Ausencia de caras nuevas en la oferta electoral de la oposición venezolana
La mayoría de los partidos opositores se decanta por candidatos “con tiempo en escena” para ganar la Primaria del 22 de octubre, rumbo a las presidenciales de 2024. El riesgo de surgir como líder político nuevo en Venezuela es alto en un régimen autoritario, advierten especialistas. “Hay un problema de oferta”.
La oposición venezolana intentará arrebatar al chavismo la Presidencia en 2024 sin la irrupción de liderazgos ni candidatos nuevos que motiven y emocionen a los electores, advierten analistas consultados por la Voz de América. Los partidos antichavistas integrantes de la Plataforma Unitaria celebrarán el 22 de octubre una votación primaria para elegir a su postulado unánime de cara a las presidenciales de 2024. Entre la oferta de aspirantes no abundan sino políticos veteranos. Las últimas encuestas de firmas privadas como Datanálisis y Datincorp revelan que los cuatro políticos opositores con mayor intención de voto para la Primaria han sido candidatos a la Presidencia de Venezuela desde por lo menos una década.
María Corina Machado, del partido Vente Venezuela y excandidata en las primarias opositoras de 2012, puntea los sondeos de febrero. Benjamín Rausseo, un comediante y abogado que aspiró a la primera magistratura en 2006 contra Hugo Chávez, le pisa los talones de Machado en esos estudios de opinión pública. Luego despuntan el dos veces aspirante a la Presidencia, en 2012 y 2013, Henrique Capriles Radonski, que cuenta con el respaldo del partido Primero Justicia. Los encuestados también mencionan su apoyo al abanderado opositor en las presidenciales de 2006 y gobernador del estado Zulia, Manuel Rosales, si bien su partido, Un Nuevo Tiempo, aún no ha decidido si lo postula o si apuesta por una figura distinta.
El resto de la oferta electoral incluye a Andrés Velásquez, un exgobernador que aspiró a la Presidencia hace 30 años, antes del chavismo; a Juan Guaidó, reconocido como presidente interino de Venezuela por 50 gobiernos durante 4 años y a quien la mayoría opositora del Parlamento electo en 2015 lo despojó de ese cargo en diciembre pasado; y a otro mandatario local que inició su carrera como diputado el siglo pasado, César Pérez Vivas, entre otros.
La renovación del liderazgo opositor en la foto electoral actual se vislumbra entonces como una tarea aún pendiente en los partidos antichavistas, según el politólogo Jesús Castellanos. “Ni desde la organización interna de los partidos opositores, ni desde las personas, podemos aseverar una renovación del liderazgo opositor. Lo que se observa es un intento de posicionar liderazgo con tiempo en escena”, como Capriles, Machado y Rosales, dice.
Relevo con riesgos
Castellanos opina que la ausencia de nuevos rostros en la propuesta electoral opositora pasa por el “costo muy alto” que se corre en Venezuela al hacer carrera política contra el statu quo; es decir, contra el madurismo y las instituciones controladas por el chavismo. “En un régimen autoritario con una alta fragmentación opositora resulta muy complicado erigirse como una propuesta alterna, que, en principio, requeriría múltiples fortalezas internas y recursos, en una apuesta altamente riesgosa”, comentó a la VOA.
El sociólogo y doctor en procesos políticos contemporáneos, Juan Manuel Trak coincide con la idea de que el costo de participar en política es “muy alto” en sistemas autoritarios. “Hay un problema de oferta”, dijo Trak a VOA, antes de recordar que hubo múltiples dirigentes juveniles con aspiraciones políticas que debieron exiliarse. A su juicio, la represión oficial y “la falta de movilización política real” de los partidos de oposición han derivado en una lista de candidatos “que no se renueva, que tiene poca rotación” a pesar del avance de los años de lucha de ese movimiento contra el chavismo. Advierte sobre la existencia de “tutelaje” del liderazgo político actual a los jóvenes dentro de los partidos de oposición. “Su rol es aplaudir al líder ya establecido”, apunta Juan Manuel Trak, sociólogo y doctor en procesos políticos.
Jesús Castellanos, por su parte, dice notar “un fuerte filtro” de las autoridades que han manejado por años las cúpulas de los partidos para permitir el ascenso de una generación de relevo. Llamativo es el caso de uno de los partidos más tradicionales, Acción Democrática. Los socialdemócratas postulan a la primaria presidencial a un diputado relativamente joven, Carlos Prosperi, pero a quien analistas como Castellanos ubican en la órbita de influencia de uno de los líderes históricos del antichavismo, Henry Ramos Allup, de 79 años.
El experto considera que la última gran renovación del liderazgo opositor en Venezuela ocurrió durante las protestas estudiantiles contra el cierre del canal de televisión RCTV y la reforma constitucional que impulsó Chávez en 2007, de donde surgieron futuros líderes políticos como Freddy Guevara, Juan Requesens, Yon Goicoechea y el mismo Guaidó.
El mal caudillista
Juan Manuel Trak recuerda cómo uno de las cuatro partidos más relevantes de la oposición, Primero Justicia, eligió como su candidato en Caracas a un dirigente exiliado, Tomás Guanipa, en vez de respaldar la opción de un precandidato más joven, Roberto Patiño.
Patiño es uno de los varios dirigentes políticos nacionales que han salido al paso de lo que llaman “cultura caudillista” en los partidos y organizaciones de Venezuela. “Quieren eternizarse en sus espacios y ejercer el poder de forma autoritaria. Es uno de los grandes problemas que se han generado en todos los partidos opositores”, dijo a la prensa.
Trak, además, menciona la falta de credibilidad en los partidos tradicionales como otra causa de la falta de relevo político en la oposición venezolana. “Hay ausencia de comunicación de esos partidos para conectar con la gente (sin medios tradicionales). Hay un hartazgo de cualquier liderazgo que provenga de los partidos existentes, con poca conexión con el votante”, asegura el profesor universitario.
Dice notar la ausencia de un candidato que emocione y motive no solo a la oposición, sino al resto del electorado en el país de cara a las presidenciales de 2024. La renovación de liderazgos, estima, no es un tema sencillo de alcanzar en una nación como Venezuela. “Hay que remover la idea de que los partidos son de personas y no son de equipos. Se terminan convirtiendo en máquinas electorales con las personas y así matas la posibilidad de crecimiento de otros liderazgos que no sean los consolidados”, concluye.
El chavismo también ha adolecido de la falta de relevo, la prevalencia de líderes por años y el enroque de figuras en sus gabinetes ministeriales durante sus 25 años. Chávez llamó a combatir “el caudillismo” en el partido de gobierno, el PSUV, mientras dirigentes como Diosdado Cabello, hace solo un año, reivindicaron la lucha interna contra el fenómeno.