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Angela Merkel sale de las sombras para marcar el tono y las decisiones en la campaña electoral alemana

Sus palabras tumbaron el proyecto de ley que quería sacar adelante su partido y debilitaron la posición de Friedrich Merz a escasas semanas de las elecciones

Angela Merkel, antigua canciller de Alemania

                                                  Angela Merkel, antigua canciller de AlemaniaAFP

 

Angela Merkel, tras 16 años al frente de Alemania y una influencia determinante en la Unión Europea, había prometido una retirada discreta de la política cuando dejó su puesto de canciller en 2021. Sin embargo, como decían en la película El secreto de sus ojos, una persona puede cambiar de todo menos de pasión, y Merkel, a escasos días de que Alemania se juegue su futuro en unas de las elecciones más importantes de los últimos años, ha regresado a la primera línea de la actualidad política germana.

No es que Merkel haya vuelto con intenciones de retomar el poder o de asumir un papel protagonista. Su estilo nunca ha sido el de la confrontación directa ni el de los golpes de efecto. Pero en un momento en que su partido, la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU) busca reafirmar su liderazgo y favoritismo en las elecciones frente a un gobierno —el actual— debilitado, su figura aparece de nuevo para devolver a Alemania la estabilidad perdida.

La situación política actual es compleja. El gobierno de coalición encabezado por el socialdemócrata Olaf Scholz no logró consolidarse como una alternativa fuerte y se desmoronó, con el canciller perdiendo la moción de confianza que le empujó a adelantar las elecciones. Factores como una inflación persistente, dificultades para implementar medidas climáticas sin afectar a la industria, y una creciente sensación de inseguridad ante la inmigración desgastaron en tiempo récord la imagen del gobierno. Actualmente, en las encuestas, Scholz y su equipo han perdido apoyo, mientras que la CDU ha recuperado posiciones y, en paralelo, Alternativa para Alemania (AfD) ha aprovechado el malestar ciudadano para ganar terreno en varios estados federados.

Precisamente, el ascenso de la AfD ha sido el gran cambio en el tablero político alemán. En un escenario donde Alemania se está viendo asolada por atentados terroristas —como el de Magdeburgo el pasado diciembre— o una creciente inseguridad en las calles, el discurso radical contra la inmigración del partido ha ganado adeptos, especialmente entre las nuevas generaciones. Aunque los partidos tradicionales han tratado de evitar pactos con la AfD, su crecimiento en las encuestas puede obligarles a replantear la estrategia.

El apoyo de la AfD en el Bundestag

Hace un par de semanas, el Bundestag, la Cámara Baja del Parlamento alemán sacó adelante una resolución no vinculante con un plan para acabar con la inmigración, donde se unieron las fuerzas de la CDU con las de la AfD, rompiendo el cordón sanitario contra el partido encabezado por Alice Weidel.

Friedrich Merz, líder de los conservadores y posible futuro canciller

Friedrich Merz, líder de los conservadores y posible futuro cancillerAFP

 

El rechazo a esta unión de los favoritos en las elecciones con la AfD se hizo notorio de manera instantánea. Y aquí entra en juego Angela Merkel, que cargó contra Friedrich Merz por «renunciar a sus compromisos anteriores de no aceptar los votos de la AfD». La antigua canciller había evitado pronunciarse con anterioridad sobre su sucesor al frente de la democracia cristiana, pero esa decisión marcó una línea roja para ella, que regresó a la primera línea política.

Dos días después de eso, se votaba el proyecto de ley sobre la resolución no vinculante. Todo el mundo esperaba que saliera adelante, pues se necesitaban los mismos votos que la habían aprobado el miércoles. Pero no se aprobó. Varios diputados de la CDU/CSU se echaron atrás a última hora, tumbando el acuerdo y evitando que la ley se aprobara. Las palabras de Merkel surtieron el efecto que ella deseaba.

Merz, que siempre defendió que su negativa a pactar con la AfD sigue vigente y que una coalición con ese partido sería inaceptable, encajó una severa derrota política que, aunque no ha hecho peligrar su posición de favorito en las elecciones, sí ha reducido su credibilidad y fuerza política. El enfrentamiento con un peso pesado como Merkel debilita su imagen dentro del partido, donde la antigua canciller sigue siendo una figura muy venerada.

Por supuesto, no todo el mundo comparte esta visión. En ciertos sectores más conservadores de la CDU, el legado de Merkel es cuestionado, especialmente por su decisión de abrir las fronteras en 2015 para acoger a cientos de miles de refugiados, una medida que, según sus críticos, impulsó el crecimiento de AfD. Otros le reprochan una falta de visión en cuanto a la modernización de la economía y la transición energética, temas que ahora han generado importantes desafíos para el país.

Pero más allá de los debates sobre su legado, lo cierto es que su figura sigue teniendo un peso considerable. Su aparición en esta campaña, aunque no sea de forma constante ni con aspiraciones personales, puede marcar el tono del debate y ayudar a definir la orientación de la CDU en un momento clave. Merz, pese a sus intentos de diferenciarse, sabe que Merkel sigue siendo una de las mayores bazas del partido, y que alejarse demasiado de su legado podría ser un error estratégico.

Mientras Alemania se prepara para unas elecciones que podrían redefinir su rumbo político, la presencia de Merkel recuerda que su influencia no ha desaparecido del todo. Tal vez no vuelva a ocupar un cargo público, pero su visión y su forma de hacer política siguen siendo un referente para una parte importante del electorado. En una Europa en la que los extremos ganan terreno y en la que la incertidumbre marca el futuro, la figura de la excanciller se mantiene como un símbolo de la Alemania que fue y, para muchos, de la que debería seguir siendo.

 

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