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Anne Sexton: poéticas de la locura

Ante el suicidio de Sylvia Plath, Anne Sexton sentenció: “esa muerte era mía”. Esta poeta estadunidense, que vivió acechada por los diagnósticos y tratamientos psiquiátricos, también encontró en la poesía una acompañante.

¿Es posible hablar de poéticas del suicidio y retóricas de la depresión sin romantizar ni el acto ni el trastorno mental? Esa es la pregunta que me hago al releer la obra de la poeta estadounidense Anne Sexton (1928-1974). Poemas suyos como “Querer morir” parecen ser una profecía autocumplida: “Me preguntas pero casi nunca puedo recordar. / Yo camino con mi ropa, impoluta de ese viaje. / Luego, el deseo casi innombrable vuelve. / Incluso entonces nada tengo contra esta vida. (…) / Pero los suicidas tienen un lenguaje especial. (…) / Los suicidas ya han traicionado al cuerpo. / Nacidos muertos, no se matan siempre, / pero deslumbrados, no olvidan una droga dulce, / tan dulce que hasta los chiquillos mirarían y sonreirían. / La muerte es un  triste hueso, magullado, me dirías, / y, no obstante, ella me espera, año a año”.1

Sexton es considerada como una de las mayores exponentes de la poesía confesional, cuya premisa se sustenta en el “yo” y lo privado como material poético. No solamente lo personalísimo y lo más íntimo es lo que define a una de las poetas que más me intriga, sino que me cautiva la rigurosa indagación que hace sobre su propia psique. En 1953, Sexton comenzó a experimentar episodios depresivos poco después de que su hija Linda naciera y en 1954, con el duelo por la muerte de su adorada tía abuela “Nana” (“Tu eres mi historia”, le escribió en un poema dedicado a ella), fue diagnosticada con psicosis maníaco-depresiva (como se conocía anteriormente al trastorno bipolar). A finales de agosto de 1955 sufrió de depresión posparto y, en 1956, a un año del nacimiento de su segunda hija, Joyce, fue hospitalizada. En agosto se convirtió en paciente del psiquiatra Martin T. Orne quien la hizo transcribir las grabaciones de las sesiones que tenían.2 Sexton contaba con 28 años de edad.

 

 

 

En la navidad de 1956, Sexton escribió su primer poema y le llevó sus primeros manuscritos al doctor Orne, que fue el que le sugirió que escribiera a manera de terapia.  Esto recuerda a lo que Diodoro Sículo describe en el primer libro de los 40 volúmenes que conforman su Bibliotheca Historica sobre Ramsés II y su biblioteca en el templo funerario como un lugar para la “curación del alma”. El recuento del historiador griego sobre el Egipto del siglo III a. C. apunta que en el Ramesseum, uno de los monumentos de la necrópolis de Tebas: “se encuentra la biblioteca sagrada, sobre la cual está escrito «Clínica del Alma»; contiguas a ella, las imágenes de todos los dioses de Egipto, con el rey ofrendándoles igualmente lo que era adecuado a cada uno, como para mostrar ante Osiris y los consejeros de abajo que pasó su vida siendo piadoso y actuando justamente con hombres y dioses”.3 Supongo que el faraón creía en el poder curativo de la palabra escrita. Y supongo que Orne, el terapeuta de Sexton, también compartía esa creencia. No es coincidencia que el poema inaugural de su primer poemario, To Bedlam and Part Way Back, esté inspirado en Orne (“Tú, doctor Martin, caminas / del desayuno a la locura”).4

En mayo de 1957 Sexton intenta suicidarse por primera vez. Sin embargo, meses después, ya estaba “escribiendo vigorosamente […] Le había mostrado [a Orne] unos sesenta poemas”. El poema “Su estirpe” (“Her Kind”), contiene imágenes poderosas de lo que ella misma consideraba un renacimiento a partir de la escritura y la terapia a los veintinueve años: “He salido, bruja posesa… Una mujer así no hay quien la entienda… Soy de su estirpe”.

