Aveledo: Dos estadistas
Cuando se conocieron, Konrad Adenauer y Rafael Caldera, el estadista alemán tenía ochenta y seis años y el venezolano cuarenta y seis, ambos recién cumplidos. Adenauer jefe del gobierno de su país desde 1949, ya estaba de salida, pues ejerció el cargo hasta el año siguiente. Caldera culminaba su tercera y última Presidencia de la Cámara de Diputados y faltaban siete años para que asumiera la Presidencia de la República por primera vez. Cuarenta años separaban a líderes pertenecientes a pueblos y generaciones muy distintas y secuela de experiencias históricas diversas, incluso divergentes en cuanto a estructura estatal. Federalista uno, unitario regionalizador el otro.
¿En qué coinciden?
Los dos son políticos y hombres de Estado realistas y futuristas, atentos a las próximas elecciones –cómo no- pero que se sienten responsables ante las próximas generaciones. Creen en la libertad con sentido social, en la democracia como forma de vida, y en el Estado de Derecho como modo de organizarla. Demócratas cristianos, alemán y europeo uno, venezolano y latinoamericano el otro, como derivación natural de esos principios, creen en la unidad de sus regiones como destino mejor de sus pueblos. Adenauer es de los fundadores de las comunidades europeas que se desarrollarán en la formidable proeza de la Unión, hoy puesta en duda sin propuesta alternativa, por revisionismos exquisitos o simplemente, populistas. Caldera, es creyente en la teoría y en la práctica, de la integración latinoamericana, esa asignatura pendiente por estos lados, tan cercanas en la sustancia como alejadas por las pequeñeces. ¿Por qué será que nos cuesta tanto lograr la unidad? Y cuando la conseguimos ¿por qué la perdemos tan fácilmente?
En 1963 en la Universidad de Georgetown, Caldera afirmó que Latinoamérica es prueba crucial para la Civilización Cristiana. ¡No disparemos desde la cintura del prejuicio como si de una cruzada confesional se tratara! Él mismo lo explica: “Allí va a demostrarse si los valores espirituales que la informan son compatibles, como lo sostenemos, con la democracia social y el desarrollo económico que reclaman aquellas naciones.”
En Alemania, el tiempo va librando de carga polémica a la figura de “El Viejo”, aunque no completamente. En Venezuela, es aún pronto para que eso empiece a ocurrir con el nuestro. Luces y sombras son lo humano, en proporción a la dimensión de cada uno. Pero todo borrón es artificial. La historia hará su trabajo.