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Aliança rasga el velo catalán

Alianza catalana desplaza a Junts que pierde terreno para las próximas elecciones

 

 La última encuesta del Centro de Estudios de Opinión (CEO), dependiente del gobierno de la Generalitat catalana, muestra un cambio en el paradigma de los movimientos electorales en esa región, al menos en unas posibles elecciones autonómicas. La formación separatista y xenófoba Aliança Catalana empataría en escaños con Junts, alcanzando entre 19 y 20 parlamentarios, y disputando al declinante partido de Puigdemont la tercera plaza, tras socialistas y republicanos de ERC. Al mismo tiempo, Vox podría superar en votos y escaños al PP, con escasa diferencia, en una tendencia de subida que no es ajena a la de Aliança Catalana, aunque presente causas distintas. El hecho cierto es que la oferta combinada de populismo extremo que propugna mano dura con la inmigración, seguridad en las calles y respeto a las tradiciones se lleva el apoyo del 23 por ciento de los catalanes encuestados. La irrupción de la derecha radical catalanista tampoco debería causar sorpresa, porque ha estado presente en la historia de Cataluña bajo distintos ropajes. Lo que sucede es que, en la situación actual, desmantela la visión excelente que de sí misma tiene una gran parte de la clase política y burguesa catalana, base de ese complejo de superioridad con el que ha solido tratar al resto de España. Lo que emerge ahora es una opción política antiislámica y xenófoba, eurófoba también, que, en el fondo, representa la penitencia por el apoyo de sucesivos gobiernos catalanes a la implantación en Cataluña de comunidades musulmanas muy radicales, con tal de impedir la inmigración hispanoparlante. Con una previsión de 20 escaños en el Parlament, Aliança ya no puede ser etiquetada como una opción meramente rural, sino como una opción creciente que concita apoyos heterogéneos, también el de votantes no separatistas que se sienten atraídos por el discurso antiinmigración y la defensa de las tradiciones, sin entrar en mayores matizaciones, quizá reservadas para unas elecciones de carácter nacional. El principal damnificado es Junts, cuyos intentos por jugar en todas las bandas y no ganar en ninguna –apoyar a Sánchez en Madrid y ser derecha conservadora en Cataluña– están dando votos a Aliança Catalana a raudales.

Además, el peso de la realidad empieza a forzar giros significativos en el tratamiento de la información policial sobre inmigración y delincuencia, de la mano de gobiernos socialistas o en coalición con el PSOE. Hace unos díasel Gobierno vasco informó de que el 64 por ciento de los detenidos en esa región entre enero y septiembre de este año es de origen extranjero. Este es un dato objetivo y su dimensión ofrece una relevancia criminológica innegable, básicamente para que la Policía autonómica conozca esta perspectiva de la estructura delincuencial en el País Vasco. Cuestión muy distinta es quedarse en ese dato, aislado de cualquier otro y de un análisis integral de todos los factores que influyen en la delincuencia, para dar paso a la conclusión injusta que asimila inmigración con criminalidad. Próximamente, los Mossos d’Esquadra, con la autorización del gobierno del socialista Illa, también publicarán un informe con datos específicos sobre la nacionalidad de los delincuentes. Desde algunos sectores de la izquierda se critican estas informaciones porque «alimentan la xenofobia de la derecha», pero lo que esas críticas ocultan es que las formaciones de derecha populista crecen, y no solo en España, cuando las clases gobernantes niegan la realidad que los ciudadanos ven en sus calles. Vox y Aliança Catalana han simplificado el mensaje alarmante sobre la inmigración, desmesurando los perfiles de una realidad que existe y que empieza a condicionar seriamente la opción electoral del ciudadano.

 

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