Democracia y Política

Alexis Ortiz / República democrática: Sueño por cumplir

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Como todo lo que expresa nuestra condición mestiza greco-romana-judeo-cristiana-indígena-africana y aportes etnoculturales más recientes, la noción de República encuentra su origen más remoto en la Atenas griega del luminoso siglo de Pericles.

La definición alude al vocablo latino Res Publica (la cosa pública), todo lo que tiene que ver con el gobierno de la ciudad y la convivencia ciudadana.

La república puede ser autoritaria o democrática (ver ut supra). Y un repúblico sería un ciudadano notable, competente para el ejercicio del mando. Un estadista.

En la República la soberanía reside en el pueblo que elige a sus gobernantes, mientras que en las monarquías el soberano hereditario es el rey o emperador.

El desarrollo y consolidación del concepto discurrió a través de las reflexiones de paladines del pensamiento o la acción, entre otros: Platón, Cicerón, San Agustín de Hipona, Santo Tomás de Aquino, Averroes, Ibn Jaldún, Maimónides, Avicena, Maquiavelo, Locke, Tomás Moro, Montesquieu, Jefferson, Miranda, Padre Varela, Bolívar, Juárez, Lincoln, Martí, Alberdi, Sun Yat Sen, Mustafá Kemal, Ben Gurion, Ghandi, Maritain, Hannah Arendt, Ortega y Gasset, Haya de la Torre, Rómulo Betancourt, Lleras Camargo, Henríquez Ureña, Picón Salas, Karl Popper, Carlos Rangel, Cardoso, Vargas Llosa, Octavio Paz, Carlos Alberto Montaner… 

LOS TIPOS REPUBLICANOS

Una clasificación interesante de las modalidades del sistema republicano, nos las aporta el “Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales” de Manuel Ossorio, veamos:

Aristocrático: Gobierno de una minoría (los mejores según Platón).

Burguesa: Llamada así peyorativamente por la propaganda socialista. Es la democracia liberal representativa.

Democrática, Popular, Socialista: Maneras propagandísticas de llamar los comunistas a sus “dictaduras del proletariado”.

Federal: Repartición del poder entre el gobierno central y las regiones autónomas.

Parlamentaria: El Parlamento de elección popular elige al gobernante. Puede destituirlo si pierde la mayoría parlamentaria.

Presidencialista: El poder se concentra en el jefe del poder ejecutivo. Hay control de los poderes legislativo y judicial (cuando no se trata de tiranías).

Unitaria: Procura la unidad del territorio, administración del estado y jerarquía del poder central.

REPUBLICA Y DEMOCRACIA:

Tiene interés de rigor académico definir por separado las categorías de República y Democracia. Pero el uso cotidiano, por necesidades de comprensión general y facilidades del debate político, han terminado fundiendo los dos conceptos (Aunque república puede abarcar regímenes autoritarios, mientras que la democracia solo puede ser libertaria y respetuosa de los derechos ciudadanos).

En la cotidianidad política norteamericana, los republicanos vendrían a ser los conservadores, afectos a la austeridad, el estado pequeño, el individualismo, la primacía del libre mercado y la protección social de la pulsión religiosa.

Mientras que los demócratas por lo general comparten esos valores, pero son más liberales en materia de opciones humanas, búsqueda de combinar libertad con igualdad de oportunidades y mayor protagonismo del estado en la gestión económica.

Pero como ya nos atrevimos a sugerir, no es conveniente para la lucha por preservar la libertad, en estos tiempos de furioso desafío populista (de izquierda y derecha), fatigarnos en debatir las diferencias entre republicanismo y democracia.

A nuestro juicio lo pertinente y eficaz es predicar los valores de la democracia (que también son los del republicanismo bien entendido), y para facilidad divulgativa se puede acudir a la descripción de las señas de identidad de la democracia, contenida en la Carta Democrática Interamericana de la OEA.

En resumen apretado esos valores son:

Imperio de la Ley (nadie está por encima de la Ley). Elecciones universales, directas, secretas y confiables para elegir a gobernantes y representantes. Gobierno de las mayorías y garantía de los derechos de las minorías (pluralismo político, económico y social). Respeto a los derechos humanos (señaladamente la libertad de expresión que protege a los demás derechos). Respeto a los debidos procesos judiciales. Periódicas consultas populares (referenda). División, igualdad y equilibrio de los poderes públicos (Ejecutivo, Legislativo,  Judicial, Municipal, Provincial) y sociales (laborales, empresariales, juveniles, educativos, de minorías, etc), garantías para la economía abierta; en fin garantizar los que en Estados Unidos llaman “checks and balances”.

LA BATALLA CULTURAL

En los años 20 del siglo pasado, desde la cárcel, un lúcido comunista italiano, Antonio Gramsci, corrigió a su mentor Carlos Marx. Descubrió que el “motor de la historia” no era la lucha de clases ni el proletariado necesariamente vanguardia de la humanidad”. Por eso propuso una alianza, un “bloque histórico”, o dicho de otro modo preparar: la “batalla cultural” para arrebatarnos a los defensores de la sociedad abierta, el capitalismo responsable y la calidad de vida de la gente, el protagonismo popular.

Durante décadas comunistas y socialistas de distintas  pelambres, obsesionados por las supersticiones propaladas por Marx-Engels-Lenín-Stalin-Mao-Trosky-Castro y otros delirantes, desestimaron el hallazgo de Gramsci y se dedicaron a la práctica onanista del mito de Sísifo.

 Pero con el desplome del comunismo soviético se demostró que esas variantes del socialismo conducen, inexorablemente, a la ruina política, económica y moral de los ciudadanos.

El viejo comunismo fracasado del siglo XX y su nuevo antifaz, el socialismo del siglo XXI, se plantean lo mismo: desmesurado estatismo (político y económico), limitaciones al libre comercio y la propiedad privada, poder absoluto del caudillo y camarilla gobernante, represión de la disidencia y algo novedoso, uso de la democracia para destruir la democracia (llegar al poder por elecciones y ampararse en sucesivas elecciones fraudulentas, para conservar el poder per secula seculorum)

LA OPCION AL SOCIALISMO JURASICO

Como ya la necedad de la lucha de clases no les funciona, siguiendo la pista cultural gramsciana, los “socialistas borbónicos” (que ni olvidan ni aprenden), se han dedicado a manipular la crispación y la virulencia de grupos sociales que se sienten preteridos y penetrar los escenarios educativos y comunicacionales, para acorralar, desmoralizar y acomplejar a los sectores democráticos.

Las redes sociales les han sido muy útiles para aprovecharse del aislacionismo y alergia a la política de la “tribus emergentes” (feministas, radicales religiosos, LGTBQ, indigenistas, ecologistas, africanistas, pacifistas…), para sembrar odios, dividir a los ciudadanos de buena voluntad y hacerse ellos con el poder.

Plantean el obsoleto postulado de la propiedad privada como un robo y que hay que acabar con los ricos y destruir la democracia occidental.

Nuestra respuesta debe ser el propósito, no de acabar con los ricos, sino crear una clase media ancha y fuerte que asegure calidad de vida para todos. Tal se logra en una sociedad de propietarios y un capitalismo compasivo, solidario, incluyente, productivo, con una Economía Social de Mercado impregnada de vocación conservacionista.

 

Alexis Ortiz: Venezolano. Escritor. Periodista. Consultor político. Exiliado en EEUU.  

 

 

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