, después de varias horas, uno de ellos se dirigió a usted para decirle: Olaf, di tú algo».

El líder de la CDU considera un «fracaso total» la política europea de Scholz, al que ve «aislado» en Bruselas. «Desafortunadamente, hay que decirlo de esta manera: la mayoría de los Jefes de Estado y de Gobierno europeos simplemente ya no tienen ganas de reunirse con el canciller alemán, que se sienta durante horas en silencio o sermonea al mundo», le ha reprochado, mencionando sus últimas ausencias en Polonia, donde Macron se ha reunido recientemente con Donald Tusk, o en la inauguración de Notre Dame. «El canciller alemán fue invitado, pero aparentemente no tenía ningún deseo de viajar a París», ironizaba, en un tono que puede permitirse como jefe de la oposición pero fuera de lugar para un potencial jefe de gobierno. «El voto alemán es como en Bruselas se llama ahora a la constante abstención de Berlín en los consejos, a los que muchos miembros del gobierno, como el ministro de Economía, Robert Habeck, ni siquiera asisten», lamentaba, «en los últimos tres años no ha habido ni una sola iniciativa del gobierno alemán en política de refugiados o política económica que haya salido adelante en Bruselas».

Vacío gubernamental

Tres años de desacuerdos internos en el seno de la ‘coalición semáforo’ han limitado, en efecto, el papel de Alemania en el seno de la UE. Y la salida de Scholz del Gobierno significa solamente que ese vacío se prolongará, primero hasta las elecciones del 23 de febrero y después durante lo que será previsiblemente una larga y complicada negociación de la próxima coalición de gobierno, dado que la CDU, el partido que lleva la delantera en las cuestas, cuenta por ahora con el 33% de los votos. Mientras el mundo avanza aceleradamente en un proceso de reorganización y Europa se esfuerza por apuntalar un hueco para su sistema único, su modelo de democracia con un fuerte componente social, Alemania seguirá sin gobierno y sin voz propia al menos hasta Semana Santa.

Tras perder la moción de confianza, Scholz acudió al Palacio de Bellevue a solicitar las elecciones anticipadas. El Bundestag tiene previstos varios días más de sesiones, en los que se aprobarán algunos proyectos legislativos importantes: la ley para proteger mejor al Tribunal Constitucional Federal, la desgravación fiscal y el aumento de las prestaciones por hijos, además de la ampliación del Deutschlandticket, una rebaja en los billetes de transporte. Es concebible que se adopten nuevas iniciativas, pero también que algunos borradores mueran silenciosamente en la comisión correspondiente. El Parlamento alemán no volverá a funcionar con regularidad hasta que haya un gobierno con mayoría, que podría ser en mayo o junio.

 

 

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