Ariel Hidalgo: El pueblo cubano ya ha echado a andar y no se va a detener
La responsabilidad no recae en un supuesto bloqueo exterior, sino en el bloqueo interno impuesto por la propia dirigencia
El presidente de facto de Cuba –porque nunca fue electo en ningún sufragio– ha culpado a la política estadounidense de la explosión social que estremeció a todo el país este domingo. Según él, fue esa política la que generó la crítica situación, tanto en el orden económico como sanitario, que llevó al pueblo a la desesperación.
Sin embargo, cualquier cubano que vive o ha vivido en Cuba sabe de sobra que la responsabilidad por la mayor parte de las calamidades que han padecido durante muchos años no recae en un supuesto bloqueo exterior, sino en el bloqueo interno impuesto por la propia dirigencia gubernamental a la libre iniciativa económica mediante altos impuestos, elevado costo de las licencias y múltiples prohibiciones.
La política consabida de no hacer ni dejar hacer: ni realizaron las reformas estructurales que pudieron haber librado a la población de tantas tribulaciones ni le permitieron que por sus propios medios pudieran mejorar sus condiciones de vida.
Los ancianos mueren por falta de antibióticos y los niños, no sólo por el virus sino por desnutrición. Se envían a muchos pacientes a morir a sus casas porque nada puede hacerse en los hospitales
Ni siquiera se les estaba pidiendo que regresaran al capitalismo con una política neoliberal. Congreso tras congreso de ese partido gobernante, intelectuales y grupos de cubanos formados dentro de ese sistema demandaron una apertura hacia un socialismo más democrático y participativo que incentivara una mayor productividad y generara la mejoría de su situación económica. Como ese camino significaba tener que renunciar al poder absoluto del que hasta ahora han disfrutado en menoscabo de una población en las peores condiciones, no quisieron escuchar.
Incluso, ese Gobierno ha rechazado en varias ocasiones ofrecimientos de ayuda humanitaria, sobre todo en los últimos meses, con el recrudecimiento de la epidemia, y se ha negado a abrir un corredor humanitario para socorrer las regiones más afectadas.
Enfermos de todo tipo se agravan por falta de medicamentos. Los ancianos mueren por falta de antibióticos y los niños, no sólo por el virus sino por desnutrición. Se envían a muchos pacientes a morir a sus casas porque nada puede hacerse en los hospitales. La cifra de suicidios, sobre todo de ancianos, sube alarmantemente. Y todo esto se intenta silenciar. Por otra parte, durante el primer trimestre de este año, el Gobierno ha destinado sólo 0,003% de su presupuesto a la salud pública y a la asistencia social.
Entonces, ¿quiénes han sido los verdaderos instigadores de estas protestas?
Díaz-Canel ha dicho también que elementos «contrarrevolucionarios» dentro del país han sido instigados desde el exterior, pero como no puede negar que las protestas han sido multitudinarias en más de veinte poblaciones importantes de todas las provincias –algo que al estilo del ya desaparecido comandante en jefe sería un plebiscito con un resultado muy claro: «fuera»–, argumenta que hay mucha gente «confundida». Sin embargo, durante más de seis décadas esa dictadura ha mantenido el monopolio de la información controlando los medios masivos de comunicación y difusión. ¿Quiénes son los que han llevado a cabo un trabajo de confundir al pueblo?
Durante más de seis décadas esa dictadura ha mantenido el monopolio de la información controlando los medios masivos. ¿Quiénes son los que han llevado a cabo un trabajo de confundir al pueblo?
Nadie puede decir que no fueron alertados. La explosión social del domingo fue como una crónica de rebelión anunciada. A principios de 2021, los dos sobrevivientes del núcleo original de media docena de prisioneros políticos que dio inicio al movimiento disidente publicamos en este diario y enviamos a la oficina de Díaz-Canel una propuesta para iniciar, pacífica y ordenadamente, un proceso de cambios para la solución del problema cubano que fuera satisfactorio para todos, y advertimos de que el descontento «podría explotar multitudinariamente con graves consecuencias irreparables». El propio autor de estas líneas publicó el pasado 21 de mayo, en la revista digital Havana Times, el artículo La nomenclatura cubana duerme sobre un polvorín.
La respuesta gubernamental no sólo fue ignorar los llamados, sino aumentar aún más las precariedades de la población. En enero, con la unificación de la moneda, el poder adquisitivo bajó a pesar del aumento de salarios nominales, porque los precios de mercancías y servicios se elevaron en gran medida. Y el 21 de junio suspendió los depósitos en dólares, que les permitía a los ciudadanos el acceso de los productos de la canasta básica.
¿Creyeron acaso que la población iba a seguir indefinidamente con los brazos cruzados y la cabeza gacha soportando tanta desidia y tanta injusticia?
Ahora, su respuesta es la represión brutal: «La orden de combate está dada, a la calle los revolucionarios». Y aclaraba, para que no hubiera dudas: «Estamos dispuestos a todo».
La manifestación era pacífica, un derecho reconocido universalmente, hasta que comenzó la represión policíaca y de turbas gubernamentales, generalmente agentes represivos vestidos de civil.
Muchos se preguntan qué pasará ahora. Lo único que yo sé es que el pueblo cubano ya ha echado a andar, y no se va a detener.