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¡Autismo al bate!

 

En medio de la polémica en los Estados Unidos sobre el autismo ha causado sensación la noticia del ingreso a las Grandes Ligas de Tarik El-Abour, de origen palestino, diagnosticado con el síndrome cuando tenía tres años.

Nacido en 1992, graduado en Administración de Negocios en la Universidad de Bristol en California, el muchacho jugó de jardinero en las menores, mereció el reconocimiento de rookie de la temporada 2016, integró el equipo All Stars al año siguiente y de seguidas firmó con un equipo subsidiario de los Reales de Kansas City, convirtiéndose en el primer autista en la historia del béisbol profesional estadounidense

Un caso en sintonía con la experiencia de R.J.Peete, encargado del club-house de los Dodgers de Los Ángeles, que PLANETA VITAL mencionó al reseñar en 2023 el libro The Lighthouse Effect en que Steve Pemberton recreaba la aventura del joven, gemelo de una hermana sin autismo, hijos de una exitosa pareja del jet-set nacional, que a temprana edad manifestó los síntomas de la condición que afecta a uno de cada 54 niños en su país.

La especialista a quien sus padres acudieron fue rotunda al pronosticarle un futuro absolutamente marginal, pero el pequeño ha logrado salir adelante gracias al empeño familiar y la bondad de una legión de gentes, como el propio Pemberton a quien la intuición de un maestro de secundaria rescató de un abominable orfanato en Massachussetts.

Después, el apoyo doméstico permitió a R.J completar el bachillerato y devenir una suerte de portavoz de sus compañeros de infortunio y fue contratado por los Dodgers como asistente del club-house cuando el vicepresidente ejecutivo escuchó en tv su solicitud de empleo.

Allí ascendió hasta ganar el respeto de dirigentes, peloteros y público por la seriedad con que enfrenta tareas para nada subalternas y sí muy exigentes, de las que depende hasta cierto punto la armonía dentro de la cueva e influyen naturalmente en el éxito en el campo de juego, y  la consagracion llegó al ser colocado junto a los coaches y jugadores en la linea de primera base en el juego inaugural del  campeonato.

“Puede que yo tenga autismo, pero el autismo no me tiene a mí”, es el lema de quien al mismo tiempo trabaja como guía en el Centro de Dicción y Terapia del Lenguaje de Los Angeles que lo atendió en su niñez, es aficionado a la música rap y el  modelismo y con su madre ha escrito un libro y realiza giras nacionales para hablar de su experiencia personal.

Por su parte, El-Abour apoya precisamente en el carácter repetitivo de su acción (rasgo primordial que el autismo comparte con el béisbol) su aspiración a sentar plaza como regular en las Mayores; igual que otras figuras del baloncesto y el fútbol americano, desafiantes de la leyenda negra oficial que pretende condenarlos a una existencia minusválida.

Son ejemplos que contribuyen a quemar etapas y demoler prejuicios derivados de la fecha relativamente reciente del interés científico por tal neuro divergencia, que no aberrante enfermedad  sino condición especial, susceptible incluso de facilitar la integración social de los afectados por la extraordinaria capacidad que desarrollan en actividades específicas.

Una concientización que no podría caer de manera más oportuna, después del éxito en 1988 de  la película Rain Man, ahora cuando se habla de recortes presupuestarios que trastornarían los programas de integración escolar y las investigaciones que llevan a cabo numerosas instituciones científicas a lo ancho del territorio estadounidense.

 

Hettlingen, mayo de 2025.

 

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