Auguran florecimiento del arte cubano con las relaciones Cuba-EEUU
Una obra del colectivo Los Carpinteros en el Armory Art Show de Nueva York en el 2010. EMMANUEL DUNAND AFP/GETTY IMAGES
¿Qué pasará con el arte cubano de ahora en lo adelante? Esa es una pregunta que muchos se hacen a partir del reciente interés por restablecer las relaciones entre Washington y La Habana.
Numerosos medios de prensa, incluidos los diarios The New York Times y The Washington Post, han dedicado importantes espacios al tema. Algunos (los más optimistas) estiman que se producirá un nuevo boom del mercado del arte cubano a escala global, y un incremento significativo del coleccionismo interesado en la producción visual que se realiza en la isla.
Auguran un aumento de la gestión privada dentro del sector artístico insular (eclosión de galerías independientes, no gubernamentales; revistas y periódicos privados, etc.), al igual que mayores espacios de debate, libertad de creación y perspectivas críticas.
Conversar con algunas voces autorizadas en el tema puede arrojar luces al respecto.
Robert Borlenghi, director de la galería Pan American Art Projects de Miami –espacio que promueve con fuerza el arte cubano contemporáneo–, estima que “a partir de ahora habrá una mayor atención de coleccionistas no cubanos que dará más posibilidades a los artistas de la isla de ser conocidos”.
Para Tomás Sánchez, uno de los artistas cubanos de mayor impacto en el mercado mundial, “las ventajas de tipo socioeconómico (flujo de familia y/o flujo de capital) aparecen hasta ahora como el escenario más esperanzador para los cubanos de dentro y fuera de la isla. Para el arte cubano ya existían premisas y privilegios que otros sectores no tenían. No es secreto para nadie cuántas exposiciones y proyectos de Cuba se muestran en Estados Unidos y cómo, también, existen plataformas específicas que han impulsado este flujo: Colección Farber, CIFO, etc. Así que sería [cuestión de] regularizarlo”.
Otros criterios no son tan entusiastas, y consideran que el asunto puede tener repercusiones negativas para el arte cubano, en tanto este se sumará con más fuerza al proceso de globalización cultural característico del mundo contemporáneo, perdiendo así su identidad.
“La situación política de Cuba ha formado por mucho tiempo la inspiración de sus artistas, y este cambio a la larga va a tener efectos de conformar el arte cubano al del resto del mundo Occidental”, afirma Borlenghi.
Para el coleccionista cubano radicado en Miami, Peter Menéndez, “los efectos de la normalización de las relaciones entre ambos países se van a hacer sentir con bastante rapidez en el mercado de arte cubano. Una vez que aquello del fruto prohibido deje de serlo, la producción artística del país será sometida a los criterios vigentes, esos que se forman en Nueva York, Los Angeles, Berlín y Londres. La producción habanera, alejada de lo exótico, ¿cabrá en ellos?”. Eso está por verse.
Según algunos, será preocupante el fenómeno de la masificación de artistas y obras (originales y falsas). Al decir de Borlenghi, “va a haber una proliferación de artistas (como si ya no hubiera bastantes) y consecuentemente, la calidad media va a bajar. Por no hablar de la inevitable multiplicación de [trabajos] falsos de artistas muertos, que por el momento es un fenómeno generalmente limitado a Miami”.
El factor de los precios de las obras también es otro elemento que, según los especialistas, pudiera estar sujeto a modificaciones en esta nueva etapa. “Se podría decir que hay obra de artistas cubanos –residentes y no en la isla– que tiene precios mucho más elevados dentro que fuera. Ha existido mucho coleccionismo de ‘lo exótico’, que en la normalización de las relaciones tendrá otro carácter. Con respecto a la obra con carácter patrimonial que ha llegado a alcanzar altos precios en subastas, especulo que será mucho más difícil poder moverla, ante la existencia de acuerdos que amparan el patrimonio”, explica Sánchez.
Menéndez, por su parte, aclara que “habrá grandes cambios en lo que respecta a la industria de arte creada en La Habana en los últimos años, empresa que al parecer ha establecido una clase económica diferente e independiente dentro de la sociedad cubana, alzando a un puñado de artistas a un estilo de vida de niveles mucho más altos. Hoy en día los artistas cubanos con representación en las mejores galerías de Nueva York son Los Carpinteros, en Sean Kelly. En España está Carlos Garaicoa. Kcho duró poco con [la galería] Bárbara Gladstone. ¿En los próximos años entrará alguien nuevo a estos niveles?”.
Algunos se explican el fenómeno desde su arista política. El comisario y crítico de arte de origen cubano residente en Nueva Jersey, Elvis Fuentes, cree que “las incidencias serán matizadas por el cachumbambé político que siempre ha sido el diferendo Cuba-USA. Por lo que se ha visto, la iniciativa, que parecía de común acuerdo, ha pasado a ser unilateral de parte de Obama, pues Raúl Castro ha puesto condiciones que Estados Unidos no puede cumplir para reanudar las relaciones diplomáticas. Así todo quedará como un gesto de Obama hacia sus conciudadanos, facilitando los viajes y las transacciones comerciales, sin que haya representación diplomática. El efecto será a corto plazo el auge de los viajes de norteamericanos a Cuba y consecuentemente la expansión del mercado para el arte cubano producido en la isla”.
¿Será el arte cubano un vehículo facilitador de la conciliación? ¿O, por el contrario, el fruto de la discordia, el aguafiestas? ¿Se llenará este de conformismo en los nuevos tiempos, o será punta de lanza para los desafíos que se avecinan? ¿Aumentará o mermará su calidad? Interesantes interrogantes que hacen meditar sobre el futuro inmediato, y sobre el papel que desempeña el arte en los procesos de emancipación de los seres humanos y sus pueblos. Por lo pronto, solo queda mantenerse alerta, y no dejar extraviar la utopía.
Píter Ortega Núñez es crítico de arte y comisario. Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de La Habana en el 2006, es también autor del libro ‘Contra la toxina’ (ensayos sobre arte cubano actual).