Política

Aragonès descoloca al PSOE

La decisión del presidente catalán de acudir al Senado a defender la amnistía ante los presidentes del PP revela que Sánchez ha optado por esconderse y ningunear ese debate

El anuncio hecho por la Generalitat catalana de que Pere Aragonès acudirá finalmente mañana al Senado a defender ante los presidentes autonómicos del PP una ley de amnistía y el derecho de autodeterminación a través de una consulta, ha sorprendido al PSOE y al Gobierno con el pie cambiado. Ninguno de los tres presidentes autonómicos socialistas, Emiliano García Page en Castilla-La Mancha, Adrián Barbón en Asturias, y María Chivite en Navarra, tiene previsto acudir porque la pretensión de Pedro Sánchez es que el PSOE no se someta a la estrategia de oposición del PP en la Cámara Alta, donde dispone de mayoría absoluta. En el PSOE, Sánchez ha impuesto un veto público para abordar cualquier aspecto sobre la amnistía que, según ha admitido, está negociando con los independentistas. Sin embargo, bajo la premisa de la «prudencia» y la «discreción» se esconde en realidad falta de coraje para mantener un debate público sobre las exigencias del separatismo catalán y vasco. Por eso la decisión de Aragonés descoloca al socialismo, reactiva el protagonismo de ERC sobre Junts, ya que sólo Puigdemont parece capitalizarlo en estas semanas de negociación, y retrata al Gobierno en sus contradicciones.

De nada sirve, por ejemplo, que García Page volviese a cuestionar ayer la amnistía en declaraciones públicas si realmente a la hora de acudir a las instituciones a debatir se limita a acatar las órdenes de Ferraz y rechaza acudir al Senado con su propia voz. Tácticamente es comprensible que los dirigentes del PSOE quieran evitar cualquier tipo de desgaste añadido o de error político en un debate como el que plantea el PP para que todos los negociadores se delaten. Pero en términos de coherencia, es indudable que Aragonès gana por la mano del mismo modo que el PP, porque agranda la imagen de aislamiento de Sánchez y su falta de arrojo político para confrontar una medida como la amnistía, con notorias tachas de inconstitucionalidad.

La investidura sigue teniendo un pronóstico muy incierto, pero la decisión de Aragonès no facilita las cosas a Sánchez. A su vez, ERC envía un mensaje al electorado separatista para demostrar que no es Puigdemont, sino ellos, quienes llevan la iniciativa porque sus votos en el Congreso son exactamente igual de relevantes que los de Junts. De cualquier modo, que ERC fuerce la maquinaria de la negociación no quiere decir que no sea un partido absolutamente proclive a Sánchez, ni que el gesto de Aragonès no tenga mucho de teatralidad y de gesto impostado en clave interna catalana, en plena pugna con Junts ante las futuras elecciones. Los dos partidos quieren demostrar ser los que más exigen, los que más imponen a Sánchez y los que más ganan en el envite. A esta estrategia se sigue sumando también el PNV, elevando la puja de sus condiciones a Sánchez, para que cumpla de inmediato su compromiso de la anterior legislatura de transferir con urgencia hasta veinticinco competencias estatales pendientes. No se sabe a ciencia cierta si la investidura se le complica a Sánchez o se le acerca. Pero las estrategias cruzadas de todos los partidos, incluida la presencia de Aragonès en el Senado, no se lo va a facilitar. La imagen del potente poder territorial del PP combatiendo el discurso de falsos agravios, privilegios y cesiones a la Generalitat catalana, y el reconocimiento que Aragonès va a hacer de un Senado al que ningunean Sánchez y los presidentes socialistas, van a situar al PSOE ante el espejo de sus muchas incongruencias. Su silencio y su falta de valentía para admitir que defiende hoy una amnistía que hasta la noche del 23 de julio había tildado de ilegal, le debilitan.

 

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