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Aveledo: Decrepitud, decrepitudes

De decrepitud y decrepitudes escribe Ramón Guillermo Aveledo en el artículo en el que plantea que viejo y decrépito no son sinónimos

Retrato de anciano feliz | Foto Premium

 

Hay decrepitudes de decrepitudes.

Decrepitud es la cualidad de decrépito según la Academia. Decrépito, es muy disminuido en sus facultades a causa de la vejez. Sinónimos de decrepitud serían senilidad, vetustez, chochez, decadencia, declive. Y antónimos, es decir contrarios, como claro a oscuro, serían lozanía, vigor, apogeo, auge y esplendor.

Al respecto, la edad de las personas tiene que ver, cómo no, pero dista mucho de ser determinante y menos ahora que los avances de la ciencia médica aumentan la expectativa de vida. En cambio, las ideas pueden envejecer más radicalmente. Un cuerpo puede envejecer, pero no necesariamente lo hace la mente si es alimentada por el pensamiento, las lecturas, la apertura intelectual, la tolerancia, la curiosidad. Todos conocemos viejos con ideas lozanas, como nuestro poeta Rafael Cadenas o el humanista Rodolfo Izaguirre, ambos muy admirados. También jóvenes con ideas ancianas y me abstengo de mencionar ejemplos por vergüenza ajena y por la esperanza, espero que no vana, de que cambien.

Viejo y decrépito no son sinónimos. Lo dicho vale en el campo de las ideas. La democracia es una idea vieja, tanto que se origina en la antigua Grecia, pero nunca es una idea decrépita. Sigue la humanidad buscando realizarla plenamente, porque se trata de una idea sencilla de muy difícil aplicación.

Ideas decrépitas abundan por ahí. Son como dicen los gallegos de las meigas que uno no cree en ellas, pero de haberlas, haylas. Unas en franco desuso, a Dios gracias. Otras, en cambio, como los fantasmas, aún espantan. Se vuelven para algunos algo así como ideas vintage que pasadas de moda vuelven a usarse.

Decrépito es creer que la tierra es plana y todavía hay gente rara a quien se le ocurre. De ideas decrépitas está poblado el planeta de los negacionismos, resistentes a la ciencia, escépticos impermeables a toda curiosidad o avance.

Idea decrépita es la superioridad de una raza, base del racismo. O la inferioridad de un género, fundamento del machismo. Idea decrépita es el absolutismo, la fantasía culposa del poder concentrado, ilimitado encarnado en una persona o un sistema. Apenas queda uno que otro monarca absoluto y sin embargo, se encuentran en este mapamundi multicolor repúblicas nominales cuyos mandamases pretenden el poder total, anacronismo comprobadamente disfuncional. Idea decrépita es el comunismo aquella quimera de los llamados socialismos reales, el liberalismo económico de laissez faire, laissez passer o el nazismo y el fascismo. Pero bueno, ya lo dicen los gallegos de las meigas.

 

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