Ana Teresa Torres: David exiliado
“Lo interesante de estas polémicas y prohibiciones es que la censura ya no puede atribuirse a lo que se denomina ‘las derechas’, término que un día de estos habrá que aclarar mejor. ‘Las izquierdas’ tienen también su diccionario de prohibiciones”.
No deja de sorprender el avance del tema de las ‘cancelaciones’. El más reciente escritor expurgado es el novelista británico Roald Dahl, conocido por sus libros de fantasía muy favorecidos por los lectores infantiles. He aquí que Dahl ha sufrido la acusación póstuma de usar en sus obras palabras tales como gordo, feo, loco, blanco, negro y ‘ser femenino’ (female del inglés no puede traducirse como mujer porque es un adjetivo que incluye a los animales), consideradas ofensivas y que por lo tanto deben ser eliminadas de sus libros.
He aquí que también han sido expurgados Agatha Christie y Ian Fleming (junto a J.K. Rowling, que ya mencioné en un artículo anterior), lo que sugiere que los objetivos son los autores de producción masiva. En cualquier momento caen Corín Tellado, Miguel de Cervantes, y los sagrados autores del Antiguo Testamento, así como Juan, Mateo, Lucas y Marcos, los cuatro responsables del Nuevo Testamento, todos de alto tiraje, y según recuerdo de remotas lecturas en ambos volúmenes contienen historietas que se las traen. Poco edificantes: padres filicidas, femicidios, infanticidios, incestos, lapidaciones, fratricidios, adulterios, y pare de contar.
De sorpresa en sorpresa nos encontramos con que la directora de un colegio del estado de Florida en Estados Unidos ha sido obligada a renunciar a su trabajo, bajo amenaza de ser despedida, por proponer en la clase de arte para alumnos de sexto grado algunas imágenes artísticas, tales como el David de Miguel Ángel, considerada por algunos miembros de la comunidad de padres como pornográfica, además de que la directora no cumplió con la norma según la cual debe mostrarse previamente a los padres las imágenes que se utilizarán en las clases, ya que su opinión debe ser respetada en todo momento.
El colegio en cuestión es una institución que aboga por el regreso a ‘los principios fundamentales de la civilización occidental’, por cierto, cada vez más difíciles de definir. El caso es que esta escultura elaborada en la primera década del siglo XVI, una de las más reconocidas en la cima del arte precisamente occidental, icono nada menos que de las luces del Renacimiento y del humanismo, ha sido calificada por algunas familias de la capital del estado de Florida como pornográfica y por lo tanto exiliada de las aulas de la escuela que patrocinan.
La tendencia conservadora en Estados Unidos, si puede llamarse así porque el término parece benévolo pero la deriva va bastante más lejos, es tema conocido, solo que se ha agravado y toca, entre otros, asuntos tan serios como el origen de las especies, condenado por los creacionistas que consideran que todo ser humano es una directa creación divina y en consecuencia prohíben que las teorías evolucionistas sean enseñadas en las escuelas. O el regreso a la moral sexual de un solo hombre con una sola mujer, con tantos hijos como vengan por vía natural, y así sucesivamente.
Lo interesante de estas polémicas y prohibiciones es que la censura ya no puede atribuirse a lo que se denomina ‘las derechas’, término que un día de estos habrá que aclarar mejor. ‘Las izquierdas’ tienen también su diccionario de prohibiciones. Esto me produce mucha confusión porque generacionalmente pertenezco a los sesentistas que suponíamos que la libertad de pensamiento y de conciencia se completaría cuando se terminaran las ideologías conservadoras. Tremenda equivocación histórica. No ocurrió así.
Las palabras van adquiriendo otros significados; conservador, liberal, son recintos que se van autodesignando e incluso desapareciendo como denominaciones ideológicas y dan paso a la cultura woke, por ejemplo, o a la cultura conspiranoica, incluyendo el terraplanismo, y a la nueva moral que todavía no ha sido denominada, según la cual es necesario eliminar de las obras literarias (y cualquier otro tipo de obras) todo aquello que pueda herir la sensibilidad de quien se expone a ellas, no solamente en la infancia sino en cualquier época de la vida. Lo que nos incomode por alguna razón, o nos haga sentir injustificadamente inferiores o superiores, debe ser eliminado; esa es más o menos la conclusión. Y como son muy diferentes los temas que puedan despertar sentimientos de inferioridad o superioridad, el abanico de eliminaciones es muy amplio. Me queda la duda de por qué eliminar ‘seres femeninos’ en las obras de Dahl. Si llego a saberlo prometo contarlo.