Alexis Ortiz: Odioso disfraz antisemita
El antisemitismo es una plaga milenaria. Tan recurrente que todavía se encuentran necios que niegan el Holocausto (Shoah), el genocidio de judíos por los nazis durante la II Guerra Mundial.
Y en estos tiempos esa calamidad histórica se coloca un astuto antifaz: el ataque al estado de Israel. Esa nación pletórica de fortalezas.
Veamos:
Israel es la única democracia confiable en el medio oriente. Los únicos árabes que viven en libertad real son los que tienen la nacionalidad israelita.
Israel despliega una economía libre, competitiva, progresista y con responsabilidad social.
Es una sociedad de conocimientos y ciencia avanzados. El manejo del COVID-19, es solo una muestra.
Su educación es de vanguardia y total cobertura.
La calidad de vida de los ciudadanos, incluidos los árabes israelitas, está asegurada.
La capacidad defensiva del país es modelo mundial. Se basa en los logros tecnológicos y en el compromiso de los ciudadanos con la defensa nacional. A mí me impactó ver en Jerusalén a los muchachos judíos en servicio militar, alertas ante cualquier agresión.
Y otra cosa vívamente impresionante en Israel, fue constatar la disposición de la gente común a la reconciliación con los palestinos y otros árabes (tan semíticos, hijos del bíblico Sem, como ellos).
Entonces, frente a la estólida e inicua campaña de satanización de Israel, la gente de buena voluntad del planeta debe reaccionar. Una cosa es la crítica, que siempre es provechosa para la democracia y otra es la infamia deliberada.
Palestinos y judíos caben en el medio oriente. Deben dialogar y acordarse para conseguir paz y cooperación. Para que los palestinos puedan aprovechar los avances israelitas.
Pero es ostensible que avanzar en tal dirección, supone que los palestinos se liberen del principal enemigo: sus gobernantes fanáticos religiosos, corruptos, despóticos, incompetentes y enfermos de odio.