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Alicia Álamo Bartolomé: Venus de bronce

Todos los países tienen héroes nacionales. Unos más que otros por su enclave geográfico, histórico, político y cultural. Algunos, según su larga existencia y presencia en la historia de la civilización, tienen muchos, para dar y prestar. Otros, de reciente factura, de poca figuración en el orden mundial, tienen que buscar su héroe o se lo inventan. Casi todos los héroes provienen de batallas militares, será porque el hombre es bélico por naturaleza. Hay poca tendencia al héroe civil, pero los hay. En un país pequeño y pacífico como Costa Rica, cuando viví allá, hace más de 80 años, tenían un pequeño héroe, Juan Santamaría, cuya fiesta era el 11 de abril, si mal no recuerdo. Era simplemente un muchacho corneta del ejército que había enfrentado a otro del país vecino, supongo, porque el único enemigo, que yo sepa, de Costa Rica, es Nicaragua: tienen un pleito perenne por los límites de un río. Por otra parte, como pueblos, ¡son tan diferente los ticos de los nicos! Éstos son más parecidos a nosotros, los venezolanos, hasta por la manera de hablar. Las fronteras, artificiales o no, sí llegan a establecer diferencias. Cabe destacar que Costa Rica no podría tener hoy un héroe militar: no tiene ejército.

Digo que los países tienen que buscar su héroe porque es necesario. Un héroe es una figura a quien seguir, un modelo, una suerte de tótem psíquico-espiritual que ayuda, a través del ejemplo de su conducta, a construir una nación. Los latinoamericanos lo sabemos hasta la saciedad. Todos los países de América tienen su tótem heroico. En el caso de Venezuela, el culto a Simón Bolívar ha llegado a empalagarnos. El bolivarianismo corre hoy hasta por las cloacas. Al Libertador, como he escrito otras veces, hay que meterlo en un baño de lejía para que vuelva a ser lo que fue. Mientras tanto, necesitamos otros héroes y Dios, generoso y consolador, nos los está dando, no en campos de batalla sino en la arena deportiva. Demos gracias y cantemos a estos nuevos héroes que vienen a aliviar nuestras penas de país en bancarrota.-

 

 

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