 

Ilustración: Gonzalo Tassier

 

En septiembre de 1958, Sexton comienza a asistir a clases con Robert Lowell en la Universidad de Boston. Ahí conocería a Sylvia Plath de quien se hizo amiga. Ante el suicidio de Plath, Sexton llegó a decir en terapia “esa muerte era mía y escribió un sentido poema al respecto: “¡Ladrona! / ¿Cómo te arrastraste dentro, / bajaste arrastrándote sola / al interior de la muerte que yo deseé tanto y durante tanto tiempo / la muerte que las dos dijimos que estaba superada, / la que llevabamos en nuestros pechos flacos, / de la que hablabamos tanto cada vez / que nos metíamos tres martinis de más en Boston, / la muerte que hablaba de psicoanalistas y remedios, / la muerte que hablaba como novias conspiradoras, / la muerte por la que bebíamos, / ¿las razones y luego el acto tranquilo?”.5

Apenas pasaron dos meses y Sexton ingresó en el hospital psiquiátrico Westwood Lodge, donde escribiría “Ringing The Bells”, poema que retrata su estadía (“Y esta es la pequeña chica-ardilla jorobada / al otro lado de mi / que se jala su bigote, / que jala su bigote durante todo el día”). 1959 fue un año complicado emocionalmente para Sexton pues sus padres fallecieron con pocos meses de diferencia. Al año siguiente, en 1960, se publica To Bedlam And Part Way Back, el cual fue finalista del National Book Award en la categoría de poesía para 1961.

Volvió a Westwood en junio de 1962 y es ahí donde escribe “Flee On Your Donkey” (Ya que no había adónde huir, / regresé a la escena de los sentidos desquiciados, / regresé anoche a medianoche, / llegué en la noche cerrada de junio / sin equipaje, sin defensas, / entregué las llaves del coche y mi dinero, / quedándome solamente con mi cajetilla de Salem / como niño que se aferra a su juguete. / Me registré donde un desconocido / trazó unas X de tinta / —pues éste es un hospital de locos, / no un juego de niños).6 Ese mismo año publica All My Pretty Ones, que también fue nominado al National Book Award. Sexton retorna a Westwood y en la primavera de 1964 se dedica a buscar un nuevo terapeuta tras la mudanza del doctor Orne a Pensilvania.

En Half in Love: Surviving the Legacy of Suicide, las memorias de su hija Linda Gray Sexton, se rememora el ambiente familiar como una combinación entre “exaltación y depresión; amor y calidez, separaciones atroces y reencuentros alegres, aunque frágiles”. Live or Die, publicado por Sexton a inicios de 1966, y marcado por otro intento de suicidio, obtuvo el Premio Pulitzer al año siguiente. Visionaria, aseguraba que: “una mujer que escribe siente demasiado: / tantos trances y augurios. (…) / Cree que puede advertirles a los astros. Una escritora es, en esencia, una espía”.7

Sexton escribió sobre diversos temas considerados tabúes en su contexto: la sexualidad humana y la masturbación (“Muchachos y muchachas son uno esta noche. / Se desabotonan blusas. Se bajan cremalleras. / Se quitan zapatos. Apagan la luz. / Las criaturas destellantes están llenas de mentiras. / Se comen mutuamente. Están más que saciadas. / De noche, sola, me caso con la cama”);8 el aborto (“Alguien que debería haber nacido / se ha ido”);9 el abuso sexual y el incesto (“Ellas juegan a «házmelo mami» todo el día. / Una mujer que ama a otra mujer / es joven por siempre”);10 el suicidio y la menstruación (“Desde las muñecas mi muerte, / dos etiquetas con nombre, / sangre llevada como un adorno floral / para que brote / en la izquierda y en la derecha. / Es una habitación cálida / el lugar de la sangre”).11 Antes de un recital Sexton solía decir voy a leer poemas que les dirán la clase de poeta que soy, el tipo de mujer que soy, así que si no les gusta, pueden salirse”.

