Cultura y ArtesGente y SociedadMúsica

Ana Cristina Vélez: Una canción de despecho

 

León Gil (Colombia) - Festival Internacional de Poesía de Medellín

Cedo la palabra al poeta León Gil:

 

A Darío Gómez, en memoria; así nunca haya logrado escuchar completa ninguna de sus canciones.

 

Despecho; según la RAE: m. Malquerencia nacida en el ánimo por desengaños sufridos en la consecución de los deseos o en los empeños de la vanidad.

¿No es evidente que se trata de una definición bastante pobre e imprecisa; casi que etérea, para ese “algo” tan concreto y contundente que de alguna manera todos conocemos como ‘despecho’? … Definitivamente, parece que a los académicos les es imposible despojarse de la toga y el birrete que les constriñe a expresar siempre con ambages los decires y sentires del pueblo… Aunque; como bien anotara Schopenhauer (1788 – 1860), el amor y el despecho no son exclusivos del “pueblo”:

…es el más poderoso y el más activo de todos los resortes, el fin último de casi todo esfuerzo humano; que tiene una influencia perturbadora sobre los más importantes negocios; que interrumpe a todas horas las ocupaciones más serias; que a veces hace cometer tonterías a los más grandes ingenios; que no tiene escrúpulos en lanzarse a frivolidades a través de las negociaciones diplomáticas y de los trabajos de los sabios; que tiene maña para deslizar sus dulces esquelas y sus mechoncitos de cabellos hasta en las carteras de los ministros y los manuscritos de los filósofos, lo cual no le impide ser a diario el promovedor de los asuntos más malos y embrollados; que rompe las relaciones más preciosas, quiebra los vínculos más sólidos y elige por víctimas ya la vida o la salud, ya la riqueza, la alcurnia o la felicidad; que hace del hombre honrado un hombre sin honor, del fiel un traidor, y que parece ser así como un demonio que se esfuerza en trastornarlo todo, en embrollarlo todo, en destruirlo todo,…

¿Y no es evidente que aquí el resabiado y pesimista filósofo sí nos está hablando de lo que todos entendemos como amor y despecho?

También se dice que la palabra ‘despecho’ aparece por primera vez en el Cantar del Mio Cid, y que proviene del latín despectus (desprecio, menosprecio)… ¿Y qué? ¿Se corresponde en algo esta etimología con esa cosa ambivalente pero escueta y terrible que es el ‘despecho’?

No obstante, si descomponemos el término despectus como des-pectus, su traducción literal sería sin-pecho. Lo cual nos acerca un poco más a lo que entendemos por estar despechado. Porque decir que una ruptura amorosa rompe el corazón es más que una metáfora o imagen retórica. ‘Despecho’ es la palabra que mejor describe ese estado, emoción o sentimiento de tener el pecho vacío o con un corazón muerto, contrito o escindido que ya no alienta, que en lugar de latir parece aullar como un lobo herido y solitario.

Por eso no es extraño que esta llamada “depresión por ruptura”; además del insomnio, la apatía y la pérdida del apetito llegue a presentar algunos de los síntomas de una enfermedad cardiaca; tales como dificultad para respirar, mareos o aturdimiento, palpitaciones, náuseas o vómitos, sudoración, ansiedad extrema e inclusive, físico dolor en el pecho.

Que el amor es una enfermedad lo postuló y sustentó ampliamente hace dos siglos Stendhal, en su extenso y valioso ensayo titulado Del amor (1822). Sin embargo, solo a comienzos de los años 90 vino a acuñarse lo que se conoce como ‘miocardiopatía de Takotsubo’ o ‘Síndrome del corazón roto’; una patología del corazón que consiste en que bajo intenso estrés emocional el ventrículo izquierdo cambia de forma, afectando la capacidad del órgano para bombear sangre y; por tanto, la calidad de vida del paciente.

Este fenómeno también fue investigado recientemente por un equipo de científicos de la Universidad de Aberdeen, escocia. La investigación, publicada en la revista Journal of American Society of Echocardiography, señala que el ‘Síndrome de corazón roto’ puede dejar cicatrices físicas irreparables, ya que algunas partes del corazón se llenan de pequeñas fisuras que hacen que el músculo pierda elasticidad y no se contraiga correctamente.

