Analítica / Editorial: Cuidémonos del gatopardismo electoral
En todos los sentidos, y para todos, no sólo los opositores al régimen sino, incluso para los propios integrantes del régimen, este es un momento particularmente complicado.
La oposición sigue dividida, no sólo por intereses particulares, sino por una falta de visión coherente que se plasme en una única y común estrategia para enfrentar al régimen y determinar una vía para superar la crisis.
Ahora se presenta de nuevo la dicotómica decisión sobre si se debe o no participar en la supuesta megaelección que estaría planteando el régimen, pero que excluye en su esquema a la presidencial.
Es evidente que al final la solución para recuperar la democracia tiene que ser electoral, pero el cómo y el cuándo son factores fundamentales.
No basta con incluir en un nuevo CNE a personas honorables, lo que no debe ser motivo de demonización, sino advertir que es muy poco lo que estas personas podrán lograr si no hay al mismo tiempo un cambio radical en el proceso electoral que requiere una auditoría integral del registro electoral, lo que tomará su tiempo.
Por otra parte, para que haya real posibilidad de elegir es indispensable, por un lado, la liberación de todos los presos políticos, militares y civiles, la restitución de las tarjetas electorales confiscadas de los partidos a sus legítimas autoridades, la eliminación de las inhabilitaciones de los dirigentes políticos opositores, la posibilidad de que la oposición pueda, a través de elecciones primarias seleccionar a sus candidatos y presentarse unidos en una sola tarjeta electoral, como lo fue en su momento la tarjeta de la MUD, que también confiscaron.
Además, para que una elección sea libre se requiere supervisión electoral de organizaciones internacionales reconocidas y con experiencia previa en nuestra región que puedan validar los resultados. También es esencial que exista un equilibrio informativo, por lo que la hegemonía comunicacional del régimen debe permitir que todos los candidatos tengan libre acceso a los medios de comunicación y puedan expresar libremente sin una censura previa de Conatel. Asimismo, es indispensable que los testigos opositores tengan, no sólo presencia en todas las mesas, sino en todas las fases del proceso en el CNE.
Como vemos esto no es un proceso que puede resolverse con unas elecciones express. Para asegurar su viabilidad se requiere una negociación integral entre las partes, tanto nacionales como internacionales, para asegurar que la voluntad popular pueda no sólo votar, sino elegir a los que consideran pueden reconducir y reconstruir a nuestro país.
Dudamos que esto pueda lograrse, al menos por ahora, con el espíritu manifiesto que mantiene el régimen de permanecer permanentemente en el poder y sólo conceder pequeñas modificaciones, más bien cosméticas, para dar la impresión de que hay una real intención democratizadora y no unos cambios que sólo son gatopardeanos, para justificar su permanencia en el poder.