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Ana Cristina Vélez: Lo que trajo la pandemia

De Reiner Kunze: «…y al final, al final del todo, el mar de los recuerdos será azul».

Hace unos días leí un escrito muy bello de Angeles Mastretta que se llama Cuando esto pase. En este, ella hace la lista de cosas que desea hacer cuando esto pase y empieza así:

“En medio del horizonte y el silencio, el encierro hace planes con nosotros; rompe la penumbra de a ratos con la promesa de lo inaudito y nos deja imaginando cómo ha de ser. Ahora que esto pase, decimos en nuestra letanía de todas las mañanas. Y luego cae la cascada de quimeras que no hemos enfrentado porque la pandemia nos dio permiso de postergarlas. Hablo en plural y debería moverme al singular, al yo que es honrado y solitario, al yo que inventa lo que no sabe y se consuela con lo que inventa. Como quien cuida un faro”.

Traté de hacer un ejercicio mental como el suyo, pero sin éxito. No es que no desee que esto pase. Deseo que esto acabe antes de que acabe con muchos de nosotros. Sin embargo, al intentar el ejercicio no se me venía nada a la mente y, en cambio, sí pensaba en lo que esto me ha enseñado. Sentí con una fuerza innegable qué cosas eran valiosas en este momento, y obtuve dos respuestas: la educación y el trabajo científico en la medicina y en las comunicaciones. Sin educación no hay ciencia, no hay comprensión de lo que pasa ni se puede pedir un comportamiento adecuado.

La vacuna, que a mediados del año parecía solo un sueño, es ahora una realidad que cambiará el curso del apocalipsis. Esto no es otra cosa que competencia científica: educación refinada, inteligencia y dedicación incansable puestas al servicio de detener al enemigo, de conocerlo, de explicar qué es, cómo se contagia, cómo nos afecta, cómo respondemos y cómo nos podemos defender. Los científicos nos han encontrado muchas respuestas, y en un tiempo muy breve, mientras esperamos atónitos. Esto, además, dejó en evidencia que toda la seudo-ciencia, los esoterismos, las ideas naturistas y mágicas, no valen nada, porque en nada ayudan.

La pandemia me mostró la importancia de las comunicaciones. La existencia de Internet también se la debemos a las ciencias puras, a las matemáticas y a la física. Cuántas personas en el mundo nos beneficiamos increíblemente de los medios de comunicación y hemos podido ver y hablar varias veces al día con nuestros seres más amados, que hoy siguen separados de nosotros. Cuántas personas pudieron ver y despedirse de sus seres queridos, agonizantes en un hospital, utilizando sus teléfonos. Solo estas dos cosas han disminuido una gran cantidad de sufrimiento y nos han dado consuelo. Por otro lado, le debemos a Internet el que muchas personas hayan podido continuar trabajando o educándose desde la casa.

El teletrabajo y la educación a distancia (y todo lo nuevo que se ha implementado) fueron puertas que abrió la pandemia. La inercia (individual, cultural y política) hubiera impedido hacerlo con la celeridad con la que se ha hecho. Las desgracias, las penas, nos obligan a ser creativos y sobre todo a ser decididos a aceptar lo nuevo. En términos biológicos: el cambio repentino y dramático del nicho obliga a que se seleccionen nuevas alternativas que estaban latentes, y no solo eso, que se produzcan cambios y estos sean exitosos. Cuando no hay necesidad, postergamos, dilatamos, dejamos para el futuro. Ante la necesidad, ensayamos lo impensable. Esta pandemia ha sido una fuerza de cambio.

No voy a hacer la lista de cositas y objetos que hemos identificado como innecesarios, pero esperemos no olvidarlo “cuando esto pase”.

A mis amigos virtuales, no sé cómo agradecerles la amistad, el afecto y la compañía que me han dado. Hago una lista amorosa en mi cabeza de cada uno de ellos, y una ola de emociones placenteras me invade. Por supuesto, sería mejor poder verlos y abrazarlos largamente, con la fuerza del amor contenido y del agradecimiento. No me había dado cuenta, hasta este año, de lo tanto que recibo de ellos, de la dicha tan grande que es tenerlos y del afecto que siento. Amar es tan bueno que no importa si uno es o no correspondido.

 

 

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