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Autocrítica y enmienda

Los partidos de gobierno no están arrepentidos, no buscan enmendar. Perseveran y continúan intentando imponer las ideas que la gente no quiere.

autocrítica

 

Esta semana, ya decantadas las elecciones, muchas voces hablan de autocrítica. Pareciera ser que estuvieran en búsqueda de la redención ya que, “de los arrepentidos es el reino de los cielos”. Pero ¿están realmente arrepentidos? ¿Hay una sincera autocrítica? Pareciera que no.

Errar es humano. Pensar es humano. Por lo mismo, tras errar es necesario pensar, reflexionar y sopesar. Las acciones tienen consecuencias y éstas deben ser asumidas por quien ejecuta la acción. Las malas acciones perjudican a quienes las cometen, pero también, en el camino, a muchos inocentes. Es por eso, que frente al error y a la mala acción, no basta sólo con reconocer ese error o mala acción, sino que es necesario, enmendar, corregir el rumbo, volver a orientarse hacia el bien. Todos podemos errar, pero lo que es impresentable es que siendo conscientes del error, persistan en la acción en contumacia.

El arrepentido no solo reconoce el error, sino que busca corregirlo. Si no es así, no hay real arrepentimiento. Y es por eso que “de los arrepentidos es el reino de los cielos”.

En nuestra política hoy muchos que reconocen el error, pero no están arrepentidos, no buscan enmendar, persisten y perseveran en el mismo error. Sus reflexiones sobre la derrota electoral no versan sobre las ideas. Como soberbios que son, sus ideas, para ellos son las correctas, son “dueños de la verdad” (aunque ellos afirman que la Verdad no existe).

Por lo mismo, ellos explican la derrota por la forma, nunca es culpa de ellos, siempre es el empedrado. Frases como “no comunicamos bien”, “no nos entendieron”, “vamos muy rápido” o “somos muy adelantados” aparecen como explicaciones a la derrota electoral. La falta de sintonía de la ciudadanía con ellos es un mero problema de comunicación. Ellos son los iluminados, quienes tienen sin duda una “superioridad moral”. Parece evidente entonces, cuestionarse si ¿nunca se han preguntado si el problema es de fondo, si son las ideas? Y ciertamente sus acciones nos dicen que ese cuestionamiento no pasa por su cabeza. No van a renunciar, y buscarán hacer lo que ellos quieren aunque usted no lo quiera.

Los partidos del gobierno se reúnen en un “cónclave”, concepto con demasiado significado, como para referirse a una simple reunión gubernamental para ordenar huestes. En esta reunión analizan las potenciales razones del fracaso y mientras intentan comunicacionalmente decir que son lo que nunca han sido, hacen lo mismo de siempre.

Dicen que les preocupa la seguridad y que condenan la violencia, dichos que se contradicen con sus acciones anteriores. Se ven como inconsecuentes y un poco “ esquizofrénicos”. Dicen que aman la democracia, pero en el proyecto de Constitución rechazado, evidenciaron todo su ADN, rompían pilares esenciales de ésta como los pesos y contrapesos. Dicen que aceptan la participación de lo público y lo privado en armonía y sin embargo todos los proyectos de ley que han presentado ahora, más allá del texto rechazado, intentan reducir el rol de los privados. No creen en la democracia y aunque se auto arroguen ser “la voz del pueblo” cuando este se manifiesta como “ciudadanía”, dicen que ésta no entendió; con lo que están diciendo que ésta es “tonta” y ellos “los elegidos” para imponer el cambio no deseado.

No están arrepentidos, no buscan enmendar, perseveran y continúan intentando imponer las ideas que la gente no quiere. Tras la derrota no temperan sus propuestas, tampoco han buscado una real solución de salida a la demanda ciudadana de sistema de salud mixto para evitar el colapso de las Isapres.  Su ideología les impide ver que con este colapso ellos mismo terminarán por sepultarse.

Del mismo modo, no han hecho, ni anunciado un real cambio de gabinete, incluyendo sectores no incluidos, que demuestren con hechos concretos un real cambio de rumbo.

Y el «segundo piso», ese ministerio que no es ministerio, es sin duda en el que se plasma la real “casta” política que evidencia que, para pertenecer, hay que ser del “club de los elegidos”. Ahí solo hay miembros del Frente Amplio y el Partido Comunista, la ultraizquierda. Esa es la sala de máquinas, que manda, prohíbe o permite las acciones del llamado Socialismo Democrático, esa “otra alma” que supuestamente es parte del poder, pero que en realidad no cortan nada. Entonces, la evidencia se aparece a los sentidos.

Dicen que hacen autocrítica, que aprendieron, pero sólo reflexionan desde estar seguros de que no están equivocados y que son los otros lo que no lo entendieron. Como siempre, entienden la libertad alejada de la responsabilidad. Son irresponsables porque frente al mal causado por ellos mismos, no son capaces de verlo y menos de intentar enmendarlo.

 

 

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