Argentina: Triunfo insuficiente del kirchnerismo
Pese a la victoria del oficialista Scioli, se abre la puerta a una segunda vuelta
La caza del votante indeciso ha comenzado en Argentina. Tras las elecciones primarias del domingo, en las que el oficialismo obtuvo un triunfo claro pero insuficiente (38,4% de los votos), su candidato, Daniel Scioli, buscará asegurarse ahora el respaldo necesario para evitar una segunda vuelta electoral en los comicios presidenciales del 25 de octubre. Pero en ese río revuelto de los indecisos también bucea ya el líder conservador Mauricio Macri (30,1%), que aspira a absorber la mayoría de los votos del peronista disidente Sergio Massa (20,6%), tercer candidato en discordia a la Casa Rosada y objeto de deseo ahora por parte del kirchnerismo y la derecha.
En el extraño sistema electoral argentino, las elecciones primarias constituyen una radiografía fidedigna del peso electoral de cada partido político. Al tener un carácter abierto y obligatorio, la consulta, impulsada hace unos años por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, se convierte en un ensayo general de los comicios presidenciales. En su día, Kirchner adoptó el sistema con el argumento de fortalecer la democracia interna de los partidos. Sin embargo, la mandataria se presentó hace cuatro años como candidata única del Frente para la Victoria (FpV) y ahora ha repetido la fórmula, al decidir que Scioli -su caballo ganador- no tuviera contrincante alguno en las filas del oficialismo.
La presidenta quería asegurarse de esa manera que todo el caudal de votos del kirchnerismo fuera al mismo morral. Pero el objetivo del oficialismo no ha llegado a reflejarse en el resultado final de las primarias. Si la mandataria obtuvo el 50% de los votos hace cuatro años, ahora el kirchnerismo acariciaba la idea de dar otro golpe de autoridad, con un respaldo superior al 40%. Para evitar una segunda vuelta electoral en octubre, Scioli tendría que obtener al menos ese porcentaje y sacarle además una ventaja de diez puntos a la segunda fuerza política. La otra vía, que se antoja más complicada,es alcanzar el 45% de los sufragios, independientemente del resultado que obtengan los demás candidatos.
A Massa, ex jefe de gabinete de Cristina Kirchner, lo cortejan ya los dos candidatos más votados el domingo. Según las encuestas, el 60% de su electorado potencial emigraría a la candidatura de Macri en una hipotética segunda vuelta. Los dos dirigentes opositores hablaron ayer por teléfono y acordaron discutir una «agenda programática». «El diálogo siempre existe porque todos queremos una Argentina diferente y eso invita a buscar coincidencias futuras», se apresuró a decir el alcalde saliente de Buenos Aires, que en su día desechó una alianza con Massa, aconsejado por su «gurú» electoral, el ecuatoriano Jaime Durán Barba, partidario de una «fórmula pura» para el PRO (Propuesta Republicana), el joven partido fundado por Macri hace poco más de una década.
La ley electoral ya no permite ese pacto tras las primarias. Macri espera ahora que Massa le traspase sus votos, pero gran parte del electorado del líder del Frente Renovador es peronista. Y un dato nada desdeñable es que ocho de los 20 puntos logrados por la coalición de Massa el domingo fueron a parar a su rival en las primarias de su espacio político, el gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota. No está claro dónde irán a parar esos cientos de miles de votos, por más pactos que hagan los líderes opositores. Scioli ya advirtió ayer en rueda de prensa que buscará acuerdos con otras fuerzas políticas con las que «hay coincidencias», en clara referencia a Massa y, sobre todo, a De la Sota.
Macri tampoco tiene la seguridad de contar con todos los votos de sus aliados, la Unión Cívica Radical (UCR), que encabeza Ernesto Sanz (3,5%), y la Coalición Cívica de Elisa Carrió (2,3%), las fuerzas que junto al PRO conforman la coalición Cambiemos. Como candidato «puro» de la derecha, Macri se quedó en el 24,3%, un dato sobre el que ayer insistió Scioli, al destacar que había superado al líder conservador por 14 puntos.
Para el politólogo Rosendo Fraga, las PASO (primarias abiertas, simultáneas y obligatorias) son un buen antecedente electoral, «pero después siempre se produce una reasignación de votos. Estas elecciones ofrecen referencias electorales, pero el resultado final puede varias en algunos puntos decisivos para uno u otro candidato». «Scioli ha ganado en 20 de los 24 distritos del país; no es una mala elección, aunque no haya sido óptima», explica Fraga, para quien el oficialismo cuenta con la ventaja de enfrentarse en octubre a una oposición dividida.