Algas vs. cáncer pulmonar
Algas verdes equipadas con nanopartículas se transformarán en eficaces guerreros portadores de medicamentos contra el cáncer pulmonar.
Leemos en The Scientist que los nanoingenieros Joseph Wang y Liangfang Zhang, de la Universidad de California en San Diego, habrían construido robots bio híbridos a partir de la especie Chlamydomonas reinhardtii, como plataformas con propulsión propia para reemplazar el método tradicional empleado contra las metástasis cancerígenas.
Los investigadores desarrollaron micro-robots a partir de esferas de polímeros biodegradables cargados de la droga doxorubicina, protegidas por membranas que facilitan su inserción pese al sistema inmunológico que reacciona de manera automática ante cualquier cuerpo extraño.
Un procedimiento, combinación de robótica y biología, probado en cobayos con severa neumonía, cuya efectividad se confirma con microscopía electrónica fluorescente –una navaja suiza prácticamente invisible, sin baterías ni electrónica, en palabras del doctor Wang- que la pareja se propone experimentar en animales de mayor dimensión y con algas de otras especies a fin de ofrecer un tratamiento específico según el perfil del tumor; de posibilidades infinitas, cuando se descubra la vía más conveniente para la inserción en pacientes con lesiones pulmonares.
Es una más de las terapias evocadoras del clásico de ciencia-ficción de Richard Fleisher, en línea con la hazaña que PLANETA VITAL registró, en marzo pasado, de un equipo científico catalán que mediante diminutas esferas de sílice autopropulsadas por una mezcla de urea y yodo radiactivo logró reducir hasta un 90% los cánceres de vejiga, que hasta ahora se medicaban después de la extirpación del tumor, con éxito limitado.
O el proyecto de otro equipo de investigadores chinos de combatir la tuberculosis con una terapia fototérmica de nanopartículas, inoculadas con láser por vía intravenosa, que suprime los inconvenientes del tratamiento convencional de ése flagelo bacteriano, el más grave que planea sobre nuestra civilización sobre todo desde que la globalización popularizó la enfermedad, sacándola del subdesarrollo.
La quimioterapia costosísima que exige un prolongado tratamiento ha contribuido, desde luego, a reducir la magnitud del problema, pero esta alternativa de fármacos encapsulados en algas a base de polímeros macrófagos biodegradables abre horizontes infinitos, gracias al esfuerzo y la cooperación de los laboratorios a lo ancho y largo del planeta.
Varsovia, agosto de 2024.