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Amartya Sen: Economía y filosofía contra el hambre

El académico indio recibe el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2021 como reconocimiento a sus investigaciones para paliar la pobreza

Hay quien se refiere a él como «la Madre Teresa de la Economía». «Me costaría encontrar una comparación más estúpida», suele responder con voz sosegada Amartya Sen, elegante y bienhumorado. El académico indio, no obstante, comparte con la difunta monja un propósito común: el de dedicar sus esfuerzos a los más desfavorecidos. En su caso, por medio de una obra a caballo entre economía y filosofía que le ha hecho merecedor del Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2021.

Amartya Sen recibe este galardón por ser «una figura clave del pensamiento actual y un maestro de maestros». El jurado, reunido de manera telemática y presidido por la historiadora Carmen Iglesias Cano, condesa de Gisbert, ha destacado cómo «desde una perspectiva cosmopolita e interdisciplinar, las múltiples investigaciones de Sen incluyen aportaciones (…) dirigidas a descubrir las raíces de la pobreza y las hambrunas».

El hambre ha sido una constante —primero existencial y luego académica— en la vida del erudito desde que en 1943, con apenas nueve años, fuera testigo de sus devastadoras consecuencias en su Bengala natal. Tres millones de personas perdieron la vida a su alrededor. «Nunca antes había visto a tanta gente morir sin motivo alguno», recordaría durante una entrevista con ‘Al Jazeera’. Sin embargo, «en nuestra escuela no había nadie lo suficientemente pobre como para morir. Ahí entendí de golpe el significado de la división de clases».

Calamidades y éxitos

Sen nació en 1933 en la localidad india de Santiniketan y su primer hogar estuvo dentro del campus donde daba clases su abuelo. Su padre, también profesor universitario, trabajaba en Daca, actual capital de Bangladés. Por ello, «enseñar siempre me resultó algo natural», asegura. La familia se trasladaba de un lugar al otro hasta que su devenir quedó interrumpido por un segundo evento traumático: la partición de Bengala en 1947 a causa de la independencia de India. Durante los estallidos de violencia el pequeño Sen se vio, una vez más, cara a cara con el infortunio. «Tengo grabada la imagen de un hombre agonizando, había sido atacado tras entrar a una zona hostil en busca de comida». De ella también extrajo una lección. «Comprendí la dimensión económica de una persona que necesita un salario para alimentar a su familia».

En el tercer encontronazo con la calamidad sería su existencia la que estaría amenazada. Sen era un brillante estudiante de Matemáticas en la Universidad de Calcuta, el mejor entre los mejores, cuando los médicos le diagnosticaron un cáncer de boca. No hacía falta ser un genio para comprender que la estadística jugaba en su contra: las posibilidades de seguir vivo cinco años después no superaban el 15 por ciento. Pero el nombre propuesto a sus padres por el poeta y premio Nobel Rabindranath Tagore resultó premonitorio. Amartya, en bengalí «Inmortal», sobrevivió. «Si Marie Curie no hubiera hecho sus descubrimientos, yo no estaría hoy ahí. Sin ciencia estaría muerto».

A partir de entonces comenzó una sobresaliente trayectoria académica que le ha llevado a saltar entre las universidades más prestigiosas del mundo: Cambridge, donde realizó su tesis en ‘selección de técnicas’ –ámbito que estudia el equilibrio entre capital y trabajo como fuerzas productivas–; Oxford y desde 1988 –con un paréntesis entre 1997 y 2004 de regreso a su alma mater británica– Harvard.

La distribución de los alimentos

En 1981 publicó su obra más celebrada, ‘Pobreza y hambruna: un ensayo sobre el derecho y la privación’. En ella argumentaba que la carestía no se debe a la escasez de alimentos tanto como a las desigualdades en su estructura distributiva. Para probarlo recurrió a su biografía: en el año de la Hambruna de Bengala hubo más cosecha que en los precedentes. «El problema no fue el suministro de comida, sino la incapacidad de la gente para comprarla», explicaría.

Esto le llevó a desarrollar el concepto de ‘capacidades’, una nueva teoría concebida como enfoque alternativo a las reflexiones sobre el bienestar, la cual coloca en el centro las posibilidades de acción de los individuos. Sus hallazgos le hicieron merecedor del premio Nobel de Economía en 1998 y fueron decisivos en la creación del Informe de Desarrollo Humano, publicación anual de Naciones Unidas que evalúa a todos los países del mundo de acuerdo a una serie de indicadores económicos y sociales.

Este fue uno de los motivos que llevó al jurado a seleccionar su candidatura, propuesta por Casa Asia. «Su continuada y excelente labor ha influido de manera decisiva en los planes de desarrollo y en las políticas de las más relevantes instituciones mundiales». «Toda su trayectoria intelectual ha contribuido de manera profunda y efectiva a promover la justicia, la libertad y la democracia», concluye el fallo. Unas palabras que Amartya Sen, seguro, refutaría con educación.

 

 

 

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