Antonio Caño: Para los que apoyan a Trump
«La alegría indisimulada de cierta derecha española con las bravuconadas de Trump puede tener efectos nocivos en la política nacional»
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Donald Trump. | Ilustración de Alejandra Svriz
Donald Trump ha conseguido desde su llegada a la presidencia de Estados Unidos un protagonismo aún mayor del que se pronosticaba antes de su elección. Desde América Latina a Asia, pasando por Oriente Próximo y, por supuesto, Europa, toda la política mundial gira hoy en torno a sus decisiones personales, lo que da muestra del poder del país que dirige, pero también de la arbitrariedad con que lo hace.
La repercusión de Trump no se ha detenido ahí. Al actuar tanto como presidente de la mayor potencia universal como líder de un movimiento conservador que pretende redefinir las reglas del juego del tablero internacional, su influencia se ha dejado sentir en la política doméstica de una gran parte de las regiones y los países del mundo con consecuencias aún difíciles de adivinar.
Trump ha removido los principios sobre los que se sustentaba la convivencia entre las naciones, ha obligado a replantear los conceptos tradicionales de división entre la izquierda y la derecha y, más importante aún, ha puesto en el disparadero los criterios que permitían distinguir entre democracias y regímenes autoritarios. En apenas unas semanas, Trump ha conseguido sembrar dudas sobre cuáles son los valores que debe sostener un verdadero demócrata.
En el caso de España, el desconcierto, aún incipiente, es mayúsculo y puede tener efectos extraordinarios. En un país en el que, pese a la desmoralización entre los demócratas por la longevidad de un Gobierno inmoral y decrépito, las responsabilidades de cada cual parecían claras y la alternancia en el poder era fácil de adivinar, todo puede verse de repente afectado por el terremoto Trump.
Con incompresible frivolidad, una gran parte de la derecha española se ha puesto a festejar las bravuconadas de Trump contra la izquierda y los disparates woke. Como el cobarde que alienta el ataque de un matón contra el rival al que ellos no se atreven a desafiar, una parte de la derecha española ha aplaudido con rabia la intervención del vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance, contra Europa y las instituciones que nos han dado paz y prosperidad durante décadas. ¡Claro que dijo alguna verdad! Por supuesto que existe un retroceso en la libertad de expresión en nuestro continente, pero ni Estados Unidos es ajeno a ese fenómeno, en realidad nacido allí, ni es justo que de repente Washington considere que Europa simplemente está en deuda con la potencia que la defendía sí, pero también a la que aceptaba como líder y con la que compartía intereses y valores.
Con una ligereza desconcertante, gran parte de la derecha española se ha lanzado a festejar los improperios de Trump contra algunas de sus bestias negras en el mundo, desde Gustavo Petro a Ursula Von der Leyen, seguramente con la esperanza de que algún día sea Pedro Sánchez el objeto de esas afrentas, sin caer en la cuenta de que es el propio Sánchez el más interesado en que ese día llegue pronto.
Decepcionada con Alberto Núñez Feijóo, una parte de la derecha española quiere que ahora sea Trump quien eche a Sánchez. No tienen en cuenta algunos detalles que son evidentes a cualquiera que analice el asunto con algo más de profundidad. En primer lugar, que Trump no tiene el menor interés en España ni en quién gobierne nuestro país. En segundo lugar, que, como ha ocurrido este mismo fin de semana, los ataques de Trump le dan a Sánchez la oportunidad de situarse, por muy cínicamente que sea, en el lado correcto de los acontecimientos, es decir, en defensa de Europa y de sus instituciones. En un país todavía tan europeísta como el nuestro eso puede ser un flotador para un político hundido en el descrédito.
« Los ataques de Trump le dan a Sánchez la oportunidad de situarse en el lado correcto de los acontecimientos»
Por último, si como consecuencia de la simple corriente de la historia, el Gobierno español se viera arrastrado por el tsunami de Trump, no sería a favor de una alternativa conservadora como la que hemos conocido hasta ahora, sino de un Gobierno radical y reaccionario. Con su apoyo directo o indirecto a esta alternativa, una parte de la derecha española no sólo confiesa su verdadera naturaleza, sino que se sitúa exactamente al mismo nivel que Sánchez.