Los síntomas de esta enfermedad son similares a los de un infarto de miocardio, y pueden por tanto ocasionar inclusive la muerte.

Hasta el momento no se conoce cura o tratamiento efectivo para el ‘síndrome de corazón roto’; no obstante existan, como en Medellín, las llamadas Clínicas Del Amor; y brujos y brujas de todas las layas que en cada esquina reparten volantes prometiendo hacer regresar de rodillos al ser amado, o al esquivo amante ligar para siempre. Es decir, se cumple una vez más el refrán popular ‘el vivo vive del bobo’; en este caso, del enajenado mental que es el enfermo de desamor o despecho.

También son inútiles las fugas geográficas. Lo he comprobado, y así lo anote alguna vez; porque esté donde esté, vaya donde vaya; día tras día: con la aurora vuelan hacia ti mis pensamientos, con la noche se vuelcan sobre mí todos tus recuerdos.

La única cura efectiva –si no se muere en el intento– es el tiempo; pues como bien observaba Stendhal, “El amor es como la fiebre: nace y se extingue sin que la voluntad tome en ello la menor parte.” Algo así como lo que un día llamé terapia espacio-temporal: A hacer de ti un recuerdo, y de tu recuerdo una estela; en el agua o en el cielo, me lo enseñó el espacio, aliado con el tiempo.

Ah, se me olvidaba decir que sí existe un tratamiento 100% eficaz; y es un nuevo amor, eso que en la sabiduría popular se conoce como ‘un clavo saca otro clavo”. Solo que el enajenado mental por despecho únicamente puede ver, escuchar y sentir el clavo que tiene enterrado en su pecho; es decir, no hay lugar para dos clavos, casi que hasta que cicatrice por completo la “extracción” del primero.

Entre tanto, solo quedan esos sospechosos paliativos que constituyen las drogas, el alcohol y tantas otras adicciones igualmente nefastas. Porque, como señala un estudio realizado por la Universidad estatal de Washington en 2014, el despecho es una realidad muy descuidada por la investigación científica: “A pesar de los grandes y pequeños impactos que el despecho puede tener en la psique humana, ha sido prácticamente ignorado por los psicólogos sociales, clínicos y de la personalidad.”

Y cuando hablaba de paliativos, me olvidaba de los poetas y los juglares, que a través de todos los tiempos y lugares del mundo han intentado con sus poemas y canciones brindar un no menos dudoso alivio a los corazones partidos.

Así, hablamos de la mal llamada “música de despecho” como un género; cuando es al contrario: el despecho ha generado canciones en la música de todos los géneros: tangos, boleros, rancheras, baladas, salsa, pop, rock, country, etcétera; y por supuesto, también  en la encorsetada y esmoquinada ‘música culta’, con sus arias y lieder; pues amor, estupidez y despecho es lo único que natura distribuyó por parejo.

Y decía que estas canciones constituyen un dudoso paliativo; pues siendo el despecho una temible y ambivalente pasión (odio-amor, añoranza-venganza), pueden incitar a los actos más insensatos de autodestrucción o a los crímenes más crueles y oscuros, llegando a lastimar incluso a terceros, así sean los propios hijos; como ocurrió con Medea, en venganza por la traición y abandono de Jasón.

Solo me resta decir que confío en que un día no muy lejano la neurociencia logre manejar las mortíferas y pestilentes consecuencias que ocasionan el desamor, la traición y los celos; pues la intervención de la ciencia médica actual ha sido insuficiente e inoperante; al igual que las rigurosas leyes penales o las bien intencionadas ‘terapias de duelo’.

Y ahora sí, la canción de desdespecho (des-despecho); es decir, sin despecho. Es una canción escrita e interpretada en catalán por ese gran maestro del “género” que es Joan Manuel Serrat. Una canción de 1968, cuando solo tenía veinticinco años. Una canción triste, melancólica, pero a la vez llena de regocijo y nuevas fuerzas. Es la canción de un convaleciente, que ha superado una enfermedad potencialmente terminal, como lo es el despecho.

La canción se titula Saps (Sabes)

 

León Gil nació en Venecia (Antioquia) en 1954. Expoeta y exprofesor de física y matemáticas. Ha publicado los libros: Del huerto de Van Gogh (1990), Ecce Infans (1996), Coctel de versos para la mesa 3 (2002) y Cantata de la lluvia (2010)

 

 

Botón volver arriba