Argentina apunta hacia el continuismo
A una semana de las primarias clave, Scioli, heredero de Kirchner, está en cabeza
Después de 12 años de kirchnerismo, Argentina parece encaminarse a entregar el poder de nuevo a la enésima reinvención del peronismo. Daniel Scioli, el gobernador de Buenos Aires, muy distanciado de los Kirchner en los últimos años —era un menemista de perfil más conservador— se ha unido ahora a ellos para ganar las elecciones de octubre y todo parece indicar que los argentinos apostarán por el continuismo. A una semana de las primarias del 9 de agosto —en la práctica casi una primera vuelta, porque están obligados a votar todos los argentinos— las encuestas apuntan a una clara victoria de Scioli frente al principal candidato opositor, Mauricio Macri, alcalde de Buenos Aires.
Scioli quedaría según la mayoría de las encuestas cerca de la cifra mágica del 40% que le permitiría ganar en primera vuelta en octubre. Esa es la clave. Si se ve obligado a una segunda vuelta, lo que en Argentina llaman ballottage, todo se hace más imprevisible y una unión de todo el voto opositor podría descabalgarle, sobre todo si lograra sumar los votos del peronista disidente Sergio Massa. De momento la batalla se centra en las primarias, la gran encuesta que marcará las elecciones. Si Scioli no llega al 40% la campaña se recrudecerá y quedará muy abierta.
¿Por qué la mayoría de los argentinos siguen sin querer un cambio después de 12 años de polémico kirchnerismo? Eduardo Fidanza, director de Poliarquia, una de las empresas de encuestas más importantes del país, cree que las primarias no cerrarán del todo la puerta a Macri pero sí ve que «el votante argentino es conservador y la campaña se está centrando en los logros del Gobierno, sobre todo en la comparación con 2001» por lo que «una parte clave de los votantes, especialmente las clases populares» están con Scioli porque les da más confianza en que no cambiará nada de los sustancial, especialmente las ayudas por hijo y de todo tipo que cobran 8,5 millones de argentinos o las nacionalizaciones. Fidanza ve en sus encuestas una clara división social: el peronismo tiene el voto popular y el macrismo gana en las clases medias.
El Gobierno ha trasladado la imagen de que Macri viene a quitárselo todo y el candidato, consciente de ese peligro, ha decidido dar un giro radical a su discurso que ha sido muy criticado: ha apostado por defender los principales hitos del kirchnerismo, en especial esa asignación por hijo —que es el principal ingreso de millones de familias pobres— o la nacionalización de la petrolera YPF o de Aerolíneas Argentinas. Macri quiere tranquilizar a las clases populares pero su cambio de estrategia a última hora ha sido criticado por la mayoría de los analistas.
La situación económica es la clave de las elecciones. Argentina vive una recesión similar a la de países de su entorno pero la política del Gobierno, con una enorme inyección de liquidez, un impulso al aumento de salarios del 27%, subida del gasto público y aumentos del 30% en las ayudas del Estado ha permitido una sensación de calma económica alterada solo por las oscilaciones del dólar. Solo una sensación de caos económico podría facilitar un cambio político, señalan en privado dirigentes de los dos bandos. Y no parece probable. Las clases populares, las que más sufrieron el hundimiento de 2001, tienen muy presente ese momento y el Gobierno se concentra en recordárselo para reivindicar su gestión.
Aún así, explica Fidanza, a Scioli le siguen faltando votos de la clase media para garantizar su victoria. La batalla aún no ha terminado, mientras Macri se concentra ahora en intentar evitar un fraude masivo en el conurbano de Buenos Aires, la zona clave dominada por el peronismo.
Scioli se ha entregado al kirchnerismo porque sin sus votos no puede ganar. Pero necesita algo más para estar seguro. Scioli busca apoyos entre argentinos de centro que no tienen claro si él será capaz de gobernar de forma autónoma sin la influencia de una política tan poderosa estos años como la presidenta. Ese es uno de los grandes debates. Toda la política de Scioli estas semanas está dirigida a convencer a los votantes de centro de que él mandará a su manera. «Para que les quede claro, siempre he ejercido el poder en plenitud absoluta», dijo el sábado en una entrevista a Clarín para quien crea que será un pelele de los Kirchner y su movimiento, la Campora. El último video de campaña, que arranca con el accidente de lancha fueraborda en el que el millonario deportista Scioli perdió un brazo hace 25 años, insiste en la idea.
La propia entrevista en Clarín es todo un mensaje. Los Kirchner llevan años de guerra con el grupo mediático más importante de Argentina, y sus mítines arrancan con la gente cantando «el que no salta, es de Clarín«. Scioli firma la paz y se va a su sede a charlar amistosamente con sus periodistas. Como buen peronista, Scioli fue menemista, después kirchnerista, y ahora quiere inaugurar el sciolismo como nueva mutación del movimiento político que domina Argentina con intervalos desde 1945.