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Alternativas Constitucionales para el Cambio en Venezuela

El proyecto neo-comunista, percolado por Hugo Chávez como “Socialismo del Siglo XXI”, está llegando a su fin. La elección presidencial de 2013 dio inicio al declive. Entonces, más 1.5000.000 chavistas le dieron la espalda a Maduro, quien, transhumante escapó a la derrota por menos de un punto y medio porcentual. No corrieron la misma suerte sus camaradas de la Asamblea Nacional el 6 de diciembre de 2015. Ese día Venezuela marcó un hito hacia su cambio político.

Ahora, Maduro se enfrenta al riesgo de perder el cargo. Qué tan inminente es el peligro? Cuándo se va? Cómo se va? Bajo qué figura? Quién se encarga? Son preguntas inquietantes y, para responderlas existe un abanico de opciones. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) prevé cinco alternativas: la Asamblea Nacional Constituyente, el Referéndum Revocatorio del Mandato, la Enmienda Constitucional, la Destitución por parte del TSJ y la Renuncia Presidencial.

La constituyente es un proceso largo (a Chávez le tomó casi todo 1999). Si al cocktail de la crisis económica y social, se le llegara a sumar la contingencia de enviar a los nuevos legisladores para sus casas, la constituyente perdería piso político; ergo, esta opción luce poco probable.

El referéndum revocatorio sería un camino más corto y más específico. Está previsto en el artículo 72 constitucional, y prefigura la cesación del Presidente mediante el cumplimiento de cuatro requisitos: 1o) El transcurso de la mitad del período, hecho que se cumplirá el 19 de abril; 2o) La recolección de firmas de al menos el 20% de los inscritos en el Registro Electoral; 3o) La participación de al menos el 25% del electorado; y, 4o) Que los revocantes sean más que los partidarios de la continuación del funcionario, y más que quienes lo apoyaron para su elección (al menos un voto más que los 7.587.579 obtenidos por Maduro en 2013). Venezuela y América Latina tienen experiencia en esta materia que, en el fondo, termina convirtiéndose en un plebiscito. Por esta vía se derrotó y debilitó a Pérez Jiménez en 1957. Por esta vía se fue Pinochet.

La enmienda, prevista en el artículo 340 CRBV, puede modificar puntualmente la duración del período presidencial. A Luis Herrera se lo redujeron. Esta opción es la solución involuntaria y democrática más rápida. La aprueba la mayoría legislativa (sin necesidad de las 2/3 partes) y el CNE debe someterla a referéndum aprobatorio en el término de 30 días.

La Destitución del Presidente por parte del Tribunal Supremo de Justicia, sólo es posible si el TSJ cambia. Mediante una reforma de su Ley, la AN puede devolverle la autonomía de acción y criterio al órgano rector del Poder Judicial. Si eso ocurriera, esta hipótesis constitucional se convertiría en una vía rápida para el cambio.

La renuncia del Presidente sería la solución más expedita y más altruista para el cambio. Pero, es una decisión personalísima. Significa que el propio funcionario le dice adiós al poder, en un país donde nadie renuncia; pero, no es un imposible. Si lo hace antes del 19 de abril de 2017, se convocaría a la elección del nuevo titular. Mientras tanto, Aristóbulo Istúriz sería el Presidente Encargado de la República (por algo se lo trajeron de Anzoátegui). En todo caso –a menos que Emparan se le anticipe- este 19 de Abril, Venezuela será Madariaga.

Por qué se tiene que ir? Mil razones son pocas. En nombre de un arcaico socialismo, Maduro y su mentor arruinaron a Venezuela, mientras sus altos funcionarios y familiares cercanos pactaban con la burguesía capitalista mundial jugosas importaciones a costa de nuestro petróleo. Las generaciones futuras narrarán la diáspora (cómo sus abuelos y padres venezolanos, perseguidos por faraones rojos, fueron a parar a los confines del mundo). Ninguna familia enlutada por el hampa podrá olvidar su llanto, mientras Nerón tocaba la lira.

Al no ser los militares parte de la solución sino del problema, la salida a la crisis venezolana mediante un golpe de Estado –más que inconstitucional- sería un evento inmoral. Hablando de desenlaces violentos, quizás, el Presidente de Venezuela tenga fantasías con la Guerra Civil Española; pero, todo parece indicar que -menguada la polarización entre los venezolanos de a pie- aquí tampoco habrá guerra intestina.

En la pesadilla de su ocaso, Maduro sólo escuchará la voz de Hemingway y el eco de Donne: “La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti.”

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