En 1972, dos años antes de suicidarse, Sexton publicó The Book of Folly que contiene el poema “Anna Who Was Mad” escrito a la memoria de su tía Anna Dingley o “Nana”, quien también tuvo problemas de salud mental. La poeta, temiendo ser un reflejo encarnizado de la locura familiar, se expone a través de un auto de fe: “¿Te hice volverte loca? / ¡Escríbeme desde la tumba, Anna! / Solamente eres cenizas pero, aún así, / levanta la pluma Parker que te di. / Escríbeme. / Escribe”.12

Sexton fue una exitosa poeta, su obra aplaudida y multipremiada, obtuvo varias becas, entre ellas la beca Guggenheim, y era profesora de la Universidad de Boston. Incluso dos poemarios suyos, Love Poems (Poemas de amor, 1969) y Transformations (Transformaciones, 1971), fueron best sellers. En la cúspide de su carrera, sin embargo, volvió a sentir ese “deseo casi innombrable” y el 4 de octubre de 1974, a un mes de su cuadragésimo sexto cumpleaños, Sexton se quitó la vida.

Unas horas antes había almorzado con su amiguísima Maxine Kumin para revisar las pruebas de El horrible remar hacia Dios. El primer poema que abre ese libro, publicado póstumamente en 1975, retrata la encarnizada lucha de Sexton contra sí misma: “Pero estoy remando, estoy remando, / aunque el viento me hace retroceder / y sé que esa isla no será perfecta, (…) / pero habrá una puerta / y la abriré / y me libraré de la rata que llevo dentro, / la rata pestilente que me roe. / Dios la tomará con sus manos / para acogerla”.13

Eobituario en The New York Times de Sexton recalca que la poeta “moldeó su arte a partir de la angustia, el colapso y la preocupación por la muerte”. Yo añadiría que Sexton asumió su relación con la poesía a partir de la aproximación clínica del doctor Orne, a quien llegó a llamar “su nuevo Dios”. Ella afirmaba que escribir poesía le daba un orden a sí misma y lo que sentía: “la escritura pone las cosas donde estaban antes. (…) Si puedo escribir un poema, yo me reordeno y el mundo vuelve a ser un poco más sensato y real. Estoy más en contacto con las cosas”. Sigo dudando respecto a la retórica de lo depresivo. Si el proceso creativo era considerado como una curación para Sexton, ¿entonces porque afirmó que la poesía “debe casi doler”? Ella, al escribirse, se conoció y reconoció demasiado bien: “más y más cerca / está la hora de mi muerte”.14

 

Karen Villeda
Su libro más reciente es Agua de Lourdes (Turner, 2019). El año pasado obtuvo el Premio Nacional de Literatura “Ignacio Manuel Altamirano” en la categoría de poesía. En su sitio web POETronicA dialoga con poesía y multimedia.

 

Bibliografía

Anne Sexton. A Self-Portrait in Letters. Mariner Books, 2004.

Anne Sexton.The Complete Poems. University of British Columbia Press, 1999.

Anne Sexton. Quince poemas, nota introductoria, selección y traducción de Elisa Ramírez Castañeda. Material de Lectura, Universidad Nacional Autónoma de México, 2011.

Anne Sexton. Vive o muere, traducción de Julio Mas Alcaraz. Vitruvio, 2008.


1 “Querer morir”. La traducción es de Julio Mas Alcaraz y aparece en Anne Sexton. Vive o muere, Vitruvio, 2008.

2 Después de la muerte de Sexton, estas grabaciones pasaron a manos de la biógrafa oficial de la poeta, Diane Wood Middlebrook, con el conocimiento de Linda, la heredera de Sexton. Se desató una polémica debido a la confidencialidad y el secreto médico pero Orne se defendió afirmando que Sexton lo instruyó a hacer públicas las terapias para poder “ayudar a otros”.

3 Diodoro de Sicilia. p, 239.

4 La traducción es mía.

5 “La muerte de Sylvia”. La traducción es de  Julio Mas Alcaraz y aparece en Anne Sexton. Vive o muere, Vitruvio, 2008.

6 De Quince poemas.

7 “El arte negro”. La traducción es de Ezequiel Zaidenwerg.

8 “La balada de la masturbadora solitaria” en traducción de Griselda García.

9 “Aborto” traducido también por Griselda García.

10 “Rapunzel”. La traducción es de Patricia Rivas y se encuentra en la revista Casa del tiempo de febrero de 2000 de la Universidad Autónoma Metropolitana.

11 “La menstruación a los cuarenta”. La traducción es de  Julio Mas Alcaraz y aparece en Anne Sexton. Vive o muere, Vitruvio, 2008.

12 La traducción es mía.

13 La traducción es mía.

14 Para el año de los locos”.

 

 

 

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