Avalancha nicaragüense en busca de vacuna en Honduras
Miles de personas viajan durante días hasta Honduras para ser inoculados con un fármaco reconocido, que no sea de origen ruso ni cubano, y así poder emigrar después sin problemas
En la frontera que divide Nicaragua y Honduras, miles de personas hacen colas kilométricas para obtener una inyección que cuente con el aval de los organismos sanitarios internacionales. Alejandra es una de ellas. Tras viajar durante tres días desde la capital hasta una de las aduanas en el occidente de Nicaragua, sostiene entre sus manos su ansiada cartilla de vacunación con el sello hondureño y el nombre de la vacuna Moderna. El trayecto –dice– ha valido la pena, pues en su país de origen se ha extendido una enorme desconfianza hacia las vacunas de origen ruso y cubano que el régimen de Daniel Ortega ofrece a su población joven.
En Nicaragua los ciudadanos de entre 29 y 18 años solo tenían una opción de inmunización hasta hace pocos días. El gobierno sandinista anunció que en dicho rango etario se suministraría la vacuna rusa Sputnik Light, una versión de una dosis de la Sputnik V. Muchos jóvenes reniegan de ella no porque duden de su efectividad, sino porque creen que podría causarles problemas cuando quieran salir del país. Debido a la crisis sociopolítica en Nicaragua desde las protestas antigubernamentales de abril de 2018, la emigración se ha acrecentado exponencialmente. Solo en Costa Rica, el país vecino, más de 100.000 personas han huido de la represión que desató el Gobierno.
Alejandra decidió tomar aquel largo periplo hacia Honduras porque tiene planeado emigrar. «Tenemos pensado irnos a otro país para buscar una mejor vida en caso de que esto se ponga peor de lo que ya estamos», reflexiona la joven. Ella y sus primas de edades similares salieron el pasado lunes de Managua para llegar a los puestos de vacunación que Honduras habilitó en su frontera con Nicaragua. En el camino se toparon con miles de nicaragüenses que habían llegado con las mismas intenciones: prescindir de la Sputnik y obtener una vacuna que les permita viajar, en caso de ser necesario.
Hasta hace poco, este trayecto era seguido a diario por centenares de nicaragüenses que arribaban a la frontera en sus vehículos particulares, en transporte público o por veredas. Es un secreto a voces que el paso se ha flexibilizado. Migración ha dejado de pedir los requisitos que normalmente solicitan para entrar al país, según pudo constatar ABC. Los oficiales nicaragüenses incluso instruyen a los viajeros para que caminen por el andén y no afecten la circulación de los camiones.
No obstante, la política de puertas abiertas no ha sido oficializada por el régimen sandinista, criticado en el país por la mala gestión de la pandemia. El presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, ha declarado al respecto: «La solidaridad y hermandad de los hondureños traspasa las fronteras. Habilitamos punto de vacunación en frontera con Nicaragua para aplicar 250 a 500 dosis al día contra el Covid-19 a nuestros hermanos nicaragüenses», dijo a través de Twitter.
Esta semana, Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, dieron la orden para que se aplicara la primera dosis de la vacuna AstraZeneca a la población joven. Ahora, los jóvenes pueden elegir entre esa y Sputnik, pero muchos como Alejandra ya realizaron un viaje que les tomó días para obtener otras opciones de inmunización contra la Covid-19 que su gobierno no les había garantizado hasta entonces.
El cruce hasta Honduras está marcado por numerosos grupos que hacen filas en las decenas de puestos de vacunas que el Ministerio de Salud de Honduras habilitó hace dos semanas para nicaragüenses. La travesía de muchas de estas personas se inició a través de grupos de WhatsApp, al ver las noticias virales de las extensas filas de vacunación en el país vecino.
Caravana desde Managua
Así fue el caso de un grupo de amigos entrevistados por ABC. Las cinco personas que conforman esta pequeña caravana salieron de Managua un día antes, motivados por la desconfianza que despierta hacia las vacunas Sputnik, Abdalá y Soberana. Ante esto, prefirieron reunir algo de dinero y emprender viaje hacia el norte. En el puesto de aduanas y en el pueblo más cercano de Honduras, San Marcos de Colón, la fila se alargaba varios kilómetros. Los cinco amigos escucharon que por menos de un euro podrían trasladarse a otro municipio que prometía menos cola. Así lo hicieron. A eso de las 10.00 de un jueves, pocos nicaragüenses hacían fila en el único centro comercial de Choluteca, cerca de la frontera.
Un día antes, en Managua, el presidente Daniel Ortega había aparecido junto a su homólogo hondureño para anunciar la ratificación de un viejo acuerdo entre ambos países que delimita las fronteras entre ambos países. Muchos creyeron que la comparecencia pública sería para oficializar la vacunación transfronteriza.